"Fifteen men on the Dead Man's Chest
Fifteen men on the Dead Man's Chest
Yo, ho, ho, And a bottle of rum!"
(Quince hombres sobre el cofre del muerto,
Quince hombres sobre el cofre del muerto,
yo, ho, ho, ¡Y una botella de ron!)
Canción pirata que aparece en
La Isla del Tesoro, R.L. Stevenson
Fumo mucho. Demasiado.
Fumo para frotar el tiempo y a veces oigo la radio,
y oigo pasar la vida como quien pone la radio.
Fumo mucho. En el cenicero hay
ideas y poemas y voces
de amigos que no tengo. Y tengo
la boca llena de sangre,
y sangre que sale de las grietas de mi cráneo
y toda mi alma sabe a sangre,
sangre fresca no sé si de cerdo o de hombre que soy,
en toda mi alma acuchillada por mujeres y niños
que se mueven ingenuos, torpes, en
esta vida que ya sé.
Me palpo el pecho de pronto, nervioso,
y no siento un corazón. No hay,
no existe en nadie esa cosa que llaman corazón
sino quizá en el alcohol, en esa
sangre que yo bebo y que es la sangre de Cristo,
la única sangre en este mundo que no existe
que es como el mal programado, o
como fábrica de vida o un sastre
que ha olvidado quién es y sigue viviendo, o
quizá el reloj y las horas pasan.
Me palpo, nervioso, los ojos y los pies y el dedo gordo
de la mano lo meto en el ojo, y estoy sucio
y mi vida oliendo.
Y sueño que he vivido y que me llamo de algún modo
y que este cuento es cierto, este
absurdo que delatan mis ojos,
este delirio en Veracruz, y que este
país es cierto este lugar parecido al Infierno,
que llaman España, he oído
a los muertos que el Infierno
es mejor que esto y se parece más.
Me digo que soy Pessoa, como Pessoa era Álvaro de Campos,
me digo que estar borracho es no estarlo
toda la vida, es
estar borracho de vida y no de muerte,
es una sangre distinta de esa otra
espesa que se cuela por los tejados y por las paredes
y los agujeros de la vida.
Paul Cezanne, El borracho |
Y es que no hay otra comunión
ni otro espasmo que este del vino
y ningún otro sexo ni mujer
que el vaso de alcohol besándome los labios
que este vaso de alcohol que llevo en el
cerebro, en los pies, en la sangre.
que este vaso de vino oscuro o blanco,
de ginebra o de ron o lo que sea
– ginebra y cerveza, por ejemplo –
que es como la infancia, y no es
huida, ni evasión, ni sueño
sino la única vida real y todo lo posible
y agarro de nuevo la copa como el cuello de la vida y cuento
a algún ser que es probable que esté
ahí la vida de los dioses
y unos días soy Caín, y otros
un jugador de póker que bebe whisky perfectamente y otros
un cazador de dotes que por otra parte he sido
pero lo mío es como en “Dulce pájaro de juventud”
un cazador de dotes hermoso y alcohólico, y otros días,
un asesino tímido y psicótico, y otros
alguien que ha muerto quién sabe hace cuánto,
en qué ciudad, entre marineros ebrios. Algunos me
recuerdan, dicen
con la copa en la mano, hablando mucho,
hablando para poder existir de que
no hay nada mejor que decirse
a sí mismo una proposición de Wittgenstein mientras sube
la marea del vino en la sangre y el alma.
O bien alguien perdido en las galerías del espejo
buscando a su Novia. Y otras veces
soy Abel que tiene un plan perfecto
para rescatar la vida y restaurar a los hombres
y también a veces lloro por no ser un esclavo
negro en el sur, llorando
entre las plantaciones!
Es tan bella la ruina, tan profunda
sé todos sus colores y es
como una sinfonía la música del acabamiento,
como música que tocan en el más allá,
y ya no tengo sangre en las venas, sino alcohol,
tengo sangre en los ojos de borracho
y el alma invadida de sangre como de una vomitona,
y vomito el alma por las mañanas,
después de pasar toda la noche jurando
frente a una muñeca de goma que existe Dios.
Escribir en España no es llorar, es beber,
es beber la rabia del que no se resigna
a morir en las esquinas, es beber y mal
decir, blasfemar contra España
contra este país sin dioses pero con
estatuas de dioses, es
beber en la iglesia con música de órgano
es caerse borracho en los recitales y manchas de vino
tinto y sangre “Le livre des masques” de Rémy de Gourmont
caerse húmedo babeante y tonto y
derrumbarse como un árbol ante los farolillos
de esta verbena cultural. Escribir en España es tener
hasta el borde en la sangre este alcohol de locura que ya
no justifica nada ni nadie, ninguna sombra
de las que allí había al principio.
Y decir al morir, cuando tenga
ya en la boca y cabeza la baba del suicidio
gritarle a las sombras, a las tantas que hay y fantasmas
en este paraíso para espectros
y también a los ciervos que he visto en el bosque,
y a los pájaros y a los lobos en la calle y
acechando en las esquinas.
En el libro Last River Together (1980)
Uff. Ciertamente se trata del descarnado poema de un desesperado. El poeta está solo, se palpa y sólo encuentra tabaco, alcohol y sangre. El mundo desaparece entre el humo del cigarrillo: "sueño que he vivido y que este cuento es cierto". Para él no existe ni el corazón, sólo el alcohol, "la única sangre en este mundo que no existe". El alcohol como sustento "es como la infancia, y no es huida o evasión, ni sueño, sino la única vida real".Hay auténtico dolor, belleza y lucidez en un poema que explora los límites de la existencia: primero en torno a sí mismo, mostrándonos su cuerpo sucio y vulgar, albergando distintas máscaras pero "perdido en las galerías del espejo". Luego en torno al espacio geográfico y político que le rodea, España, para certificar una visión grotesca de un "país sin dioses, pero con estatuas de dioses". Y finalmente intentando llegar a una comprensión ontológica de una existencia que se debate entre los espasmos de la vida y la muerte, del sexo y el mito, de lo trágico y lo ridículo.En el poema aparecen la mayor parte de las características de la poesía de Leopoldo María Panero: lo autobiográfico, la vida como sueño, el culturalismo (por aquí aparecen Pessoa, Wittgenstein, Tenesse Williams o Rémy de Gourmont), el paraíso perdido de la infancia y hasta el coqueteo con la muerte y el malditismo:
"Es tan bella la ruina, tan profundasé todos sus colores y escomo una sinfonía la música del acabamiento"
Panero es un poeta rabiosamente moderno y transgresor que escribe sin concesiones y cuya obra está regida por dos temas, la indagación de sí mismo y la autodestrucción.
LEOPOLDO MARÍA PANERO BLANC (Madrid, 1948 - Las Palmas de Gran Canaria, 2014) fue poeta e hijo, hermano y sobrino de poetas. Saltó al candelero cuando apareció en la antología "Nueve Novísimos" preparada por el crítico literario Josep Maria Castellet, en 1970.
Sus duras vivencias tanto en la cárcel (por su militancia antifranquista), como por el alcoholismo y la adicción a las drogas marcaron una poesía que bascula entre la lucidez y la locura con un sustrato, donde no dejan de aparecer asuntos como el sentimiento de la pérdida de la niñez y el desvanecimiento de la inocencia, entendido como un proceso de destrucción.
Las repetidas hospitalizaciones no le impidieron poner en pie una considerable obra que incluye poemarios, traducciones, ensayos y narraciones. A finales de la década de 1980 tomó la decisión de ingresar definitivamente en el asilo de Mondragón. Casi diez años después se estableció, por propia voluntad, en la Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria.
La figura de Leopoldo María Panero quedó descarnadamente retratada, junto al recuerdo de sus padres y hermanos, en las películas El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y su continuadora Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994).
Entre sus obras destacan Así se fundó Carnaby Street (1970), Last River Together (1980), Poemas del manicomio de Mondragón (1987), Piedra negra o del temblor (1992), y Heroína y otros poemas (1992). También Guarida de un animal que no existe (1998) y Abismo (1999). Su último libro publicado, un mes antes de su muerte en 2014 fue Rosa Enferma.
Sus duras vivencias tanto en la cárcel (por su militancia antifranquista), como por el alcoholismo y la adicción a las drogas marcaron una poesía que bascula entre la lucidez y la locura con un sustrato, donde no dejan de aparecer asuntos como el sentimiento de la pérdida de la niñez y el desvanecimiento de la inocencia, entendido como un proceso de destrucción.
Las repetidas hospitalizaciones no le impidieron poner en pie una considerable obra que incluye poemarios, traducciones, ensayos y narraciones. A finales de la década de 1980 tomó la decisión de ingresar definitivamente en el asilo de Mondragón. Casi diez años después se estableció, por propia voluntad, en la Unidad Psiquiátrica de Las Palmas de Gran Canaria.
La figura de Leopoldo María Panero quedó descarnadamente retratada, junto al recuerdo de sus padres y hermanos, en las películas El desencanto (Jaime Chávarri, 1976) y su continuadora Después de tantos años (Ricardo Franco, 1994).
Entre sus obras destacan Así se fundó Carnaby Street (1970), Last River Together (1980), Poemas del manicomio de Mondragón (1987), Piedra negra o del temblor (1992), y Heroína y otros poemas (1992). También Guarida de un animal que no existe (1998) y Abismo (1999). Su último libro publicado, un mes antes de su muerte en 2014 fue Rosa Enferma.
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