miércoles, 19 de julio de 2023

SLOW HORSES - de Will Smith



¡Pero qué buena es Slow Horses!
Una serie de espías con todos los ingredientes y en la mejor sazón: tramas intrincadas, persecuciones, celadas, asesinatos, un poco de acción y un toque inigualable de humor negro. Todo viene de los libros de Mick Herron, dignísimo heredero del maestro John Le Carré, que se centran en La Casa de la Ciénaga (Slough House), una cloaca inmunda en donde el MI5 recluye a los agentes que la han cagado, esos caballos lentos (slow horses) a los que nadie quiere ver... aunque estos caballos en horas bajas todavía te pueden soltar una coz. Son disfuncionales y metepatas pero si pretendes joderlos pueden llegar a ser muy audaces. Además, tienen un vínculo en común, harían cualquier cosa por redimirse.

Mick Herron (Newcastle, 1968) sigue el dictado del maestro Le Carré que ponía el acento en las personas, en lugar de centrarse en la misión, la aventura glamurosa o la tecnología tal y como hacían las novelas de James Bond. Y para escribir sobre la gente de a pie, Herron no encuentra nada mejor que escribir sobre personas que fracasan, gente a la que el sistema les ha dado la espalda arrojándolos a un piso abandonado y sometiéndolos a una grosera rutina burocrática con el objetivo de que entreguen sus placas.






Uno de los principales activos de la serie es un impresionante Gary Oldman interpretando al director de la Casa de la Ciénaga, Jackson Lamb. Lamb es un tipo brillante a la vez que zafio e irascible. Tuvo su momento de gloria en plena Guerra Fría, pero un par de misiones fallidas acabaron sepultándolo en este antro. Rumia las horas y su amargura dándole a la botella y fumando como un cosaco. Está de vuelta de todo y su porte es sucio y avejentado. Le gusta tirarse pedos para subrayar su desprecio hacia todos (sobre todo cuando se reúne con su jefa, Diana Taverner -Kristin Scott-Thomas-, a la que suele recibir con un fétido cuesco). Lleva la misma camisa durante días y una gabardina tan ajada que la desecharía el mismísimo Colombo. Parece más despistado que nunca, pero cuando, de pronto, quieren utilizarlo como chivo expiatorio, el zorro que lleva dentro despierta y nos demuestra que no hay tipo más avispado para verlas venir.

Sólo por la personalidad cáustica e irreverente de Lamb ya merecería la pena leer los libros y ver la serie; pero es que encima hay que añadir unas tramas de lo más enrevesadas y un puñado de personajes estrafalarios que componen un cóctel de lo más apetecible.

La T1 comienza con el yerro de River Cartwright (Jack Lowden), un joven y apuesto agente, nieto de una leyenda retirada del MI5 (Jonathan Pryce), que fracasa en su intento de detener un ataque terrorista en el aeropuerto de Stansted. A su llegada a la Casa de la Ciénaga Jackson Lamb le encarga investigar la basura de un periodista conspiranoico, muy bien relacionado con la extrema derecha. Cartwright está perdido y le pregunta a Lamb: "pero, ¿qué estoy buscando?" A lo que Lamb le responde con supremo desprecio: "Los restos perdidos de tu prometedora carrera". 
Qué mala leche. 
Para continuar del mismo modo: “¿Estamos tirando de alguna información o esto es una lotería?”: pregunta que obtiene un nuevo desaire: “Sí, pero tú no puedes hacer preguntas. Eso es un privilegio de los que no la han cagado hasta el fondo."

Pero pronto la prensa y televisión empiezan a hacerse eco de una noticia impactante: se ha producido el secuestro de un estudiante inglés de origen pakistaní por parte de un grupúsculo de extrema derecha autodenominado Los Hijos de Albión. El asunto adquiere máxima audiencia cuando anuncian que lo van a degollar en directo a través de internet, como suelen hacer los yihadistas. Ésta es una las mejores características de las tramas, su palpitante actualidad. En esta T1se refleja el odio al inmigrante como tema central del Brexit y el ascenso tenebroso de la extrema derecha por toda Europa. Mientras que la T2 se centra en los tentáculos que los oligarcas rusos tienen dentro de la economía británica y su relación con el poder en Rusia... y ya sabemos cómo se las gasta el criminal Putin.



Si la Casa de la Ciénaga está llena de gente torpe, los descerebrados secuestradores no le van a la zaga. En su escondrijo se muestran no como caballos lentos sino cojos y cegatos. Lo que parece claro es que son meros peones de alguien que les dirige en la sombra y Jackson Lamb es un tipo que siempre ve un poco más allá. Por eso cuando la operación de rescate se pone en marcha, el viejo zorro le comenta a uno de sus agentes: “¿Crees que es una coincidencia que Taverner dirija una operación especial contra la extrema derecha justo cuando unos nacionalistas mentecatos secuestran a ese chico?" Y ante la perplejidad del agente, le tranquiliza: “No te preocupes, era una pregunta retórica.” Posteriormente sabremos que en el grupo filofascista hay un agente infiltrado y que el MI5 está más preocupado por instrumentalizar políticamente el secuestro que por salvar al muchacho. Esto es lo que tiene la alta política, que la vida de un ciudadano le importa una mierda.

La serie (y los libros) tienen el atractivo de que interesa tanto la acción principal como la vida de estos proscritos arrumbados en la Ciénaga. Está el típico friki de la informática, el chivato de turno y una pareja de blanditos agentes que resultan conmovedores. El propio Lamb mantiene una extraña relación con su adjunta Katherine Standish (Saskia Reeves), cuya amistad es evidente que viene de largo. A pesar de los desplantes del gruñón director ella le admira y vigila que todo esté en orden. Deja entrever que arrastra la carga de una tragedia personal en la que Lamb tiene algo que ver.



Jackson Lamb es un entrañable dinosaurio, un tipo de otra época que desprecia tanto a su equipo que cuando los oye llegar a la oficina por la mañana murmura: "Amanece un nuevo día en el servicio de desinteligencia". Incluso cuando la oficina central ordena detener a todos los “caballos lentos” como chivos expiatorios, Lamb los reúne en secreto, por la noche, en un cementerio y les dirige esta alocución:

"-Estamos perdidos. (le dicen)
-Oh, no sabéis hasta qué punto. A ver. Yo no soy de dar discursitos, pero este es un momento importante y si todo se va a la mierda puede que no os vuelva a ver. Sois una pandilla de inútiles, sin excepción. Trabajar con vosotros ha sido como cortarse las venas. Pues eso (e inicia la retirada).
-Espere, y qué hacemos nosotros.
-Procurad que no os pillen. No creo que tarden en llegar aquí más de media hora.
-Podemos intentar salvar a Hasan.
-Eso seguro que lo acabaría matando. Id a encerraros por ahí, en algún baño.- Les dice mientras se va con Cartwright quien le indica:
-Los estaba provocando para que actúen ¿no?
-¡Qué coño! He dicho lo que pienso. "

Aunque también hay que decir que cuando más aprieta la Taverner para hacerlos cargar con el muerto, Lamb los defenderá: "Son un atajo de putos perdedores, pero son mis perdedores".



La novela Caballos Lentos fue publicada en 2010 y después vinieron “Leones muertos” (Dead Lion, 2013) y “Tigres de verdad” (Real Tigers, 2016). Todas pertenecen a la serie de La Casa de la Ciénaga, también conocida como serie de Jackson Lamb. La editorial Salamandra comenzó a publicarlas en España en 2018. En Mayo de 2022 publicó la cuarta, “La calle de los espías” y este próximo mes de Septiembre publicará la quinta, “Las reglas de Londres”; mientras que en inglés la serie ya ha llegado a once títulos. En la adaptación dramática hay ligeros cambios para actualizar los hechos, pero está claro que ha sabido mantener el tono ácido e irreverente de los libros, junto con el estado de ánimo de los personajes.

La T2 está basada en el libro “Leones Muertos” y comienza de la forma más intrigante. A un anciano que regenta un Sex Shop en pleno Soho, le llama la atención un hombre que se ha parado justo delante del escaparate mientras habla por teléfono. El tipo le recuerda a alguien de su pasado. Comienza a seguirlo hasta una estación de tren, luego por la calle bajo la lluvia y finalmente se suben a un autobús. Allí el anciano comienza a sentirse mal pero, antes de caer muerto, escribe una palabra clave en su móvil y lo esconde en un lateral del asiento. El perseguido escapa.

Todo indica un ataque al corazón, pero Jackson Lamb no opina lo mismo. El muerto no es otro que Dickie Bow, un mítico espía que trabajó muchos años en Berlín durante la Guerra Fría. Finalmente, fue expulsado tras asegurar que fue secuestrado e insistir en que había oído hablar de “cigarras”, espías durmientes, en Londres. Mientras Lamb se pone a investigar la muerte de Bow, dos de sus “caballos lentos” son asignados a proteger a un oligarca ruso de visita en Inglaterra, con el que el MI5 está negociando varios acuerdos.



Lamb conocía perfectamente a Dickie y su forma de actuar, por eso encuentra el teléfono móvil con la palabra “cigarra”. Sospecha que hay algo de aquellos años de plomo en Berlín que se cierne sobre el presente. En el MI5 llamaban a los agentes durmientes "leones muertos". Pero, si ahora están saliendo a la luz, ¿por qué después de tantísimo tiempo? Lamb lo sospecha y así se lo explica a River: “los rusos operan a largo plazo, tienen una gran capacidad de sufrimiento. No perdonan. Los cabrones nunca se rinden.” La muerte de Dickie y toda la información que está aflorando no interesa ya a nadie... excepto a él mismo y a su viejo contrincante, Alexander Popov, una antigua leyenda soviética que es, quizás, el hombre más peligroso del mundo.

En paralelo a la muerte de Dickey, el agente preferido de la Taverner ha organizado una reunión con un magnate ruso crítico con el Kremlin. Para cubrirse las espaldas ha implicado a dos agentes de La Casa de la Ciénaga... aunque no sabe en el avispero que se está metiendo. Los oligarcas y Putin están jugando a un peligroso juego de poder en el que Londres sólo es el tablero.

Esta segunda temporada tiene un aroma de "rencillas antiguas" que es como se titula el último episodio. Odios que vienen desde la Guerra Fría y que pretenden cobrarse hoy. El desenlace de la temporada es un prodigio de narrativa y tensión ya que se produce en tres frentes. El ataque con bomba de un agente durmiente, Lamb contra su antiguo némesis y hasta está implicado el abuelo de River Cartwright. Una maravilla.



La serie tiene un innegable tono amargo y desengañado. Las operaciones del MI5 son siempre ruines y turbias, carentes de cualquier nobleza. Allí cada uno lucha por su propio estatus en medio de una flagrante ineptitud... por eso necesitan a La Casa de la Ciénaga, para tener disponible siempre una cabeza de turco. Tampoco en los dominios de Lamb hay ni una pizca de glamour; pero son precisamente sus "pringaos" los que se empeñan en arreglar los desaguisados. Acabada la Guerra Fría desapareció ese mundo casi romántico del espionaje y sus reconocibles reglas. El 11-S, el ISIS o Putin lo ha reactivado pero ampliando su espectro hasta lo más vil y despiadado.



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Slow Horses cuenta con un gozoso tema principal compuesto y cantado por Mick Jagger, fan confeso de las novelas de la Ciénaga.
La serie consta de 2 temporadas con 6 episodios cada una.
Está aprobada una tercera temporada.

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