martes, 13 de noviembre de 2012

En la casa -Dans la maison-

de François Ozon







Un alumno de Instituto entrega a su profesor una redacción  donde relata su acceso a la casa de un compañero. La narración es turbadora porque penetra la intimidad de una familia media. Gracias a su viveza el texto capta la atención del profesor, el cual le anima a continuar. Con cada nueva entrega todos se involucran más: el alumno por la droga de escribir, el profesor para orientar a su alumno, pero también para seguir conociendo las interioridades de una familia.

En la película existen varios duelos. Entre profesor y alumno, entre matrimonio y aburrimiento o entre la literatura y su necesidad; pero el más vibrante es el que mantienen ficción y realidad.

Se trata de una película literaria en el más gozoso sentido de la palabra. Llega un momento en que el profesor canta la necesidad que el ser humano tiene de historias. Y también el alumno se declara subyugado por el hecho de narrar, de tal modo que el relato poco a poco se va apropiando de la realidad. El profesor y su mujer (estupendos Fabrice Luchini y Kristin Scott-Thomas) viven pendientes de cada nueva entrega...y hasta llega el momento en que ambos ¡también aparecen en el relato!


La estructura narrativa es complejísima, con un juego de espejos y de personajes que es pura filigrana aunque en ningún momento se note, ya que la cinta aparece ligera y vivaz, con diálogos chispeantes y una gran carga emocional. La complejidad se extiende a los géneros que toca. Pasa con naturalidad de la comedia al drama e incluso al thriller sin perder la compostura. 

Este juego aparte de brillante es muy original a pesar de contar con  una pizca de Mme. Bovary, otra de Teorema de Pasolini, y el aroma de un Woody Allen vestido de profesor y perorando con su mujer galerista sobre arte y literatura. 

En tres líneas de guión el profesor nos imparte una lección sumaria pero magnífica de lo que es literatura, y así la película adopta los ejes de una narración dentro de otra narración. El alumno necesita  entrar "en la casa" para observar y poder escribir. Es un voyeur que hechiza al profesor y también a nosotros; convirtiéndonos a todos en voyeurs.

También hay una reflexión muy sagaz sobre el "talento" que el alumno posee y la "lucidez" del profesor que suma los conocimientos y el gusto literario pero será incapaz de escribir.

El guión se basa en la obra "El chico de la última fila" de Juan Mayorga, el autor teatral español más representado en el mundo. 
La obra nace con Mayorga de profesor de Matemáticas en el Instituto Rey Pastor de Madrid. Al corregir un examen sólo encuentra un párrafo: "Juan, no puedo contestar porque no he estudiado, pero estoy jugando muy bien al baloncesto. Este lunes he salido en el Marca y voy a ser un gran campeón, y tú y yo vamos a salir para celebrarlo". Lo que llevó al autor a pensar: "qué genial que un tío utilice un ejercicio del cole para contarte tu vida. Tengo que desarrollar esto".

Posteriormente, en 2009, en el Théâtre de la Tempête de París, Ozon asiste al montaje que Jorge Lavelli hizo de la obra y el resto es historia. Ozon invitó a Mayorga al Festival de Cine de San Sebastián donde se presentaba la cinta e hizo que le acompañara en la recogida del Premio del Jurado al Mejor Guión. La película ganó la Concha de Oro.

En una entrevista Juan Mayorga recordaba que "Paul Valéry venía a decir que todas las artes iban a estar subordinadas a la literatura. El arte contemporáneo parece requerir un texto asociado que explique el valor. Y en alguna medida, toda la obra está atravesada de literatura en el sentido que todo es comentado, todo es pasto de las palabras y de las letras."

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