sábado, 1 de noviembre de 2025

LA POESÍA de M. V. ATENCIA



Con motivo de haber sido reconocida con el Premio Nacional de las Letras 2025, traigo aquí un puñado de poemas de la poetisa malagueña María Victoria Atencia.




                     SAZÓN 


Ya está todo en sazón. Me siento hecha,
me conozco mujer y clavo al suelo
profunda la raíz, y tiendo en vuelo
la rama, cierta en ti, de su cosecha.

¡Cómo crece la rama y qué derecha!
Todo es hoy en mi tronco un solo anhelo
de vivir y vivir: tender al cielo,
erguida en vertical, como la flecha

que se lanza a la nube. Tan erguida
que tu voz se ha aprendido la destreza
de abrirla sonriente y florecida.

Me remueve tu voz. Por ella siento
que la rama combada se endereza
y el fruto de mi voz se crece al viento.


                                   
         De      Arte y Parte     (1961)




                                              ☙❦❧





         EPITAFIO PARA UNA MUCHACHA

Porque te fue negado el tiempo de la dicha
tu corazón descansa tan ajeno a las rosas.
Tu sangre y carne fueron tu vestido más rico
y la tierra no supo lo firme de tu paso.

Aquí empieza tu siembra y acaba juntamente
-tal se entierra a un vencido al final del combate-,
donde el agua en noviembre calará tu ternura
y el ladrido de un perro tenga voz de presagio.

Quieta tu vida toda al tacto de la muerte,
que a las semillas puede y cercena los brotes,
te quedaste en capullo sin abrir, y ya nunca
sabrás el estallido floral de primavera.


                                          
  De Cañada de los ingleses (1961)


 



                                   ☙❦❧


 



                          DEJADME

 

Dejadme como cuando nací desnuda y sola,
vacía de palabras, sólo aire en el pecho,
y en mis venas corrían los cursos de un arroyo.
Que vuelvan a su origen los gestos usuales
y que al abrir mis ojos sólo penetre en ellos
un punto de luz pura.
Que por la enredadera de las horas se pierdan
mi memoria y mi nombre. Que el tacto de las rosas
me abandone en la tarde, y en la humedad del alba
retorne nuevamente al olor de las juncias.

Dejad que sin zapatos siga andando y regrese
de muy lejos al pecho caliente de mi madre.


                                                             
de Marta y María (1966)




                                     ☙❦❧



                              VOYEUR

 

                                                                  Algarve
Me llegué, ya sin voz, junto al acantilado
y tiré roca abajo cuanto me estaba impuesto.
No sé qué verde mano removía los fondos
o qué agua sucia o costra corroían la piedra
con el mar avanzante,
retrocediente, hiriente,
allá abajo,
y las grajas electrizaban su plumón, y tuve
cierta satisfacción contemplando mi vértigo,
con certeza sabiendo que al fin
y al cabo esto es sólo un poema,
que sigo aquí y que aún puedo escribirlo.


                                                       
de La pared contigua    (1989)



 

                            ☙❦❧ 




                 CASA DE BLANCA 

No llamaré a tus puertas, aldaba de noviembre:
el árbol de las venas bajo mi piel se pudre
y una astilla de palo el corazón me horada.

Porque tú no estás, Blanca, tu costurero antiguo
se olvida de los tules, y el Niño de Pasión
va llenando de llanto el cristal de La Granja.

Tiene el regazo frío tu silla de caoba,
tiene el mármol tu quieta dulzura persistida
y bajo tu mirada una paloma tiembla.

Perdidamente humana pude sentirme un día,
pero un mundo de sombras desvaídas me llama
y a un sueño interminable tu cama me convoca.

 

                                                     De Marta y María (1966)
 


                         ☙❦❧
  




                                 JARDÍN


Vuelvo a cruzar tus verjas, jardín, vergel amable
una noche, hace tanto, sabiéndome perdida
y deslumbrada, pero cierta en el rumor del agua
y el aroma que alzaba hasta un mirlo el parterre.

Vuelvo a cruzar tus verjas, desolación de hoy,
crueldad del tiempo y tuya, mientras canta el autillo
y los topos horadan el césped bajo el suelo;
tú, plenitud que fuiste,
ya olvidado el afán con que ibas penetrándome
por si yo mismo fuera, acaso, tu jardín.


                                                                                De De pérdidas y adioses  (2005)



 


                        ☙❦❧

 


                        LA MALETA

Bajo la cama tengo otra vez la maleta
pero no con la ropa en espera de un hijo.
Esta vez voy poniendo aquello que carece
de consistencia y forma, y es moneda, no obstante
¡qué otras cosas habrían de servirme llegada,
de improviso, la hora!

Ediciones preciosas de San Juan de la Cruz,
rosas de Alejandría,
los Cuadernos de Malte...
Mas no podré pasarlos: se va allí de vacío
si, por añadidura, no se nos ofreciera
otra riqueza contra la que no prevalece
el paso de los tiempos.

                                                                             De Marta y María - 1976



                          ☙❦❧ 




                        EL VACÍO

Sabré si he de durar lo que queda del día
cuando me sepa -como ahora- sola,
descubierta y sola
y a vuelta de una esquina que da entera al vacío,
en el tierno ejercicio de
aprender a quererte cada vez más deprisa,
porque la historia puede perderse en retrocesos
y el pasado emprender un camino de vuelta
que
ya estuviese, inadvertidamente, a punto de alcanzarme:
cuando huye el tiempo lo hace de puntillas.


 

                                                         DE    De pérdidas y adioses - 2005


 

                              ☙❦❧ 






               COMO UN ROCE EN SUS LABIOS

Que alguien pase mis páginas, pues que debo perderme
en la oscura raíz de mi arboleda. Puedo
escuchar cómo gime el silencio, y ya soy
solo un roce en sus labrios, aunque el escribidor de versos
solo sea alguien que habla de cosas que no entiende.
Que me recorta un soplo, y pueda ya alcanzar
-sin que quizás me entienda- a escribir cada día
una línea distinta para inventar la vida que me falta,
y me aprenda, y me olvide, pues me sé de memoria después de tantos años,
No deteriora el tiempo la belleza
la perfecciona en otra manera de hermosura.


                                                                             De De pérdidas y adioses (2005)






                    ☙❦❧



 

QUÉ PUEDO HACER SINO INVENTARTE

Qué puedo hacer en lo que va de instante 
de un tiempo sucedido y ya hueco de ti, 
si es que te tuvo; corazón, qué puedo 
hacer sino inventarte, alto tallo de luz 
que me haga a tu medida y tu abandono, 
sin dormición final, mi aliento frío. 
 
                                                                              De El umbral   (2011)










María Victoria Atencia nació en Málaga en 1931, ciudad a la que está vinculada su vida y su obra, tal como recoge el último verso de su poema "Exilio", «Andar es no moverse del lugar que escogimos». 
A los veinticuatro años contrajo matrimonio con Rafael León quien se convirtió en su guía y editor, incitándole a dedicarse de lleno a la poesía. Es una profunda admiradora de la poesía de San Juan de la Cruz y de  Rilke. Su propia obra se caracteriza por una forma de interiorizar la realidad como búsqueda hacia lo espiritual. Su poesía tiene la capacidad de acercarse a lo cotidiano de la experiencia para extraer matices insospechadamente trascendentes. Jorge Guillén la denominó como “María Victoria Serenísima”

Es una de las exponentes de la generación de los años 50 (Valente, Goytisolo, Gil de Biedma, Ángel González, Fco. Brines) que desde muy joven estuvo ligada a los poetas del grupo Caracola 
Su veintena de libros abarca medio siglo. Desde su inicial Arte y parte (1961), hasta El umbral (Pre-textos, 2011) ha desgranado su poética en libros tan señalados como Cañada de los ingleses (1961), 
Marta y María (1976), 
Los sueños (1976), 
El mundo de M. V. (1978), 
Paulina o el libro de las aguas (1984), 
La pared contigua (1989), 
Las contemplaciones (1997) o 
El hueco (2003).  
Quienes deseen acercarse a su poesía tienen a su disposición una excelente antología poética (1955-2010), en la editorial Renacimiento, con Prólogo de Guillermo Carnero: "Como las cosas claman".

María Victoria Atencia añade este Premio Nacional a una lista innumerable de galardones entre los que figuran el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana 2014, el Federico García Lorca que obtuvo en 2010 y el Nacional de la Crítica que ganó en 1998, entre otros.
 


LA POESÍA DE ATENCIA - según Sharon Keefe Uglade



LA POESÍA DE MARÍA VICTORIA ATENCIA O CÓMO CONTENER EL VUELO DE LA GENTIL OROPÉNDOLA 

Sharon Keefe Uglade
SOUTHWEST TEXAS STATE UNIVERSITY


Detengamos la sombra del sol en sus relojes, 
las aguas en sus ríos. Y por sólo este día 
que contenga su vuelo la gentil oropéndola.¹ 
María Victoria Atencia

EL VALOR TRANSCENDIDO

        Al hablar de la poesía de María Victoria Atencia es inevitable abordar el tema de la transcendencia, como pone en evidencia esta declaración de la autora sobre su propia poética: «Quizás la poesía no sea más que un modo de substitución por correspondencias personalmente halladas y de las que se espera una mayor luz hacia dentro y hacia afuera; de las que se espera un valor transcendido»². Según asevera Atencia en la misma poética, lo circunstancial, lo ocasional, lo coyuntural son una mutilación «de las infinitas posibilidades que el poema ofrece, de todas las infinitas posibilidades de un sueño»³. Traspasar la frontera del mundo sin límites de los sueños, de la imaginación, y de la creación posibilita la revelación de las últimas esencias de la realidad, pero llegar a ese «otro mundo» requiere un estado de total disponibilidad. La poeta-hablante de los textos atencianos se entrega a la espera, intensificada en las solitarias horas nocturnas.
        Entre los textos de Atencia que inducen a meditar sobre el proceso poético figura el siguiente titulado «La llave»⁴:

Me despoja de mí el silencio en las torres
que una llave de piedra o de plata me abren,
y a las veras del agua se desnuda de aljófar
y nácar la nostalgia. Deja escurrir el mirto
una gota de aroma que sacude a la alberca.
Puedo ungirme las yemas para dar luz a un ciego.
Discurro con la noche. Los cipreses se alzan.
Soy el vacío ya. Ni una voz me sostiene.

        El poema expresa que tanto la contemplación de objetos de arte, sugerida al nombrar sustancias naturales elaboradas por los escultores y los plateros («piedra» y «plata»), como la intensificación de los sentidos («aroma del mirto») sirven como llave de la disponibilidad poética. El título formula un concepto de la poesía como llave del espacio infinito de la imaginación. El poema describe el proceso de la espera y en el último verso el estado logrado de disponibilidad creativa: «Soy el vacío ya». 

        Además, el texto expresa el anhelo de alcanzar la esencia del pasado -la nostalgia desnuda de anécdota- y de transcender el fluir del tiempo y con ello la amenaza de la muerte. En el penúltimo verso la declaración «Los cipreses se alzan» hace presente la muerte pero simultáneamente, por el gesto del alzamiento, la transcendencia. En la obra de Atencia el estremecimiento del vuelo anuncia la anulación de la temporalidad. La palabra poética lograda detiene el fluir del tiempo confundiendo el pasado y el presente y transformando la memoria en texto. Para la poeta la poesía es también la llave de la epifanía de la belleza y de la plenitud de descubrir las esencias ocultas de la realidad. Contener el vuelo de la gentil oropéndola es una declaración metafórica de la poética atenciana: magnificar la belleza, parar el transcurrir de la vida, y traspasar los límites de este mundo. 



EL MUNDO REAL Y EL MUNDO POÉTICO 

        Antes de analizar un aspecto específico del discurso poético atenciano, el écfrasis, que se enlaza tanto con la visión «más allá donde las tablas vigentes de aquí no sirven» como con la manera original de expresar esa visión, es conveniente señalar otro aspecto general de su poesía. Aparte de la transcendencia es importante tener en cuenta lo que Pedro Salinas llama «mundo real y mundo poético» y Roberto Juarroz denomina «poesía y realidad». En el caso de nuestra autora se podría hablar con mayor precisión de la relación entre el mundo imaginario y el mundo cotidiano. 

        Hay en la obra atenciana algún reflejo de la depuración de la realidad que para Salinas ejemplifica Garcilaso y de la estetización que caracteriza a Góngora. Pero, en términos generales, la presencia del mundo real en la poesía de Atencia se asemeja más plenamente a la que Salinas propone como característica de las primeras décadas del siglo XX. Desde la perspectiva de los años 1930, el poeta de la generación del 27 observa como la realidad impone cada vez más su presencia en el texto poético: «He aquí por qué me parece que podemos afirmar que las relaciones entre mundo poético y mundo real son hoy más dramáticas que nunca lo fueron. La realidad maravillosa, múltiple, cargada de elementos poéticos se yergue e intenta colocarse, colocar su mundo real en ese espacio en que los poetas labraron siempre otro mundo, el mundo suyo, el poético»

        Con la ventaja del transcurso de unos sesenta años, las palabras siguientes de Juarroz refinan la formulación de Salinas: «La poesía es una mística de la realidad... El poeta mediante el verbo no expresa la realidad sino que participa de ella... El poeta es un cultivador de grietas. Fracturar la realidad aparente o esperar que se agriete, para captar lo que está más allá del simulacro». La poesía de María Victoria Atencia nos permite precisar aún más la relación poesía/realidad afirmando que la poeta es Receptora de la realidad, cuya presencia la punza invitándola a indagar su esencia en el poema.



Estos son los primeros párrafos del ensayo de Sharon Keefe Uglade, experta en M.V. Atencia de la Universidad Southwest de Texas. El artículo completo está incluido en las Actas XIII Congreso AIH (Tomo II) y está publicado aquí, en la web del Instituto Cervantes.






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1.- María Victoria Atencia, El mundo de M. V., Madrid: ínsula, 1978, pág. 15. 
2.- María Victoria Atencia, «Poética», Nave de piedra, Málaga: Col. Tediria I. B. Sierra Bermeja, 1990, pág. 7. 
3.-  Ibid., pág. 8. 
4.- María Victoria Atencia, Paulina o el libro de las aguas, Madrid: Trieste, 1984, pág. 34.
5.- Pedro Salinas, Mundo real y mundo poético y dos entrevistas olvidadas. 1930-1933, Valencia: Pre-textos, 1996, pág. 34. 
6.- Ibid
7.- Roberto Juarroz, Poesía y realidad, Valencia: Pre-textos, 1992.
8.- Salinas, op. cit., pág. 72. 
9.- Juarroz, op. cit., págs. 21 y 24