Esto es lo que tiene la música y la poesía, que juegan con el tiempo y la emociones en base a unos símbolos que son capaces de penetrar intuitivamente hasta lo más recóndito de nuestro ser.
El corto es una profunda y transparente metáfora de la vida, desnuda como un aria cuyas notas van puntuando nuestra existencia.
El momento de enseñar o aprender a andar en bicicleta es un momento que repetimos y compartimos todos, bien sea como padres o hijos; pero también es un símbolo de cómo los padres trasladamos nuestra experiencia a los vástagos. ¿Y qué es la vida sino una montaña de momentos de pérdida y esperanza?
La rueda es una potente alegoría del paso del tiempo y de la vida. Así queda reflejado en esos primeros planos que se repiten de la rueda de la bicicleta dando vueltas mientras la hija se va haciendo mujer llegando incluso a ser anciana.
El desenlace es hermosísimo y muy coherente con el diseño gráfico del corto, hecho de sombras, como la vida.
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M. Dudok de Wit es un director, guionista, animador e ilustrador holandés que ganó el Oscar en 2000 por este corto. Hoy es muy reconocido por su largometraje de animación La tortuga roja (2016), una historia muda sobre un náufrago en un isla tropical desierta, poblada de tortugas, cangrejos y aves en la que, de nuevo, ilumina los leves trazos de la vida humana con la luz de la alegoría. La película contó con la coproducción del Studio Ghibli.
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