viernes, 23 de junio de 2023

EL VERDUGO y SU DOBLE - de Didier Deaninckx



Didier Daeninckx es un cirujano de la reciente historia francesa. Utiliza su escalpelo para hurgar en asuntos sensibles, sacar sus males a la luz y desafiar la complaciente historia oficial. Él mismo identificó el tema de sus obras como “la revelación del pasado en el presente”. O lo que es lo mismo, sus novelas criminales muestran que de aquellos barros vienen estos lodos. En sus novelas los crímenes no son más que el resultado de una situación social precaria, de una guerra injusta, de oscuras maniobras del poder o de un trauma como sociedad que la historia oficial y la memoria colectiva parecen querer olvidar. En su caso la ficción policial y la reflexión histórica son inseparables, porque como él mismo se encarga de recordarnos “si olvidamos el pasado, nos condenamos a revivirlo”.

En su cruzada indagatoria Daninckx inyecta dosis de historia que incluyen la barbarie en las colonias, la negación del Holocausto, el racismo como razón de estado o la connivencia con los poderosos. En el caso que nos ocupa queda patente el uso de la tortura durante la guerra de Argelia y destaca la brutalidad que soportaban los soldados reclutados, que sufrían lo que hoy en día ya tiene nombre gracias a las múltiples guerras norteamericanas, el estrés postraumático.

Esta novela es una de las cinco protagonizadas por el inspector Cadin, un policía honesto e inconformista que no se arredra ante las amenazas del stablishment para investigar a cualquiera, tenga el status que tenga. Por ello sufre traslados constantes por comisarías de tercera en una especie de exilio interior. Dado que ésta es su cuarta aventura, tras “El gigante inacabado”, donde tropezó con los negocios opacos de los notables de Nord-Pas-de-Calais; lleva meses de un lado para otro “construyendo el puzzle del fracaso”.



Apenas aterrizado en Courvilliers, Cadin se enfrenta a una doble muerte, la de Claude y Monique Werbel, ambos empleados de la fábrica Hocth y activistas por los derechos sociales y sindicales de los trabajadores inmigrantes. Los primeros datos sugieren un crimen pasional seguido de suicidio. Para el comisario jefe no hay más que hablar y saca a Cadin del caso. Pero si al comisario todo lo sencillo le satisface, al inspector Cadin en cambio le mosquea y no ve más que flecos que le irritan la nariz: pronto se entera de que han estado circulando por la ciudad unas fotos muy subidas de tono de lo que se supone una infidelidad de la mujer muerta. A continuación, va conociendo el carácter de Claude Werbel, un tipo íntegro y solidario, activista político y sindical en una ciudad en la que todo gira alrededor de la fábrica de componentes automovilísticos Hocth.¿Qué se pretendía dando a conocer las fotos? ¿Trataban de desacreditarlo? Además, cuando el inspector llegó al edificio de apartamento, un joven desarrapado que estaba escondido salió huyendo.

El inspector Cadin tardará poco en darse cuenta de que Curvilliers, ciudad típica del distrito Seine Saint Denis, con sus bloques de viviendas sociales y su alto índice de delincuencia, no es más que otra de las deprimentes ciudades a las que suele ser trasladado.
“Más de cinco mil personas trabajaban detrás de las rejas en difíciles condiciones de las que se hacían eco los muros que rodeaban la fábrica. Todas las barriadas en un radio de cinco kilómetros a la redonda se habían saturado, el hormigón aumentaba cada vez más, hogares, estudios, pisos de dos habitaciones como máximo para alojar los ejércitos de solteros uncidos al trabajo en cadena.”
Werbel había puesto en marcha una asociación de ayuda mutua para auxiliar en los problemas de alojamiento, alfabetización o idioma. También mediada y asesoraba en conflictos sociales y problemas laborales después de su jornada de trabajo. Poco a poco la poderosa empresa Hocth se fue incomodando con esta cruzada.
“- ¡No sea ingenuo, inspector! ¡Nada hay más temible que unos idealistas bien organizados! Cuando se informa a un desgraciado al que todos desprecian de que tiene derechos, es como si se pusiera fuego a una bomba de efecto retardado. A partir de ese instante sólo piensa en una cosa: que se le reconozcan sus derechos. Multiplique ese desgraciado por diez, por mil... A eso se dedicada Claude Werbel. La dirección de la Hocth empezó enseguida dar señales de nerviosismo. La nueva municipalidad también: acababa de ganar las elecciones prometiendo seguridad ciudadana... Todo cuanto desea ahora es que la gente olvide que con ellos sigue habiendo el mismo número de emigrantes. Es el planning de producción el que decide. Nadie más. El trabajo de Werbel se veía cada vez más como una provocación. Sobre todo, teniendo en cuenta que el alcalde está implicado: negocia la comercialización de buena parte de la zona industrial que rodea la fábrica... Doscientas hectáreas en barbecho desde hace diez años... Se habla de 2.000 empleos. Casi un milagro en tiempos de crisis. Dos o tres sesiones de enfrentamientos entre obreros inmigrados y los policías nacionales y todo puede venirse abajo.”
La arquitectura de la novela se basa en un doble relato. Hay dos capítulos 1, dos capítulos 2 y así durante todo el libro. En el primero de cada uno de ellos seguimos la investigación del inspector Cadin conociendo a lo mejor del barrio; mientras que en el segundo y en cursiva se narra la experiencia de un sargento y un cabo en una unidad dedicada a la tortura en Argelia. Que los capítulos alternos tengan el mismo número lo veo como la metáfora de un espejo en el que vemos reflejarse la experiencia traumática de la guerra de Argelia en los hechos actuales. Este sistema de ecos entre dos ejes temporales es habitual de los libros de Daeninckx y no son meros añadidos, puesto que, al no revelarse su vínculo hasta al final, constituyen por sí mismos una tensión adicional a la trama del libro.
"Cómo explicarles, a todos, lo que se había roto dentro de él.
(...) Se había encontrado en una compañía "sensible", como decía el coronel, compuesta esencialmente por reclutas del extrarradio de París, jóvenes de la fábrica Babcock, de la Simca..., caldereros (¡el grupo de los calderos!), ajustadores, obreros que habían cambiado el mono de la fábrica por el del ejército. Que marcaban el paso arrastrando los pies... había sorprendido conversaciones por la noche en el dormitorio. Más de uno se preguntaba qué haría cuando se encontrara, disfrazado de soldado, frente a un guerrillero argelino."



La caracterización de un paisaje suburbano y fabril, añadida a la de unos personajes conformistas con un statu quo opresivo, le da al libro un color especialmente gris y desolador. Un paisaje que Daeninckx conoce bien. Lugares de concentración industrial situados en los suburbios –banlieu- que constituyen auténticos polígonos obreros donde las fábricas conviven con mastodontes de apartamentos básicos para sus trabajadores. Los barrios se convierten en guetos y los trabajadores en desplazados de su propia cultura y memoria colectiva. 

En otra de sus novelas, Play-Back, el drama para los obreros era el desmantelamiento de las fábricas; aquí se trata de la omnipotencia de una gigantesca factoría que domina todos los estamentos del barrio mientras desarrolla una política de contratación semejante al tráfico de esclavos. La Hocth llegó a enviar equipos de contratación a Malí para conseguir mano de obra barata, un verdadero mercado de esclavos en el que la policía local convocaba a los aldeanos y allí un equipo les examinaba las manos, los músculos o los dientes. El chantaje laboral y la colusión con el poder allí son prácticas habituales. 
"¿Se hace el ingenuo, inspector? No me irá a decir que ignora la actividad de los polías políticos extranjeros en Francia... Hay policías marroquíes, argelinos, tunecinos, portugueses currando en la Hocth.
(...) Lo mismo pasaba con los españoles antes de la muerte de Franco. (...) Los dictadores nos mandan ganado para trabajar... En agradecimiento les devolvemos los elementos inconformistas.”
La novela posee intensidad y ritmo. Se lee en dos sentadas porque va al meollo del asunto sin distracción alguna. Las dos líneas temporales se complementan perfectamente haciendo que la novela bascule entre dos extremos; el del control del estado a través de las torturas en el pasado y el del control de la fábrica en el presente. El actual alcalde de derechas llegó al poder después de una colosal campaña sobre la inseguridad y los inmigrantes y tanto la fábrica como el ayuntamiento tienen unos cuerpos de Seguridad sobredimensionados. Desde que llegó al cargo la campaña cesó. Todo ello mientras la investigación de Cadin le hace recorrer todos los antros de la ciudad donde no falta la prostitución ni el tráfico de drogas.

Léonard es el policía ayudante de Cadin. Es de origen árabe y arrastra el sanbenito de un hermano acusado de terrorismo, ametralló un café argelino en Saint Danis. Este personaje refleja perfectamente el sustrato doble de la novela:
“Recogíamos chatarra y la amontonábamos en el jardín de detrás de las casa... Hacíamos bicicletas a partir de viejos cuadros y de piezas que robábamos de las bicis podridas... Yo me encargaba de la pintura y de los acabados... En la escuela nos llamaban de todo: “traperos”, “ladrones”, “moruzos”... Pronto nos acostumbramos a vivir por nuestra cuenta, en pandilla, y a defendernos. A no perdonar nada nunca. Roger se marchó a hacer el servicio militar a Argelia. cuando volvió, dos años y medio después, ya no era el mismo. Lo habían destrozado... Tenía obsesiones, quería ser cien veces más francés que un francés. Cuando le pasaba eso bajaba a un café árabe para insultar a los clientes...”




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Didier Daeninckx nació en 1949 en el bastión comunista de Saint-Denis. Pertenece a una familia de trabajadores marcada por la historia: su bisabuelo belga, desertor en la década de 1870, huyendo de las cortes militares, trajo a los Daeninckx a Francia. El abuelo también desertó en 1917. Este acto de rebelión le costó la vida. Por el lado materno, recibió cierto gusto por el activismo con un abuelo comunista y una madre trabajadora comprometida contra el colonialismo y el fascismo. Con 17 años empezó a trabajar en artes gráficas como impresor, actividad a la que dedicó 16 años de su vida. Más tarde fue animador cultural y periodista.
Su primera novela, «Mort au premier Tour», se publicó en 1982 y supuso el acta de nacimiento del inspector Cadin. En 1984 publicó en Gallimard “Meurtres pou mémoire”, editada por Akal como “Asesinatos archivados”, quizás su mejor novela. Con ella logró su consagración definitiva al recibir en 1985 el Gran Premio de Literatura Policial. El libro contribuyó a colocar bajo los focos de la opinión pública los hechos de octubre de 1961, cuando la represión brutal de una manifestación organizada por el FLN argelino en París, se saldó con la muerte de 200 argelinos y miles de heridos. Cuando Daeninckx publicó el libro los hechos estaban todavía rodeados de un infranqueable hermetismo. 

El inspector Cadin es protagonista de 5 novelas y una colección de cuentos: Mort au premier tour (1982), Asesinatos archivados (1984), El gigante inacabado (Le Géant inachevé, 1984), El Verdugo y su doble (1986), Luz negra (Lumière noire, 1999), y una colección de cuentos: Le Facteur fatal (1990).
Su último trabajo publicado es Le roman noir de l´histoire, publicado en Francia en 2019, una colección de 77 cuentos escritos a lo largo de los años y que constituyen una especie de intrahistoria a través de la cual Deaninckx rompe la historia oficial descomponiéndola en 77 relatos, desde el punto de vista de la gente común, que abarcan once periodos de la historia francesa desde 1855.

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