Esta historia de pescadores de montaña chorrea un agua oscura y mefítica por los cuatro costados. Muertos que se ponen en pie con la textura de los peces, casas que esconden océanos de pesadilla en sus entrañas, magia negra y un Leviatán colosal capaz de distorsionar tiempo y espacio. La historia gira alrededor de pactos malignos en busca de redención, leyendas que perviven desde tiempos remotos y una figura misteriosa y temible conocida como El Pescador.
Abe y Dan son dos amigos que están pasando el duelo de haber perdido a sus esposas, el primero por cáncer y el segundo en un accidente automovilístico. La tragedia les ha convertido en pescadores aficionados en busca del lugar más recóndito donde perderse y pescar. Pero cuando llegan al "arroyo del Holandés", en las lejanas montañas Catskill, se topan con la leyenda de El Pescador, una figura legendaria que proviene de la época de los antiguos colonos procedentes de Hungría y Alemania.
Desde su mismo comienzo la novela nos remite a Moby Dick: "No me llaméis Abraham: llamadme Abe". Con ese espíritu el autor nos lanza a la aventura ౼no de la caza del monstruo blanco౼ sino de un ominoso mundo escondido en las entrañas de las montañas Catskill donde habitan monstruos marinos y océanos tenebrosos que nos recuerdan a las pesadillas de Lovecraft.
Los dos compañeros acuden a aquellos parajes empujados por la desesperación ౼Abe jura que a diario escucha la voz de su difunta esposa౼ y agarrados al atisbo de un endemoniado consuelo, la posibilidad de recuperar a sus esposas muertas.
Traugott Schiess, Paisaje de montaña |
La novela se articula en tres partes.
La primera se centra en la tragedia que asalta a Abe y Dan y cómo su duelo los empuja a lugares cada vez más remotos donde pescar. Ocupa el primer cuarto de la novela y resulta un poco lenta al estar centrada en el drama emocional de estos dos hombres; pero finalmente se aprecia como necesaria para entender su posterior resolución ciega.
La segunda constituye la almendra de la narración y tiene la forma de un cuento de terror incrustado dentro de la novela: La leyenda de El Pescador es referida a los dos protagonistas por el dueño del último restaurante que encuentran por aquellos aquellos lares. Una leyenda que acompañó a los antiguos colonos desde Hamburgo, a donde llegó un joven también desesperado por la pérdida injusta de su esposa. Decidido a traspasar cualquier frontera con tal de recuperarla encontró la clave en un libro esotérico que le proporcionó un experto en alquimia: Las palabras secretas de Osiris.
A finales del siglo quince, los húngaros libraron una guerra con los turcos para expulsarlos del país. El joven y su familia quedaron retenidos dentro de las fronteras. Su esposa era turca, la hija de un mercader que había seguido al ejército otomano hasta Buda. El joven pensó que, si no llamaban la atención de nadie, los dejarían en paz a él y a su familia. Estaba equivocado. Khunrath desconocía las circunstancias exactas, solo sabía que la mujer y los hijos de este hombre fueron pasados a cuchillo por los soldados húngaros. Los húsares apuñalaron asimismo al joven, pero él sobrevivió. Después de enterrar a los suyos, huyó al oeste, a Viena. De Viena pasó al norte, primero a Praga, luego siguió Elba arriba atravesando Dresde, Magdeburgo y Wittenberg, hasta alcanzar Hamburgo. En cada ciudad que iba jalonando en su ruta, y en algunas otras que dejaba atrás, no dejaba de buscar a hombres como Khunrath.
—Magos —dice Italo.
—Eruditos —corrige Rainer— con intereses comunes.
—¿Por qué se hacía llamar el Pescador? —pregunta Jacob.
—Sí, ¿por qué? —intervienen Angelo y Andrea al unísono.
Rainer arruga el entrecejo. No le gusta adelantar acontecimientos. Al cabo, dice:
—Porque el hombre quiere pescar uno de los Grandes Poderes.
—¿Qué Gran Poder? —tercia Italo—. ¿Te refieres a un demonio?
—No —aclara Rainer—. Es algo más. Los antiguos egipcios lo definían como una gran serpiente con cabeza de pedernal, una hija de las tinieblas y el caos. —Al percatarse de las miradas que le sueltan los demás, Rainer suspira y añade—: Es lo que en la Biblia se conoce como el Leviatán.
Este relato oral será la inspiración definitiva que buscaban Abe y Dan para lanzarse de cabeza, en la tercera parte, a un viaje más allá de los límites de la realidad. Allí vivirán en sus propias carnes la obsesión de ese nuevo capitán Ahab que, en las entrañas de las montañas Castskill, se enfrenta eternamente a un gigantesco monstruo marino en un océano negro y devastador. Ver adentrarse a los dos viudos en un territorio donde presente y pasado colisionan resulta de lo más siniestro.
El estrecho de Puget en el Pacífico (detalle), Albert Bierstadt, 1870. |
A través de una antigua mansión nuestros dos protagonistas accederán a un mundo de pesadilla impulsados por una obsesión alimentada por la culpa, recuperar a sus mujeres. ¿No estarías dispuesto a cualquier cosa para conseguirlo? El relato de El Pescador es el clavo ardiendo al que ambos se agarran y que ejerce de catalizador.
Efectivamente después de morir su mujer, Abe se levantó un día pensando "necesito ir a pescar"... Y eso le salvó del alcohol y la depresión. Ese pensamiento le ayudó a perfilar su destino e incluso le hizo pensar en una especie de predestinación; como si su mujer, desde el más allá, le hubiese empujado a la pesca.
"Con cada año que pasaba, no dejaba de pensar si no sería que Marie no había abandonado este mundo, sino que más bien se había adentrado más en él. Al estar rodeada de tierra, acaso había penetrado en ella, en el suelo, en el agua, hasta haber acabado formando parte de estos elementos. Tal vez había encontrado la manera de llevarme otra vez a su lado."
También Dan logró rescatar de su memoria la referencia al arroyo de El Holandés que descubrió en el diario de pesca de su abuelo. Allí había una nota que decía, "Vi a Eva", su mujer muerta ocho años atrás... Remontar el arroyo corriente arriba hasta traspasar las fronteras de la realidad se convierte entonces para ambos en una imperiosa necesidad.
El autor consigue una novela de poderosa evocación a través de dos métodos. Por un lado inocula al relato la vieja sangre de lo legendario colocando en su mismo centro una leyenda cuyos ecos vienen rebotando desde siglos remotos. A Dan y Abe se lo cuenta Howard, el tabernero, que había conocido la historia por el reverendo Mapple, al que le habían llegado noticias entrecortadas que logró aclarar con la confesión de la anciana Lottie Schmidt. Ella es quien le refiere la llegada, a La Estación de tramperos y comerciantes en que vivía, de un misterioso hombre de negro en un tílbury cuyas ruedas lucían "unos símbolos a modo de jeroglíficos".
Por otro lado el relato se ancla en una realidad muy física. Las montañas, los riachuelos y los bosques despliegan una poderosa presencia, lo que no evita que en lo más profundo de ellos se desdibuje la frontera entre realidad y pesadilla. Langan ha logrado crear una ambientación ominosa contando con la naturaleza como fuerza malévola.
El libro cuenta con un buen puñado de escenas terroríficas. Por ejemplo la primera vez que quedan los dos amigos y el narrador tiene un sueño en el que "pesca" a su mujer, en un río muy profundo. Es una escena onírica realmente espeluznante. O el asalto de Hellen, regresada de entre los muertos, a la joven Lottie. O la entrada de los tres colonos en la mansión Dort cuando sospechan que se ha convertido en otra cosa: el camino de acceso se defiende de los intrusos con árboles fantasmagóricos y muros de agua negra que los hace sentirse como en un túnel amenazante o "como Moisés atravesando al Mar Rojo", tal como dice uno de ellos. Por supuesto la visión de El Pescador batallando implacablemente contra el Leviatán para forzar el tiempo y el espacio resulta sobrecogedora. Por cierto, lo mismo que la última imagen con la que el narrador cierra el libro.
La narración está impregnada de una sensación de peligro inminente. Desde un determinado momento los pescadores se encuentran en un territorio donde el mal campa a sus anchas. El estilo del narrador denota constantemente que todavía le aterroriza rememorar los hechos que vivió; a veces se adelanta y luego se arrepiente, generando expectativas sobre la maldad que se avecina. Es habitual que se dirija al lector: "Os podríais estar preguntando por qué miraba tanto esa pintura si no entendía nada, y haríais bien".
Finalmente señalar que la obra tiene un gran poso emocional. A Dan y Abe les guía el dolor. La tragedia sufrida les empuja a creer que hay algo más en esta vida y el oscuro océano del Leviatán está acechando debajo de todo. Dan incluso se plantea que la realidad no es más que una máscara que nos interroga sobre lo que esconde detrás.
Últimamente tengo unos pensamientos de lo más extraños. Te lo juro. Cuando miro las cosas, cuando miro a las personas, me digo para mis adentros: «Nada de esto es real. Todo no es más que una máscara». Como esas máscaras de papel maché que hicimos para una de las obras de teatro del colegio cuando era niño. ¿Qué obra era? Debió de ser Alicia en el país de las maravillas, pero no me acuerdo. Ojalá pudiera acordarme de esa obra. Ojalá pudiera. Todo es una máscara, Abe, y la pregunta del millón es: «¿Qué hay debajo de la máscara?». Si pudiera romperla, si pudiera cerrar el puño y hacerle un agujero —Dan soltó un puñetazo en la mesa, haciendo tembletear los platos—, ¿qué me encontraría? ¿Solo carne? ¿O hallaría algo más?
(...)
Tal vez quien sea, o lo que sea, que esté dirigiendo la obra no es tan bueno. Puede que sea un malvado, o un loco, o que esté aburrido, o que no ponga ningún interés en el asunto. Acaso todos seamos un completo error, un error absoluto, y si miráramos lo que hay detrás de la máscara, aquello que veríamos nos destruiría. ¿Te has sentido así alguna vez?
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John Langan es autor de dos novelas, The Fisherman y House of Windows, y de tres colecciones de cuentos, Sefira and Other Betrayals, The Wide, Carnivorous Sky and Other Monstrous Geographies, y Mr. Gaunt and Other Uneasy Encounters.Con El Pescador (The Fisherman) ganó los premios Bram Stoker (en 2016) y This Is Horror. Con Paul Tremblay, Langan coeditó Creatures: Thirty Years of Monsters. También es uno de los fundadores de los Premios Shirley Jackson, para los cuales se desempeñó como jurado durante sus primeros tres años. Actualmente, hace reseñas de terror y fantasía oscura para la revista Locus. En 2020, Word Horde Press publicó su cuarta colección, Children of the Fang and Other Genealogies.
John Langan vive en Hudson Valley en Nueva York con su esposa, su hijo menor y muchos animales. Tiene un cinturón negro de primer grado en el arte marcial coreano de Tang Soo Do.
John Langan vive en Hudson Valley en Nueva York con su esposa, su hijo menor y muchos animales. Tiene un cinturón negro de primer grado en el arte marcial coreano de Tang Soo Do.
Las inquietas editrices de La Biblioteca de Carfax prometen más John Langan para 2024, su antología de relatos «Corpsemouth and other autobiographies»
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