Tomas Tranströmer, poeta sueco. Ha sido galardonado con el Premio Nobel 2.011.
LAS PIEDRAS
Oigo caer las piedras que arrojamos,
transparentes como cristal a través de los años. En el valle
vuela la confusión de los actos
del instante, vociferantes, de copa
en copa de los árboles, se callan
en un aire más tenue que el presente, se deslizan
como golondrinas desde una cima
a otra de las montañas, hasta
alcanzar las mesetas ulteriores,
junto a las fronteras del ser. Allí caen
todas nuestras acciones
claras como el cristal
no hacia otro fondo
que el de nosotros mismos.HAIKUS
1
Pared de
pena...
Palomas van y
vienen:
no tienen
rostros.
2
Los pensamientos
en calma de
mosaicos
en el
palacio.
3
De pie en el
balcón,
esa jaula de
sol:
como un
arcoiris.
Un soplo duro
atraviesa la
casa:
son los
demonios.
8
Pinos rajados
en el mismo
pantano.Siempre y siempre.
GÓNDOLA
FÚNEBRE
Poemas
tomados de la primera edición castellana:: LAR, Chile, 1999, versión de Roberto
Mascaró)
ABRIL Y
SILENCIO
La primavera yace desierta.
La zanja, oscura como
terciopelo
se arrastra junto a
mí
sin espejeos.
Tan sólo
irradian
las flores
amarillas.
Soy llevado en mi
sombra
como un violín
en su caja
negra.
Lo único que quiero
decir
reluce fuera de
alcance
como la
platería
en la casa de
empeños.
HOJA DE LIBRO
NOCTURNO
Una noche de mayo aterricé
en un frío claro de
luna
en que la hierba y las
flores eran grises
pero el aroma,
verde.
Resbalé cuesta
arriba
en la noche
daltónica
mientras las piedras
blancas
señalaban la
luna.
Un
espaciotiempo
de algunos
minutos
cincuenta y ocho años de
ancho.
Y
tras de mí
más allá de las aguas
relucientes cual plomo
estaba la otra
costa
y
los poderosos.
Gentes con
futuro
en vez de
rostro.
GÓNDOLA FÚNEBRE Nº
2
I
Dos hombres, suegro y yerno, Liszt y
Wagner, viven
junto al Canal Grande
con la inquieta esposa del
rey Midas,
ése que transforma en
Wagner todo lo que
toca.
El frío verde del mar
atraviesa los pisos del
palacio.
Wagner destaca, el
conocido perfil de títere
parece más cansado;
el rostro, una bandera
blanca.
La góndola cargada
pesadamente con sus vidas; dos pasajes de ida y vuelta y otro
sólo de ida.
Una ventana del palacio se
abre con el viento y el súbito soplo provoca muecas.
Sobre el agua aparece la
góndola del basurero impulsada por
dos bandidos con remo.
Liszt ha escrito unos
acordes tan pesados
que deberían
ser enviados a analizar
en el Instituto de
Mineralogía de Padua.
¡Meteoritos!
Demasiado pesados para la
quietud, pueden sólo hundirse más y más, futuro abajo, hasta
los años de las camisas
pardas.
La góndola, pesadamente
cargada con las
hacinadas piedras del futuro.
III
Rendijas, hacia 1990.
25 de marzo. Inquietud por
Lituania.
Soñé que visitaba un gran
hospital.
No tenía funcionarios.
Todos eran pacientes.
En el mismo sueño, una
niña recién nacida
hablaba con completas
oraciones.
Junto al yerno, que es
hombre de su tiempo,
Liszt es un
apolillado grandseigneur.
Es un disfraz.
El abismo, que ensaya y
descarta máscaras
diferentes, ha
elegido justo ésta para él,
el abismo, que quiere
subir hasta los hombres sin mostrar
su rostro.
V
El Abate Liszt está habituado a cargar él
mismo su maleta por
soles y por nieves
y
cuando muera un día, nadie irá a
esperarlo a la estación.
La tibia brisa de un coñac
excelente lo
conduce a la tarea.
Siempre tiene
tarea.
¡Dos mil cartas al
año!
El escolar que escribe
cien veces el palote,
antes de que le
permitan volver a casa.
La góndola cargada
pesadamente de vida;
es sencilla y negra.
VI
De regreso en 1990.
Soñé que conducía
doscientos quilómetros en vano.
Entonces, todo se
agigantó. Gorriones enormes como gallinas
cantaban de modo
ensordecedor.
Soñé que dibujaba teclas
de piano
en la mesa de cocina.
Tocaba sordamente
en ellas.
VI
De regreso en
1990.
Soñé que conducía
doscientos quilómetros en vano.
Entonces, todo se
agigantó. Gorriones enormes como gallinas
cantaban de modo
ensordecedor.
Soñé que dibujaba teclas
de piano
en la mesa de cocina.
Tocaba sordamente en ellas.
Los vecinos acudían a
escuchar.
VII
El clavicordio que calló durante todo
Persifal
(aunque estaba escuchando) puede
al fin decir algo.
Suspiros...
sospiri...
Mientras Liszt toca, esta
noche, mantiene
apretado el pedal marino
para que la fuerza verde
del mar suba a
través del piso y se
una a todas las piedras
del edificio.
¡Buenas tardes, bello
abismo!
La góndola cargada
pesadamente de vida;
es sencilla y negra.
VIII
Soñé que llegaba tarde el
primer día de clases.
Todos en el salón
llevaban máscaras blancas
sobre el rostro.
Imposible decir quién era
el maestro.
Nota: A
fines de 1882, Liszt visitó a su hija Cosima y a su marido Richard Wagner en Venecia. Wagner
murió unos meses más tarde. Durante este período, Liszt compuso dos piezas para
piano que se publicaron bajo el título "Góndola fúnebre".
Benjamín Prado hizo en Babelia un certero retrato de su poesía con motivo de la edición que hizo Nórdica meses antes de la concesión del Premio Nobel:
"Reconocido como uno de los poetas esenciales de su tiempo. Sus poemas no renuncian jamás al atrevimiento -"hay en medio del bosque un claro inesperado que sólo puede encontrar aquel que se ha perdido"-; no reniegan de su origen surrealista -"Eluard apretó un botón / y el muro se abrió / y apareció el jardín"-; y son militantes de la literatura y soldados del lenguaje: "Todo tiene sentido dentro del poema, en el que las palabras son como 'medusas que se deslizan a la deriva como flores después de un funeral marino, si se las alza del agua pierden toda su forma, como cuando una indescriptible verdad es arrancada del silencio". El cielo a medio hacer (título de la antología) es una respuesta entera a ese silencio a través de la poesía y la prosa de este extraordinario escritor. -"
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