sábado, 29 de julio de 2023

EN LA CABEZA de SHERLOCK HOLMES - de Cyril Lieron y Benoit Dahan



EN LA CABEZA de SHERLOCK HOLMES. 
El caso de la entrada misteriosa.

En la cabeza de Sherlock es un puzzle típicamente holmesiano tanto en la trama como en la forma donde se ponen gráficamente de relieve todos los ingredientes clásicos del virtuoso de Baker Street: su acumulación de datos, sus correrías por Londres en busca de pistas e incluso el curso de sus deducciones.

En la serie TV “Sherlock”, adaptación magistral del detective al siglo XXI, hay un momento en que Watson nos informa que Holmes posee un “castillo de la memoria” donde archiva todo tipo de información perfectamente clasificada y a la que puede acceder de forma casi mágica. En el episodio Los perros de Baskerville esta información fluía a través de la pantalla en forma de palabras clave, mientras que en el episodio Su último voto Sherlock literalmente se recluye en su Palacio Mental para evitar morir tras recibir un disparo.

Pues bien, este cómic tiene la fascinante cualidad de que nos invita a entrar y recorrer esas maravillosas estancias mentales del detective victoriano, permitiéndonos seguir el hilo de sus razonamientos mientras recorremos su arquitectura fabulosa.

Todo esto ya se entrevé desde los dos elementos iniciales que abren el volumen. Por un lado, en la ilustración de la portada ya vemos a Sherlock Holmes recorriendo su biblioteca mental poblada con estanterías gigantescas donde están clasificados sus casos, datos y técnicas. Mientras que en la cita que abre el libro, perteneciente a la primera novela –Estudio en Escarlata- es el mismísimo Holmes quien lo razona: “Verá, yo considero que el cerebro del hombre es, originariamente, como un pequeño desván vacío. El artesano hábil tiene mucho cuidado de lo que mete en el desván, en su cerebro”.

Esto es lo que define este cómic y es lo que desde el primer instante nos subyuga, un apartado gráfico absolutamente original y efectista que logra plasmar en viñetas el fluido mental de Holmes.
Pero empecemos.


Todo es muy clásico en esta nueva historia: primero el hastío de Holmes, luego el vigor para seguir las pistas recorriendo el muy característico callejero de Londres y finalmente la repercusión de una historia pretérita en un enigma que implica al gobierno de su Majestad. Así que Holmes está mortalmente aburrido cuando traen a su puerta un misterioso hombre. Se trata de un viejo amigo del Dr. Watson que ha sido rescatado por la policía mientras corría por las calles totalmente trastornado. Un comienzo típicamente holmesiano ya que el hombre está aquejado de amnesia y su historia supone para Sherlock todo un reto.
Que comience el juego.

Rápidamente Sherlock hace inventario de esos indicios que sólo él es capaz de apreciar: tiene la clavícula rota y la nariz irritada, lleva una pantufla de mujer en el pie derecho y señales de haber rodado por el suelo, además de llevar prendidas unas ramitas de tejo. Pero todo adquiere definitiva relevancia cuando descubre un polvo misterioso sobre su ropa y una entrada muy particular para ver un espectáculo teatral. Sherlock comienza a sospechar que se encuentra ante una víctima aislada de un complot de mayor alcance que se está fraguando tras la fachada de un espectáculo de magia china.

Después de deducir que se cayó de un carruaje y de recorrer los lugares de Londres donde hay tejos, Sherlock se encuentra con el inspector Lestrade que investiga el ahogamiento de una mujer en el Támesis. Ella también es portadora de un ticket para la misma función. Los ideogramas que aparecen en cada entrada, así como el papel y la tinta llevarán a Sherlock hasta el teatro donde se desarrolló el espectáculo. Allí encontrará más entradas que tienen la particularidad de incluir en una esquina distintos ideogramas chinos. Cuando Holmes consulta su significado descubre que significan profesiones: doctor, profesor, etc. La sorpresa es que los tickets del amigo de Watson y de la mujer ahogada, llevaban el mismo ideograma, un “pato”, cuyo significado es “sin valor”. En este punto Sherlock ya sabe que se enfrenta a una maquiavélica mente criminal que ha urdido una compleja conspiración. ¿A quiénes se repartieron los tickets y por qué había que distinguirlos?



















Aunque, como se ve, la historia tiene reminiscencias del clásico relato “La liga de los Pelirrojos” (por la sociedad secreta china), la historia y su desarrollo son totalmente originales y se entrelazan, además, con un antiguo escándalo del 60º Regimiento de los King´s Royal Rifles, durante las guerras del opio en China. 

La intriga del caso nos seduce y la ambientación en el Londres victoriano es un deleite, pero sin duda, lo que nos fascina, es su desarrollo visual. En los relatos de Conan Doyle, Watson nos describía la cara visible de Sherlock Holmes. En cambio, esta investigación inédita nos permite penetrar en la mente del mayor genio de la deducción, seguir el hilo de su razonamiento y visitar las estancias más secretas de una mente sin igual.

El diseño gráfico de cada página es deslumbrante y muy elaborado. Hay páginas donde se nos invita a doblarlas para componer una viñeta nueva o colocarla al trasluz para descubrir una pista. Como se ve el contenido y el continente se entrelazan alrededor de la magia. La composición de cada página (sea individual o doble que son muy numerosas) supone una viñeta más puesto que el conjunto de viñetas crea una viñeta nueva. Así nos encontramos con una página que está distribuida como si fuese el periódico que está leyendo Watson, cuyas manos aparecen en los laterales. O cuando Holmes se enfrenta contrarreloj al criminal y las viñetas se ordenan formando un reloj de arena. Genial.

No puedo dejar de señalar el modo en que Benoit Dahan refleja el hilo de las deducciones de Holmes: ¡dibujando un hilo! que recorre las páginas mientras engarza pequeños camafeos donde se recogen las piezas de esas deducciones. Ese hilo que serpentea entre las viñetas es una metáfora maravillosa de la secuencia razonadora de Sherlock y también está marcada con una cita que aparece al principio de la 2ª parte: “Ya me imaginará, Watson, escuchando con la máxima atención esta extraordinaria secuencia de acontecimientos e intentando coordinarlos, distinguir el hilo común que los unía a todos”. La cita pertenece al clásico relato  El ritual de los Musgrave y junto al tono y al desarrollo tan holmesiano del volumen, demuestra una ferviente lectura de la obra de Conan Doyle.

Las páginas dobles son magníficas por cuanto exponen cada uno de los procesos mentales de Holmes. Muchas de ellas son “a sangre”, sin límites, como la mente de Holmes. En una se nos muestra su cabeza repleta de habitaciones y en otra está Holmes situado en el centro mientras a su alrededor se organizan las viñetas que van sumando las informaciones. Otra recoge el escenario completo del interior de un barco donde se produce el enfrentamiento final. Un verdadero festín visual.
 


El tono general de la obra es el sepia, lo que junto al diseño de las viñetas y las páginas da al conjunto el aspecto de un grabado de época, cuya estilización y profusa ornamentación nos hacen recordar al mismísimo Aubrey Beadsley. Además se trata de una edición muy cuidada que respeta el formato concebido por los autores, con portada troquelada y un papel de calidad en tonos ocres que convierten la lectura en toda una experiencia.

El callejero de Londres, como siempre ocurre en las aventuras de Holmes, constituye un personaje más de una trama que está jalonada por 5 lugares perfectamente reconocibles que visitaremos con el detective: Bartholomew Hospital, Tower Hamlets Cementery, St George-in-the-East Mortuary, etc. Lugares que Holmes había deducido por el análisis de las ropas del doctor. 

Por supuesto uno de los puntos fuertes de la obra es la cuidada ambientación. El cómic nos sumerge de lleno en la Inglaterra victoriana, momento cumbre del imperialismo británico y época de grandes cambios: la revolución industrial, los avances médicos, las grandes epidemias, la estricta moral, la sociedad proletaria, la prensa, etc.



A pesar de revisitar al personaje y ambientar perfectamente su época, el cómic no quiere dejar de ser contemporáneo y aporta una amarga reflexión sobre el Imperio Británico, capaz de organizar exposiciones itinerantes de indígenas nubios sin vergüenza alguna o luchar por mantener el control del muy lucrativo negocio del opio. El propio Holmes llega a reconocer que la actuación del Imperio Británico careció de nobleza: “Me temo que somos culpables de la génesis del escándalo, amigo mío...imponiendo por la fuerza el comercio del opio, Inglaterra sustituyó el patriotismo por los beneficios cada vez mayores y, así, sacrificó su moral.

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