sábado, 1 de octubre de 2022

EL GABINETE de un AFICIONADO - de Georges Perec


El gabinete de un aficionado: Historia de un cuadro (Un cabinet d'amateur: histoire d'un tableau, 1979) es la última novela publicada en vida del escritor francés, y si tenemos en cuenta que todo el libro gira alrededor de un sólo cuadro, pero en el que están implicados numerosos artistas, expertos en arte, casas de subastas y varias docenas de cuadros cuyas referencias se cruzan e inventarían mientras aparecen y desaparecen a lo largo del río de la Historia; podemos pensar que Perec ha creado todo un aleph, ese objeto minúsculo que nos descubrió Borges, en el cual cabía todo el universo.

Y no es descabellado decirlo porque, además, el cuadro de marras es un pozo vertiginoso que se vuelve sobre sí mismo engulléndose y multiplicándose hasta la extenuación.

El cuadro en cuestión es "El Gabinete de un Aficionado" y sigue la tradición de los kunstkamer o gabinetes -nacida en Amberes en el siglo XVI- de retratar a un coleccionista en su pinacoteca particular, subrayando el hecho de quien es el propietario y cuales son sus renombradas posesiones.



El libro relata la historia de este cuadro pintado por Heinrich Kürz por encargo del magnate cervecero Hermann Raffke, radicado en Estados Unidos. La colección de este ilustre personaje era legendaria y de ahí la expectación que produjo su exposición al público en Pittsburgh, en 1913. Pero a pesar de que Raffke había reunido un colección de obras que era en sí misma una verdadera historia de la pintura, «de Pisanello a Turner, de Cranach a Corot, y de Rubens a Cézanne»; la curiosidad del publico enseguida se centró en el cuadro de Kürz donde se ve al coleccionista Raffke sentado en su gabinete deleitándose en la contemplación de sus pinturas. Lo sorprendente es que en el centro del lienzo aparece reproducido el propio cuadro como parte de la colección, con el magnate de nuevo mirando su colección de cuadros reproducida nuevamente con precisión y así sucesivamente: el cuadro incluyéndose a sí mismo y a su espectador hasta provocar una vertiginosa mise en abyme que concluye con el cuadro representado con unas ínfimas pinceladas. 
"...por el juego de estos reflejos sucesivos, y por el encanto casi mágico que operan estas repeticiones cada vez más minúsculas, es una obra que se mece en un universo propiamente onírico, donde su poder de seducción se amplía al infinito, y donde la precisión exacerbada de la materia pictórica, lejos de ser su propio fin, desemboca pronto en la Espiritualidad vertiginosa del Eterno Retorno".
Además la obra guarda otra maravillosa sorpresa en el resto de pinturas reproducidas dentro del cuadro, ya que nunca se replican exactamente sino que van sufriendo transformaciones inauditas en cada reducción. Los cambios afectan a detalles ínfimos como cuando dos hileras de perlas se convierten posteriormente en tres o cuando tres hombres que caminan por un sendero pasan de estar obesos a una delgadez inquietante. Pero también se producen cambios más significativos como cuando una plaza inicialmente vacía se muestra a continuación poblada de máscaras; o cuando un boxeador aparece erguido frente a su contrincante en la primera copia, recibe un terrible uppercut en la segunda y yace derribado en la lona en la siguiente. 
obra de Klimet Nikolayevich Redko

Estas dos circunstancias -el cuadro conteniéndose a sí mismo repetidamente y los sucesivos cambios en las reproducciones-  bastan para provocar toda una catarata de reflexiones y debates en torno al arte y la representación, sin olvidar su inflamable mercadotecnia o la hermética jerga de la crítica académica. Con todo ello juega maliciosamente Perec. Para no alargarnos en exceso apuntaré sólo algunas.

Sin duda uno de los aspectos más fascinantes es el del punto de vista que delata el cuadro. Podemos imaginarnos al artista pintando el cuadro que presenta a su mecenas contemplando la colección de sus cuadros, entre los cuales hay uno que reproduce la escena donde el coleccionista se puede ver a sí mismo contemplando su colección, el cual incluye el cuadro... logrando así un «trabajo de espejo al infinito donde, como en Las Meninas o en el Autorretrato de Rigaud conservado en el museo de Perpignan, el mirado y el que mira no cesan de enfrentarse y confundirse».

También podemos detenernos en el viejo problema de reproducir las reproducciones o del cuadro dentro del cuadro. Recordemos que la teoría platónica nos dice que el arte es el artífice de un engaño, en tanto que solamente llega a ser la copia de un mundo que por sí mismo es simulación de otro universo, el de las ideas.


Este efecto de reflejo y reflexión se subraya al incluir la narración un resumen del artículo "Art and Reflection", que el crítico Lester K. Nowak publicó con motivo de la exposición. En él se señala que "toda obra es el espejo de otra obra", ya que la mayoría de los cuadros sólo adquieren su verdadero significado en función de obras anteriores cuyas trazas podemos descubrir aunque sea parcialmente o encriptadas. También concluía que  respecto a El gabinete de un aficionado "no había que engañarse: esta obra era una imagen de la muerte del arte, una reflexión especular sobre este mundo condenado a la repetición infinita de sus propios modelos”. Efectivamente el arte moderno ha venido reflexionando profundamente sobre la naturaleza y la historia del Arte, así como sobre el rol del artista en la era de la imagen, la fotografía y la reproducción mecánica. Recordemos que en 1979, cuando salió este libro, ya eran famosas las series de Wharhol, autor que hizo de la serigrafía su herramienta pictórica, poniendo en cuestión tanto la autenticidad última de la obra como el papel del artista en la ejecución de la misma. 

Esta reflexión sobre la situación del pintor también la podemos apreciar en "El gabinete de un aficionado". Notemos que Heinrich Kürz representa en el cen­tro de la tela el propio cuadro que se le ha encargado: como si el artista, a la hora de pintar un cuadro de encargo que re­presenta una colección de cuadros, estuviera viendo el cuadro que estaba pintando, a la vez principio y fin, cuadro dentro del cua­dro que incluye tanto al autor como al patrocinador y al observador.

Además descubrimos que el cuadro no sólo revela una perspectiva espacial que se multiplica y reproduce, sino también una perspectiva temporal como se aprecia en la evolución del boxeador hasta ser noqueado o en la presencia en "El gabinete..." de un cuadro del propio Kürz que no existía más que como proyecto y así aparece en primera instancia, pero que figura posteriormente ya perfectamente acabado, como una anticipación del futuro resultado. 
Giovanni Paolo Panini - "Roma antigua", una de los ´gabinetes de aficionado´ citado en la novela


Otro aspecto que merece la pena subrayar es la propia naturaleza de la novela, una obra corta y de estructura sencilla que se articula como un verdadero collage narrativo donde caben tanto el relato como el ensayo o los catálogos y los recortes de prensa. Tiene una primera parte centrada en el caleidoscópico cuadro del gabinete y su exposición en Pittsburgh. Posteriormente muere el magnate Raffke y se relatan las dos subastas en las que se vende su colección de pinturas. La segunda parte de la novela la constituyen los resúmenes de dos libros que aparecen tras la muerte de Raffke; "obras que aportaban sobre la colección del cervecero un número considerable de informaciones nuevas, algunas de las cuales constituían además, en lo que respecta al mundo de la pintura y del mercado de la pintura, auténticas revoluciones."

La primera es una autobiografía de Hermann Raffke escrita por dos de sus hijos a partir de notas y cuadernos personales encontrados después de su muerte. La segunda, publicada en 1923 en las Prensas Universitarias de Bennington, es una tesis consagrada a la obra de Kürz: Heinrich Kürz, an american Artist, 1884-1914. Su autor no era otro que el crítico Lester Nowak, que había conocido a Kürz tiempo atrás y se habían hecho amigos. Tras la brutal desaparición del pintor en un accidente ferroviario su hermana pidió a Nowak que "le ayudara a clasificar las innumerables notas, esbozos, borradores y estudios preparatorios que había encontrado en su estudio, y a redactar un catálogo razonado. Este catálogo, acompañado de un aparato crítico considerable, constituye lo esencial de la tesis". Finalmente y como preparación para el sorpresivo final, se repasa la segunda subasta de los cuadros de Raffke dando cuenta detallada de cada uno de los treinta y nueve cuadros vendidos por cifras récord para la época; describiendo el cuadro con su procedencia, técnica y escuela de adscripción, así como el precio conseguido y la entidad compradora. 
40 000 $: François Boucher: El enigma (este cuadro, ejecutado, según se dice, a petición de Catalina II, muestra a tres niñas vestidas «a la moscovita» formando un corro alrededor de un joven. Su título, indicado por el propio pintor, nunca ha sido explicitado de una manera satisfactoria. En El gabinete de un aficionado, Kürz ha tratado este «enigma» de un modo muy particular. La primera copia reproduce muy estrictamente el modelo, salvo que el joven es aquí un esqueleto armado con una hoz. En la segunda copia, el mismo decorado acoge no ya a tres niños, sino a siete, los siete nietos de Hermann Raffke; la tercera copia representa a su vez otro cuadro de Boucher, La fiesta campestre, una pastoral donde diecisiete bailarines, bailarinas y músicos se mueven en un decorado de rocalla y vegetación forestal: una arpista junto a una fuente cuyo pilón es como una concha gigantesca de tipo bautismal y la boca una cabeza de león, tres bailarinas formando un corro, un flautista y dos chicas jóvenes medio disimuladas entre el follaje, siete bailarines y bailarinas formando un vasto arco de círculo, y entre ellos una pareja de chicas asiéndose por la cintura, un violinista malo, y una chica joven en una gruta escuchando a un guitarrista sentado a sus pies. Es una de las escasas obras que Hermann Raffke no pudo comprar: anunciada en la Subasta Meyrat-Jasse, fue vendida amigablemente por los herederos al marqués de Pibolin, y retirada de las subastas).
Como se ve en esta descripción de la estructura del libro, todo él es un juego de referencias y autorreferencias cruzadas en el que la narración (forma) replica el contenido (fondo).  Para conseguirlo las técnicas narrativas que incluye son numerosas, a pesar de su exiguo número de páginas: narración, artículo periodístico, reseñas, ensayo, biografía, historia y crítica de arte acompañan a un número no escaso de páginas redactadas como un auténtico catálogo de subasta con la descripción de cada cuadro. Estos listado de cuadros no son los únicos. También hay un listado de los expertos en arte que fueron asesorando a Raffke en cada una de sus compras, detallando sus opiniones así como sus historias profesionales. 

Es conocido que a Perec no sólo le encantaban los juegos y las invenciones, sino también los listados. Uno de sus admiradores más conspicuos, el escritor Vila-Matas observó que 
"El mundo de Perec se resume en una página de sus Tentativas de agotar un lugar parisino: él, sentado en un café de la plaza de Saint-Sulpice, se dispone a inventariar todo lo que ve allí (es decir, se prepara para agotar todo aquello que tiene delante, o al lado, en cualquier parte) y nos previene de que no está interesado en las estatuas de los cuatro grandes oradores cristianos de la plaza (Bossuet, Fénelon, Fléchier y Massillon) porque ya han sido suficientemente registradas y fotografiadas; quiere, en cambio, ocuparse de “lo que generalmente no se anota, lo que no se nota, lo que no tiene importancia, lo que pasa cuando no pasa nada, salvo tiempo, gente, autos y nubes”.
De modo que, visto el tema del libro, no podría faltar el listado de los más célebres "gabinetes de aficionado" que ilustran la Historia del Arte; entre los que se cita a la serie de los cinco sentidos de Jan Brueghel el viejo; las Galerías archiducales de Leopoldo-Guillermo, pintadas por David Teniers el Joven o las Galerías de pinturas de Gian Paolo Pannini. Todo ello sin olvidar La galería de Cornélius van der Geest, de Willem van Haecht (1628), obra que inspiró a Perec y que reproduzco aquí abajo.


Todas estas técnicas narrativas conforman un pastiche o collage en sí mismo (lo cual no hace sino subrayar la naturaleza pictórica del libro) que primero sorprende al lector y luego le obliga a buscar un sentido o coherencia al conjunto, dado que su objetivo se le escapa entre las manos. Efectivamente al lector le toca asimilar tanto la jerga de la crítica de arte como las mil historias que acompañan a cada cuadro respecto a su composición y procedencia; sin olvidar las sospechas que nos asaltan continuamente sobre cuantos de todos estos cuadros, con sus abrumadores datos históricos y artísticos, son verdad o invención. Puro Territorio Perec.

A pesar de que el autor concibió este libro "por el mero placer, y el mero estremecimiento, de la simulación"; no todo es invención y divertimento. Aquí encontramos una profunda reflexión sobre el arte, muy acorde con su punto de vista narrativo, que afecta no sólo al arte de representar la realidad y quien la observa, sino también a cómo esta representación se acerca a la verdad o a su prestigio. Todo ello sin olvidar el varapalo que este gigantesco artificio da a la crítica académica del arte y a su desmedido mercantilismo.

Finalmente destacaré que no sólo el cuadro protagonista del libro es un juego de espejos, sino que en toda la novela se multiplican estos efectos de reflexión, como la propia sala de la Exposición en Pittsburgh que "se había arreglado para reproducir lo más fielmente posible el gabinete de Hermann Raffke", de modo que la sala donde se exponía el cuadro reproducía en sus paredes el propio gabinete con todos los cuadros en el mismo orden. Del mismo modo, tras su muerte, Raffke fue enterrado tal como él mismo dispuso en una cueva que reproducía su gabinete de aficionado: el cadáver fue embalsamado y colocado en el mismo sillón en el que había posado y ante él colgaban sus telas favoritas con la misma disposición que en el cuadro. 

Como conclusión cabría exponer el juego de espejos que se establece entre Hermann Raffke, su sobrino Herbert Raffke y el pintor Heinrich Kürz que determina el asombroso final de la novela; pero dejaremos que esta cuestión la elucide el lector de esta obra fascinante. 







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George Perec (París, 1936 - Ivry-sur-Seine, 1982), nació en una familia judía, su padre murió durante la II Guerra Mundial y su madre en un campo de concentración. Él fue adoptado por sus tíos y su nombre cambió de Peretz a Perec. En 1965 publicó Las cosas, obteniendo el premio Renaudot. Con La vida, instrucciones de uso (1978) obtuvo el premio Médicis y consagró una forma de hacer literatura absolutamente personal. Esta novela es un alarde literario en forma de puzzle en la que articula una prodigiosa concatenación de existencias sin eludir los objetos y lo efímero. Perteneció al grupo Oulipo («Ouvroir de littérature potentielle», "Taller de literatura potencial") fundado por Raymond Queneau.
Perec elaboró abundantes juegos de palabras, lipogramas, anagramas y puzles. Es el autor del palíndromo más largo escrito en francés, una frase capicúa de más de 5.000 caracteres. Le gustaba catalogar y hacer listas con las que inventariar la efímera realidad como demostró en "Tentativa de agotar un lugar parisino". También poner retos a su impetuosa invención como hizo en "La desaparición", novela en la que no aparece la letra "e".

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