viernes, 17 de noviembre de 2023

LOS ASESINOS de la LUNA - de Martin Scorsese



Salgo de la película decepcionado.
La historia merece la pena contarse -el expolio racista de los indios Osage- y sus 3 horas y media se siguen con interés -Scorsese nunca aburrirá-, pero el desarrollo de la trama resulta plano y los personajes carecen de profundidad.

Lo peor de todo es que el engaño del hombre blanco hacia el indígena es tan mostrenco que sonroja. No hay tensión. Más que maldad hay una burda mezquindad. Un descarado saqueo avalado por una ley arbitraria perpetrada por los blancos.

Los indios Osage han sido expulsados primero de Missouri y luego de Arkansas hasta ser confinados finalmente en un territorio perdido de la mano de Dios en Oklahoma... pero resulta que al poco tiempo descubren que el subsuelo está pletórico de oro negro. Los yacimientos de petróleo que encontraron en 1894 convirtió a la Nación Osage en la más rica del mundo... y objeto de envidia por parte de los colonos blancos. El derroche y la ostentación -mansiones, coches, joyas, criados- hizo que los colonos les acusaran de incompetentes para administrar semejante riqueza y, efectivamente en 1908, el Congreso de EEUU otorgó a los tribunales de aquellos condados la capacidad de considerar a los indígenas "menores e incompetentes". De este modo el tribunal podía nombrar un tutor blanco para supervisar los asuntos financieros de cualquier Osage. ¿¡!?😕

Una delegación Osage con el presidente Calvin Coolidge en la Casa Blanca el 20-enero-1924


En 1921 el Congreso todavía llegó más lejos en su "protección" hacia los pobres Osages. Aprobó un ley que los consideraba incompetentes para manejar su inmensa riqueza; obligándoles a canalizar sus pagos, compras y ventas a través de tutores -por supuesto blancos- designados por los tribunales.

El abuso y el expolio fue tan racista y repugnante que no sé cual hubiese sido el mejor modo de relatarlo. Scorsese se centra en la época de los años 20 denominada "reinado del terror", cuando murieron o desaparecieron cerca de 60 indígenas en una evidente conspiración para arrebatarles sus derechos y riquezas. Muchos hombres blancos casados con indias no se conformaron con compartir su riqueza y llegaron a asesinar a familias enteras para asegurarse la herencia. 

La principal mano negra que estuvo detrás de estos crímenes fue William King Hale, un ganadero blanco con buenos contactos políticos que se autoproclamó "Rey de las colinas Osage". El tipo se mostraba sumamente paternal con los indígenas y acumuló poder y prestigio repartiendo favores que luego se cobraba con creces.  




Con la Primera Guerra Mundial recién concluida, la fiebre del petróleo se disparó entre aquellos que buscaban hacer fortuna. Ahí es donde aparece el joven Ernest Burkhart (Leonardo DiCaprio), sobrino de William Hale (Robert de Niro); un soldado recién licenciado y sin blanca. Rápidamente su tío le busca novia, una joven india (Mollie) cuya familia ostenta los derechos de una buena explotación petrolera. Ahí tienes tu oportunidad, le dice su tío... porque si se diera el caso de que la madre y las hermanas de Mollie murieran, el marido de ésta sería el heredero de una fortuna. 

Ernest Burkhart no es más que un pobre buscavidas y su tío un tipo taimado y sin escrúpulos. Tampoco los sicarios que contratan son más que unos granujas desastrados. De ahí que la película no despegue. Todo es demasiado ramplón. A veces todo parece una ocurrencia. King Hale convence en unos pocos segundos a un tipo para que mate a alguien o atraque esa misma noche un banco. Muchas de las películas de Scorsese comparten una especie de romantización del crimen como forma de poder y ascenso social. Eso tampoco aparece. No hay goodfelas ni códigos de honor, sólo unos tipos ruines y arteros. Tampoco encontramos ningún tipo de debate o duda moral. 

Para colmo los indios Osage aparecen como meros comparsas. No escuchamos su voz. Scorsese ha admitido que, en cierto punto de la concepción del filme, reescribió el guion por sentirlo excesivamente centrado en los criminales. Corrección que apenas ofrece el fruto de ilustrar la visita a la Casa Blanca por parte de una comisión de indígenas para pedir una investigación sobre los crímenes. La película carece de la épica de los perdedores y su interés radica, sobre todo, en haber rescatado una historia que contradice el relato oficial de bravos colonos y audaces empresarios que expandieron la grandeza del país.



La segunda parte está ocupada por la investigación de una agencia precursora del FBI, pero tampoco resulta excitante sino más bien "casi administrativa". De hecho el libro de David Grann en el que está basada la película -Los asesinos de la luna, 2017- delata cómo esta investigación estuvo plagada de negligencias y errores por parte de las autoridades. Aunque hay que reconocer que esta parte es en la que Di Caprio justifica su presencia en el film. Antes se había mostrado como un verdadero memo que estaba a lo que caía, pero en el momento de ser detenido, y tener que decidir si delatar o no la conspiración, sí es capaz de mostrar las contradicciones de un tipo débil de carácter, enamorado realmente de su mujer india, pero que no tiene empacho en envenenarla a instancias de su poderoso tío.

La narración se estira en situaciones poco relevantes y hubiese merecido una condensación mayor. Da la sensación que ha habido muchos discusiones en la mesa de guionistas sobre cómo armar una película que, al final,  parece un conjunto deslavazado de escenas. Comienza con un repaso de muertes indias que no se investigaron, luego se inicia la historia de un joven Burkhart carente de interés y con la presencia de su tío en un segundo plano muy desdibujado. Tampoco tiene mayor desarrollo la corrupción generalizada de las fuerzas vivas. Finalmente asistimos a la investigación judicial que se desarrolla un poco a salto de mata. 

La secuencia final es un pegote que Scorsese se ha inventado aunque resulta curioso y atractivo. Se trata de un espectáculo de radioteatro -la grabación de un podcast diríamos hoy- donde podemos ver a los actores, músicos y técnicos de efectos narrando en directo el destino de cada protagonista. En una especie de homenaje el propio director aparece narrando el trágico final de Mollie Burkhart (Lily Gladstone).






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La Nación Osage fue un pueblo de grandes guerreros especializado en la caza de bisontes. Lucharon junto a los franceses y contra los españoles por el control de la región del Mississippi en el siglo XVIII. Estuvieron presentes en la guerra de Secesión (1861-1865), tomando partido por los confederados. Asimismo tuvieron un papel activo en el Ejército estadounidense tanto en la Primera como en Segunda Guerra Mundial.

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