viernes, 27 de marzo de 2020

EL CLAMOR de LOS BOSQUES - de Richard Powers



Este libro se sustenta en una idea sencilla y luminosa como un Big Bang: Los árboles están vivos, se comunican y tienen memoria. Ellos protegen la vida del planeta y la modulan. 


Powers ha conseguido un hermoso libro que nos reconcilia con la naturaleza a pesar de narrar deforestaciones varias. Se plantea como asunto angular la irresoluble vinculación entre humanidad y naturaleza: el bosque nos da forma y nosotros damos forma al bosque.

La novela es poética sin ser ñoña, filosófica sin caer en hueros panteísmos y majestuosa en su alcance. El cambio de paradigma que propone es tan radical que seguro te hará cambiar la forma en que ves el mundo y los árboles. La sabiduría que expone es tan ancestral que a nuestros ojos occidentales parece magia: Los árboles son símbolos de la vida y testigos del tiempo. Se comunican, piden ayuda a los animales e influyen en todo su entorno.

Para conseguir esto el autor monta un tejido de nueve historias entrelazadas. Un libro coral cuya estructura narrativa refleja muy gráficamente la lógica arborescente de la ramificación: se divide en cuatro bloques narrativos (Raíces, Tronco, Copa, Semillas) y recorre las peripecias de nueve personajes a los que -como los anillos de un tronco- vemos nacer, crecer y desarrollarse encarnando una perspectiva y un destino singular: el artista verde Nick Hoel, que hereda cien años de retratos fotográficos del mismo castaño, la ingeniera Mimi Ma, cuyo padre escapó de China justo antes de surgir el comunismo, Neelay Mehta, un visionario diseñador de videojuegos que está parapléjico desde que se cayó de un árbol de pequeño; el profesor de psicología Adam Appich, el abogado especializado en derechos de autor Ray Brinkman y su mujer Dorothy Cazaly, el veterano de guerra Douglas Pavlicek, cuyo avión es derribado en Vietnam pero logra salvar la vida al caer sobre un baniano; la bióloga Patricia Westerford que a pesar de sus problemas de oído es capaz de escuchar lo más profundo del bosque y la excéntrica Olivia Vandergriff, que durante un minuto y diez segundos murió electrocutada para luego volver a la vida con unas dotes psíquicas extrañas que la conectan con todo.




En el primer bloque -Raiz- se presenta a todos los protagonistas en largos relatos independientes. El resto de bloques los integrará a todos en un reflejo de la idea central del libro: los árboles son entes sociales y colaborativos que se comunican, relacionan y ayudan.
El autor hace notar que las palabras "árbol" y "verdad" comparten en inglés la misma raíz, y es que los árboles juegan un papel esencial en la trama de esta novela. Powers utiliza investigaciones científicas recientes que demuestran que los árboles son mucho más complejos y sociales de lo que habíamos pensado. Tienen su propio tiempo, muy distinto del humano, su propia sociedad y su manera de comunicarse. Según ha declarado, "Comprendí que quería escribir un relato en el que los árboles y las personas comparten la escena, que existen en muy diferentes periodos de tiempo. Pero ellos cuentan la historia e integran las diferentes partes, recíprocamente interconectados e interdependientes."

La novela trata del activismo ecológico al que todos los protagonistas llegan; aunque éste no sea el asunto central. En muchas ocasiones novelas con un gran sustrato científico como ésta, no logran poner en pie un verdadero drama humano; pero Powers lo consigue. Todas las historias poseen entidad y al menos tres de ellas lograron atenazarme la garganta de pura emoción. Percibes que estos personajes se la juegan, que su marco de referencia va cambiando y que buscan con denuedo un significado para sus vidas. Pronto adviertes que lo que lees tiene un alcance casi legendario y que te está interpelado.
"Sih Hsuin se convierte en Winston Ma: una simple reestructuración de ingeniería. En los mitos, la gente se convierte en todo tipo de cosas. Aves, animales, árboles, flores, ríos. ¿Por qué no en un americano llamado Winston? Y Fusang -la mítica tierra de su padre, situada en el este- se convierte, después de los años en Pittsburg, en Wheaton (Illinois). Winston Ma y su reciente esposa plantan un sólo moral en su jardín trasero. Es un único árbol con dos sexos, más antiguo que la separación entre el yin y el yang; el árbol de la Renovación, el árbol del centro del universo, el árbol hueco que alberga el Tao sagrado. Es el árbol de la seda sobre el que se forjó la fortuna de la familia Ma, un árbol en honor de su padre, que nunca podrá contemplarlo." pág. 43
No debe extrañar que todas las historias tengan un árbol en su centro. Aunque las circunstancias de los personajes no giren alrededor de él, puesto que se trasladan y viajan, sí que adquiere el carácter de un tótem, algo que sirve de referencia y que a la postre se convierte en un persistente testigo. El tiempo pasa, las generaciones se suceden y el árbol siempre está allí, testigo de los conflictos y miedos, de los proyectos y esperanzas que se consiguen o malogran.
Así ocurre con Nicholas Hoel, cuya familia noruega emigró a Brooklyn a mediados del siglo XIX para luego trasladarse a Iowa y convertirse en granjeros. El viejo Hoel se llevó consigo semillas de un bosque de castaños de indias y las plantó en ese lugar remoto. Solo uno de los castaños logró sobrevivir a la gran plaga que se extendió por todo EEUU a principios del siglo XX y se convirtió en el símbolo de algo, un "árbol centinela", una especie de faro para los viajeros. 
Aquel pionero Hoel inició una tradición familiar que pervivió durante generaciones, fotografiar aquel castaño el mismo día de marzo de cada año. Así lo hizo su hijo y luego su nieto hasta que le llega el turno a Nick Hoel, un joven graduado en la Escuela de Arte que ve cómo la granja familiar ha ido yendo a menos mientras el mundo avanzaba.

También en el caso de Mimi Ma está el moral que plantó su padre; pero sobre todo está un legado que arrancó de la tierra de sus ancestros, tres anillos de jade y un antiguo pergamino que representa las cuatro etapas de la iluminación. La herencia que recibirán sus hijas.  
"Las tres heroínas de ópera se ciernen sobre una bandeja de plata. En la bandeja hay tres anillos de jade. En cada uno de ellos hay un árbol tallado que se ramifica en uno de los tres disfraces del tiempo. El primero es el loto, el árbol en el límite del pasado donde nadie puede regresar. El segundo es ese pino delgado y recto del presente. El tercero es fusang, el futuro, un moral mágico de un lugar lejano del este donde se esconde el elixir de la vida." pág. 61
También Adam Appich ve a su padre concentrado en una guía de árboles porque quiere buscar uno especial para un hijo que está por nacer. A cada vástago le ha adjudicado uno, él es un arce. O Ray Brinkman y Dorothy Cazaly, cuyo divorcio se pospone cuando Ray tiene un derrame cerebral y los dos acaban comunicándose a través de la contemplación sin tiempo de las plantas del jardín. O Neelay Mehta que encontró en un árbol la visión de un juego total.
"Justo al lado de la entrada de la capilla, bulboso y elefantino, se encuentra el organismo más sobrecogedor que ha visto jamás. Es justo lo que buscaba para su juego intergaláctico. Una alucinación viviente llegada de un sistema estelar próximo en el otro extremo de un agujero espacio-temporal. Los de mantenimiento han debido introducirlo por la noche en plena oscuridad. Eso, o lleva meses pasando por delante de él y nunca había reparado en su existencia.
Se acerca al árbol y suelta una carcajada. El tronco parece una jeringuilla gigante invertida para rellenar el pavo. Las ramas se desvían y crecen formando ángulos demenciales. estira el brazo para tocar la corteza. Es perfecto. Absurdo. Intrigante. Una plaquita dice: "BRACHYCHITON RUPESTRIS. ÁRBOL BOTELLA DE QUEENSLAND". Su nombre no justifica nada y explica todavía menos. Es un invasor extraterrestre,como Neelay.
(...)
Neelay se queda inmóvil en el espacio vacío, como un conejo que elude un ave rapaz. Permanece a solas unos cuantos segundos, pero, en ese intervalo, los invasores extraterrestres le insertan un pensamiento directamente en el sistema límbico. Habrá un juego mil millones de veces más rico que cualquiera de los inventados hasta ahora al que jugarán innumerables personas al mismo tiempo en todo el mundo. Y Neelay ha de crearlo. Lo desarrollará de manera gradual, en fases evolutivas, en el transcurso de décadas. El juego colocará de golpe a los jugadores en medio de un mundo animista vivo que respirará y borboteará, lleno de millones de especies distintas, un mundo que necesitará con urgencia la ayuda de los jugadores. Y el objetivo del juego será averiguar qué quiere de ti ese mundo nuevo y desesperado." págs 138 y 140.
Historias de familias y destinos individuales que inevitablemente tienen un halo de melancolía y fatalidad humana en contraste con la permanencia de los árboles que van creciendo durante siglos. Los personajes de 'El clamor de los bosques', no son más que reflejos humanos de los árboles que los protegen y advierten, unidos por un invisible rizoma universal. Y a pesar de ello, la novela nos revela un panorama desolador: la civilización destruyendo su sustento. Una ceguera que se remonta al Arca de Noé: 
"Cuando el mundo se estaba acabando la primera vez, Noé tomó a todos los animales por parejas y los metió a bordo de su embarcación para evacuarlos. Tiene gracia: dejó que las plantas murieran. ¡En vez de llevarse lo necesario para restaurar la vida en la tierra, se dedicó a salvar a los seres gorrones!"


Finalmente las idas y vueltas de este grupo constituido por ingenieros, biólogos, informáticos, sociólogos y veteranos de guerra acaban coincidiendo en una cruzada común: la salvación de las pocas secuoyas gigantes que van quedando en el mundo. Pero no se trata de una simple novela de reivindicación medioambiental. La ideas y la imaginación que rezuman sus páginas lo convierten en un relato mítico que cruza tiempos y espacios. El libro desentierra la conexión que debe existir entre la Tierra y sus habitantes hasta convertirse en una verdadera epopeya ecológica que busca revertir al monstruo consumidor y deforestador del Antropoceno hacia un nuevo equilibrio.

No en balde el título original es "The Overstory", algo así como la historia primordial. El sustrato elemental donde pululan todas las historias y formas de vida. Evolución, metamorfosis, génesis, cataclismos y mutaciones. Todo el ciclo vital, con una secuencia temporal inabarcable, está representado en esta novela.

Bosque de Redwood, California

El estilo del libro es fluido como un gran río que parece quieto aunque no para de avanzar. Al carecer del efecto acumulativo de una historia lineal, Powers ha de encontrar constantemente un nuevo impulso narrativo, y lo consigue. Es capaz de trazar con pinceladas rápidas y precisas un personaje cautivador o todo un linaje familiar o incluso una cultura. La diversidad biológica y cultural es su santo y seña. Él mismo cuenta que se documentó durante años leyendo más de cien libros. En la novela confluyen multitud de ideas científicas sobre biología, química, informática, economía o psicología (ah, el "efecto espectador") pero sin didactismo. Están perfectamente integradas en un libro amenísimo, revelador y fascinante. Su prosa puede convertir la ciencia en poesía y lo legendario en cotidiano sin caer en las artimañas del misticismo. Los personajes son convincentes y alguna de sus historias verdaderamente conmovedoras. Hay algo emocionante en la lectura de una novela cuyo contexto es más amplio que el de la vida humana.


Como redención, epifanía o jalón insoslayable, los árboles se plantan ante los personajes. El libro tiene algo de vertiginoso puesto que te hace asomar a los anillos de un tronco que representan vidas y generaciones. Sin duda, tal y como le ocurre al postrado Ray Brinkman, estos árboles/páginas te conducen a lo más profundo del bosque para enseñarte una comprensión más profunda del tiempo.
"Dorothy encuentra un libro en la biblioteca pública: El Bosque Secreto. Se lo lleva a casa para leerlo en voz alta. No ha pasado del primer párrafo cuando debe detenerse. 
   Tú y el árbol de tu jardín provenís de un antepasado común. Hace mil quinientos millones de años, ambos os escindisteis. Pero incluso ahora, después de un inmenso viaje en direcciones separadas, ese árbol y tú compartís la cuarta parte de los genes..."
El autor ha reconocido: "Era un ciego ante los árboles. No los consideraba más que una extensión de nuestro mundo, un ornamento o un recurso para los humanos. Hasta que tuve una profunda experiencia en el bosque de Redwood, al norte de California hace siete años. Empecé a tomármelo muy en serio. En parte el objetivo del libro consiste en trasladar el tiempo de los árboles al tiempo humano, hacer que el deseo de un árbol sea visible a los humanos que tienden a estar ciegos a todo salvo a sus propios deseos."

Quiero acabar este comentario con dos ideas y una sensación extraídas de este libro embriagador. 
Una. Si plantas un cayuco en 30 kg de tierra, después de seis años tendrás un cayuco de 40 kg de peso y seguirá habiendo 30 kg. de tierra. ¿De dónde ha salido toda esa madera? 
Dos. Si escribes las iniciales de tu pareja en un haya, a un metro del suelo, a qué altura estarán después de 10 años? Estarán a la misma altura, 1 metro. Imagen perfecta que integra el cambio constante y la perdurabilidad. 
Sensación.
"Los árboles saben cuándo estamos cerca de ellos. Las sustancias químicas de sus raíces y los perfumes de su hojas cambian cuando nos acercamos... Cuando te sientes bien después de un paseo por el bosque, puede que sea porque algunas especies te están sobornando. Los árboles producen muchas drogas sorprendentes y aún no hemos descubierto ni la parte más superficial de todo lo que nos ofrecen. Los árboles llevan mucho tiempo tratando de llegar a nosotros, pero hablan con unas frecuencias demasiado bajas para que las oigamos." pág. 514
Mito y Sabiduría.

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