Guy Ritichie está de vuelta.
De vuelta a su mundo más querido, ese Londres donde se cruzan mil historias de negocios sucios y personajes estrafalarios.
Y de vuelta en esto de hacer cine. Ahí está el formato que ha elegido: contarnos la historia de Mickey Pearson a través del relato que hace el investigador de un periódico amarillista como si fuera el guión de una película. Durante todo el metraje se lo está contando a Raymond (Charlie Hunnam), mano derecha de Pearson, con todo lo que esto tiene de juego temporal y de puntos de vista.
El hecho es que Mickey Pearson (Matthew McConaughey) es el rey de la maría en Londres, pero quiere retirarse y disfrutar de sus ganancias. Está negociando la venta de su sistema de producción y distribución con otro capo de la city, Matthew Berger (Jeremy Strong) y el precio del negocio son 400 millones de nada. Este simple movimiento provocará todo un terremoto en los bajos fondos de la ciudad, agitando mafias y bandas.
Por un lado el joven Dry Eye (Henry Golding) ve la oportunidad de dar un golpe en la mesa, hacerse con el negocio y sustituir a la vieja guardia de la mafia china. Por otro lado un mafioso ruso ha perdido a su hijo en un asunto de Pearson y clama venganza; y finalmente un grupo de maleantes youtubers, autodenominados Los Criajos, se cruzan por en medio robando una de las granjas de producción de Pearson. Todo un cúmulo de personajes y situaciones que Ritchie maneja con solvencia, giros sorprendentes y mucho humor negro.
La colección de personajes bizarros es amplia. Fletcher (Hugh Grant), el investigador de un periódico sensacionalista, es un tipo listo, dicharachero y buscavidas que antes de entregar el expediente a su periódico quiere sacar tajada. Lo sé todo, he documentado todos vuestros trapicheos, pero si me soltáis 20 millones del ala doy carpetazo al asunto y punto. Él será el narrador que irá poniendo sobre la mesa las escenas que compondrán el puzzle. Y nada mejor que un puzzle de situaciones cruzadas y personajes estrambóticos para que el estilo de Ritchie brille con todo su fulgor. Aquí una charla entre dos capos sonrientes que esconde un volcán en erupción; allí el asalto de los Criajos con la música y el ritmo de un videoclip recién subido a Youtube, o aquí una escena de máxima tensión con la mujer de Pearson empuñando una Derringer de 2 balas para enfrentarse a 3 mafiosos. Hummm.
Todo ello sin que falten diálogos ácidos con amenazas soterradas o intercambios gamberros que ironizan sobre lo políticamente correcto; como el que tienen dos pupilos de Coach en su gimnasio:
-¿Quieres subir al ring de una puta vez, negro cabrón?
-Me ha llamado negro cabrón, Coach.
-Pues yo creo que no se equivoca, eres negro y eres un cabrón.
-Ya. Pero yo no le llamo calorro hijodeputa, por muy gitano que sea.
Por su parte Mickey Pearson es un elegante pero muy duro contrincante. De origen norteamericano y modales barnizados por sus años de Universidad en Oxford, tiene muy bien calados a los niños pijos y a sus papás con título de relumbrón pero cuenta corriente escuálida. El tío tiene muy claro eso de que para ser el rey de la selva no sólo debes actuar como si fueses el rey, sino tienes que serlo. Lo cual significa ejercer el poder y estar siempre un paso por delante de todos.
También Charlie Hunnam hace de consiliere estupendamente; y Henry Golding representa con brío a ese joven Dry Eye con demasiadas prisas; pero mi trío favorito lo componen, aparte del locuaz Fletcher, el Coach con figura de Colin Farrell, gerente del gimansio que frecuentan Los Criajos. Un tío duro y seco como el pedernal, pero de una moralidad intachable. A pesar de tener un papel secundario en la trama, resulta trascendental para la misma y, además, es el más ritchiano de todos los personajes.
El tercer vértice es Rosalind (Michelle Dockery), la sofisticada mujer de Pearson, toda una domintrix en ciernes. Ella es la mejor cómplice de su marido y un personaje que hubiera pedido un mayor desarrollo. Inteligente, hermosa e implacable, no sé qué da más vértigo, si sus rugientes coches deportivos (tiene un taller de altísima gama llevado por mujeres) o sus altísimos y afilados tacones.
Por un lado el joven Dry Eye (Henry Golding) ve la oportunidad de dar un golpe en la mesa, hacerse con el negocio y sustituir a la vieja guardia de la mafia china. Por otro lado un mafioso ruso ha perdido a su hijo en un asunto de Pearson y clama venganza; y finalmente un grupo de maleantes youtubers, autodenominados Los Criajos, se cruzan por en medio robando una de las granjas de producción de Pearson. Todo un cúmulo de personajes y situaciones que Ritchie maneja con solvencia, giros sorprendentes y mucho humor negro.
La colección de personajes bizarros es amplia. Fletcher (Hugh Grant), el investigador de un periódico sensacionalista, es un tipo listo, dicharachero y buscavidas que antes de entregar el expediente a su periódico quiere sacar tajada. Lo sé todo, he documentado todos vuestros trapicheos, pero si me soltáis 20 millones del ala doy carpetazo al asunto y punto. Él será el narrador que irá poniendo sobre la mesa las escenas que compondrán el puzzle. Y nada mejor que un puzzle de situaciones cruzadas y personajes estrambóticos para que el estilo de Ritchie brille con todo su fulgor. Aquí una charla entre dos capos sonrientes que esconde un volcán en erupción; allí el asalto de los Criajos con la música y el ritmo de un videoclip recién subido a Youtube, o aquí una escena de máxima tensión con la mujer de Pearson empuñando una Derringer de 2 balas para enfrentarse a 3 mafiosos. Hummm.
Todo ello sin que falten diálogos ácidos con amenazas soterradas o intercambios gamberros que ironizan sobre lo políticamente correcto; como el que tienen dos pupilos de Coach en su gimnasio:
-¿Quieres subir al ring de una puta vez, negro cabrón?
-Me ha llamado negro cabrón, Coach.
-Pues yo creo que no se equivoca, eres negro y eres un cabrón.
-Ya. Pero yo no le llamo calorro hijodeputa, por muy gitano que sea.
Por su parte Mickey Pearson es un elegante pero muy duro contrincante. De origen norteamericano y modales barnizados por sus años de Universidad en Oxford, tiene muy bien calados a los niños pijos y a sus papás con título de relumbrón pero cuenta corriente escuálida. El tío tiene muy claro eso de que para ser el rey de la selva no sólo debes actuar como si fueses el rey, sino tienes que serlo. Lo cual significa ejercer el poder y estar siempre un paso por delante de todos.
También Charlie Hunnam hace de consiliere estupendamente; y Henry Golding representa con brío a ese joven Dry Eye con demasiadas prisas; pero mi trío favorito lo componen, aparte del locuaz Fletcher, el Coach con figura de Colin Farrell, gerente del gimansio que frecuentan Los Criajos. Un tío duro y seco como el pedernal, pero de una moralidad intachable. A pesar de tener un papel secundario en la trama, resulta trascendental para la misma y, además, es el más ritchiano de todos los personajes.
El tercer vértice es Rosalind (Michelle Dockery), la sofisticada mujer de Pearson, toda una domintrix en ciernes. Ella es la mejor cómplice de su marido y un personaje que hubiera pedido un mayor desarrollo. Inteligente, hermosa e implacable, no sé qué da más vértigo, si sus rugientes coches deportivos (tiene un taller de altísima gama llevado por mujeres) o sus altísimos y afilados tacones.
Hay mucho de cine dentro del cine en la película aprovechando que todo está contado por Fletcher. Claqueta por favor, pide para ponernos en situación. Película de celuloide, también pide, "que se vea el grano". Os he seguido a todos, os he fotografiado, os he grabado como en La Conversación de Coppola... El tío le planta a Raymond, encima de la mesa, los folios de un guión titulado "Hierba", e incluso llega a presentárselo a uno de los jefazos de Miramax, que coincide que es la productora del film.¡⟳!
Tras unos años hollywoodienses con Sherlock Holmes, Operación U.N.C.L.E. o Aladdin; con este nuevo trabajo Ritchie vuelve a la estela de sus brillantes inicios, Lock, stock and two smoking barrels (1998), Snactch, Cerdos y diamantes (2000) y RockNRolla (2008); películas trufadas de gánsteres de todo pelaje, buscavidas varios e historias cruzadas que repercuten unas en otras como una pequeña teoría del caos. Todo ello sin que falte un corrosivo humor negro y una violencia muy de videoclip.
En este volvemos a encontrar un gran ritmo, giros sorprendentes y diálogos irónicos cuando no cínicos, para una historia enrevesada que mantiene el interés en todo lo alto.
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