viernes, 12 de julio de 2024

PAUL AUSTER, novelista




Paul Auster murió el pasado 30 de Abril, a los 77 años, en Nueva York. Como homenaje he querido releer uno de sus libros. Auster es uno de mis diez escritores favoritos y el título de este blog así lo atestigua. La lectura del libro homónimo fue lo que me decidió a iniciar esta publicación en vez de seguir tomando notas... que irremisiblemente acababa perdiendo. En aquella novela Auster nos describe a un Bill anciano que pasa las noches imaginando historias. Quizás para recordar su vida. Quizás para arrepentirse. Quizás para explicarse el mundo. Quizás para soñarlo. Allí vi reflejado el por qué de mi amor a la literatura y quise compartirlo.

Hasta ahora nunca había podido redactar una reseña sobre un libro de Auster porque su lectura me satisfacía plenamente. La única duda era si ponerle cuatro o cinco estrellas. Hoy voy a intentarlo.

Para mí Auster es poseedor del triángulo mágico que debe tener un libro.
Ha de estar bien escrito o contado (a veces no es lo mismo).
Ha de poseer una trama que combine imaginación, intriga y emoción.
Debe reflejar profundamente lo humano, sea en forma de lucha, aflicción o rebelión.

Finalmente él mismo también ha sido abatido. Descanse en paz.
Aunque desde sus libros nos seguirá iluminando.

Fotografía de Phil Penman

La obra de Paul Auster explora la identidad, el azar y la búsqueda del significado de la vida. En sus novelas la existencia del protagonista suele quebrarse (una pérdida, una enfermedad, una muerte) obligándole a replantearse la vida en términos radicalmente nuevos.  Esa circunstancia deja al protagonista sin asideros, rodeado de una nada que convierte al relato en una investigación sobre cómo seguir existiendo. Es entonces, al quedarse los protagonistas fuera de la corriente del río, cuando se percatan de los mecanismos de la vida, de esos azares y casualidades que tanto nos llaman la atención como lectores. Aunque también aprenden sobre su vulnerabilidad. Esa radical consciencia de su mortalidad y del absurdo de la vida es lo que hace tan interesante asistir a cómo recogen sus trozos y resuelven vivir: a través de pequeños rituales, a veces de mentiras, siempre con amigos y con libros, aferrándose a los recuerdos.... 
Sin ninguna duda, los personajes de Auster son seres dolientes que afrontan -más conscientes que nunca- el caos de la vida.

Hoy en día cualquier escritor existencialista tendría sus manuscritos cogiendo polvo en el cajón; pero en cambio Auster es un escritor existencialista de éxito gracias a un aliño muy personal y cautivador.
Yo lo cifro en cinco puntos.

En primer lugar es un tipo de su época, urbano y desengañado; por lo que sus observaciones sobe la vida moderna, con sus soledades y extrañas relaciones suelen ser muy perspicaces.
En segundo lugar voy a colocar lo que para todo el mundo es su sello, el azar. Muchas de sus obras comienzan y giran en torno a eventos fortuitos que trastocan o iluminan la vida de sus personajes. Auster es un fino explorador de la casualidad, pero no como mero juego, sino como un sorprendente recurso que aporta profundidad y perplejidad a sus historias.

En tercer lugar tengo que colocar su gusto por una introspección genuina, nada fatua. La visión íntima y el desasosiego que nos hace llegar de sus personajes les dota de un afán que los sitúa muy cerca de nuestras preocupaciones. Sus personajes conmueven y provocan empatía. Nunca se rinden, aunque alberguen pensamientos autolíticos; y siempre desean salir adelante... aunque es cierto que casi nunca encuentran lo que buscan.

Fotografía de Grégoire Alessandrini

En cuarto lugar colocaría lo que yo llamo la sensibilidad hacia los demás, es decir, la dificultad de conocer a los otros y, a la vez, la necesidad inalienable que tenemos de ellos. Reflexionando sobre sus obras percibo claramente esa necesidad y un hecho aparentemente contradictorio: si hay una salvación está en los otros.

En quinto lugar, pero no por ello menos importante, está la claridad -yo la denomino naturalidad- de su prosa. Auster es un escritor sumamente moderno, juega con la autoficción y cuando no los parodia está cruzando entre sí los géneros; pero lo hace escribiendo con una elegancia y una sencillez que convierten su prosa en algo diáfano y armónico.

El héroe austeriano es un tipo común pero complejo y lleno de enigmas. Busca el amor y no duda en romper con todo y empezar de nuevo, pero siempre está lastrado por la culpa. Aunque en Auster nunca falta una salida a través de dos puntos de luz, la amistad y el amor.

Añado un bonus. En sus historias no debemos menospreciar el papel que juega la escritura y la ficción como elementos sanadores. Paul Auster es un escritor obsesionado con la identidad y el modo en que ésta se construye por medio de relatos y palabras así como de encuentros y afinidades que administra el azar. Como escritor que es, subraya la necesidad de contar. El protagonista de El libro de las ilusiones se embarca en analizar la obra de un cineasta desaparecido, lo que provoca que una persona le relate las historias que vivió durante el medio siglo que permaneció desaparecido. El profesor de filosofía que protagoniza Baumgartner se propone escribir un ensayo sobre el síndrome del miembro fantasma, que es la mejor analogía que encuentra sobre la muerte de un ser querido. En La noche del oráculo el escritor Sidney Orr compra un extraño cuaderno de color azul bajo cuyo influjo mágico comienza a escribir como en trance, atrapado en un mundo de inquietantes premoniciones y sucesos enigmáticos que amenazan con recomponer la realidad.

Fotografía de Nicolas Miller 

Se puede concluir que sus libros son existencialistas más allá del existencialismo. Como se puede leer en su novela Baumgartner, parece que tanto los personajes como el autor son hombres que no profesan ninguna religión y "no creen en nada salvo en la obligación de formular preguntas aceptables sobre el significado de estar vivo, aunque sepan que nunca será capaz de encontrar la respuesta".

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