Hay que agradecer y mucho, la osadía de los creadores de esta serie, Javier Olivares y su hermano Pablo (fallecido justo antes de su estreno). Singular y atrevida para estos lares, la serie tiene además la particularidad de usar la historia española como materia prima en un sentido puramente aventurero.
Lo mejor es, sin duda, el concepto que maneja y las numerosas ideas que pueblan sus argumentos. Lo peor, según el mismo creador ha reconocido, las prisas y la escasa financiación. Yo añadiría una realización cinematográfica bastante plana y alguna interpretación falsamente intensa y afectada. Sobretodo echo en falta un rodaje más brioso y menos teatral. Pero la sigo con gusto.
La precoz Amelia Folch (una de las primera mujeres universitarias en 1880), el espadachín Alonso de Entrerríos (soldado en los Tercios de Flandes en 1569) y Julián Martínez (un enfermero del SAMUR actual) constituyen la patrulla principal de este Ministerio del Tiempo. Un Ministerio que opera en absoluto secreto desde que fue creado por Isabel la Católica. Su misión, custodiar unas puertas que conducen al pasado y que fueron descubiertas en el siglo XV por un rabino toledano. Los problemas que suele afrontar, viajeros deseosos de cambiar la historia en su beneficio y alteraciones inadvertidas en hechos y personajes de la Historia de España.
La serie estuvo a punto de desaparecer, enterrada en la parrilla, durante su primera temporada pero, en el mundo de las redes sociales, una verdadera legión de seguidores (que se denominan a sí mismos ministéricos) logró encauzar los horarios de aquellos capítulos y ganarse la continuidad.
La idea es un verdadero hallazgo y los guiones cuidan tanto la intriga como la aventura. Cada capítulo nos propone un desprejuiciado recorrido por diversos episodios de la Historia de España. En uno hay que salvar al Empecinado para que la Guerra de la Independencia siga su curso. En otro es el Guernica el corre el peligro de no volver a España por diversas intrigas. En otro es el propio Ministerio el que corre el riesgo de desaparecer con motivo de la visita de Isabel II en 1843. Incluso los nazis, tan aficionados a los asuntos esotéricos y aprovechando la cita de Hendaya entre Hitler y Franco, envían a Himmler hasta el Monasterio de Monstserrat para intentar aprovecharse de una de las puertas del tiempo.
Uno de los momentos más gloriosos de la primera temporada fue la aparición de Velázquez, con guiños a su obra (magnífico el uso de la puerta que aparece al fondo del cuadro Las Meninas) y a Picasso, reuniendo a ambos en Barcelona.
-"Velázquez es el mejor. ¿Ha visto usted Las Meninas? Mire el cuadro durante horas, debería hacerlo. Cada vez que lo miro se descubre algo distinto. Es como si las figuras se movieran y todo cambiara. Ese Velázquez sí que era un genio”, Aseguraba el malagueño.-“No debe mirar tanto al pasado Pablo. Usted puede cambiar el mundo. Su firma valdrá millones”. Le respondía el sevillano.
El pintor fue interpretado con gran desparpajo por Julián Villagrán y dio un juego enorme, lanzando constantes guiños al espectador. Uno de los más divertidos se produjo con el espadachín Entrerríos y al autor de Las Meninas discutiendo sobre la película Terminator. Velázquez opina que la mejor es la segunda e incluso se despide con un 'Sayonara, baby'. Velázquez se convirtió en un perfecto robaescenas con comentarios como "Están restaurando mal mis obras! ¡Están demasiado iluminadas! Parecen una serie española de televisión."
El humor, la autoparodia y las chocantes referencias a la actualidad son una de las señas de identidad de esta serie. Por allí ha salido un tesorero que viajaba mucho a Suiza (Bárcenas), un Jordi Hurtado que, en los pasillos del Ministerio, es reconocido como un inmortal o los comentarios de Julián sobre los recortes, "Cualquiera que trabaje en urgencias en Madrid hoy en día, es un salvoconducto para viajar al pasado". Uno de los bucles más curiosos fue escuchar a Rodolfo Sancho, hijo de Sancho Gracia, presentarse como Curro Jiménez.
La segunda temporada recién estrenada sigue por el mismo camino. En sólo dos capítulos ya se han hecho referencias a un Pau Gasol al que hay que orientar para que deje la Medicina y se dedique a lo que debe, y hemos escuchado el "Yipikayei hideputa" típico de Bruce Willis, en la misma voz de quien lo dobla, Ramón Langa. Su personaje por cierto, es Ambrosio Spínola, el gran militar genovés que capitaneó a los tercios en la toma de Breda (1625); inmortalizado por Velázquez en el cuadro conocido como Las Lanzas.
En definitiva el equipo que forman Javier Olivares y sus guionistas Anaïs Schaaf, José Ramón Fernández y Paco López Barrio dan lustre a una serie que, por espíritu, se hermana con la longeva Doctor Who de Gran Bretaña. Sus tramas mezclan con brillantez la Historia con la aventura, la comedia y el drama.
La segunda temporada, con la incorporación del policía Pacino (Hugo Silva caracterizado como Serpico), también introducirá el género negro. Aunque, según ha anunciado Olivares, no faltarán intrigas con personajes históricos como Napoleón, Cervantes o Felipe II.
Los personajes están muy bien trazados. Su personalidad y sus vidas evolucionan ante nosotros que los vemos trabajar de día en el Ministerio, para volver a cenar ¡a sus casas y a su siglo!. Asimismo y a pesar del presupuesto tan ajustado, logra evocar con gran eficacia cada época y personaje, gracias a un gran trabajo de ambientación.
Otra de sus señas de identidad está siendo su enorme vitalidad en las redes sociales, lo que ha propiciado la incorporación de numerosos contenidos transmedia. Los capítulos emitidos se siguen viendo en la web de rtve.es y hasta Televisión Española ha habilitado un website propio, el Ministerio del Tiempo, donde se pueden encontrar podcast, vídeos, foros y todo lo que un fan ministérico pueda desear. Como ejemplo, una webserie protagonizada por la secretaria Angustias o un podcast centrado en el personaje de Rodolfo Sancho (que estará ausente durante varios capítulos esta temporada).
Precisamente esta gran viralidad hace que el uso de cada puerta, el brote de cada paradoja temporal o cuando hablan con los smartphones desde distintas épocas, pueble la red de preguntas o quejas. Pero Olivares lo tiene claro, más que ciencia ficción tipo Looper o Predestination, el Ministerio del Tiempo es aventura y diversión. Punto.
Hasta los títulos de crédito son una filigrana |
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