sábado, 29 de mayo de 2021

TIEMPO de VENDIMIA - de Luis Landero



  

Tengo un cuaderno nuevo y no sé
en qué gastarlo. 
Es invierno, 
ya ha oscurecido, hace mucho frío y afuera 
resuena el temporal. 
Yo me he arrimado a este cuaderno 
como el mendigo 
al calorcillo de la lumbre. 
Por el momento no sé qué escribir, es cierto, 
pero eso importa poco. 
Cuando uno no sabe qué escribir, 
cuando la imaginación flaquea, 
cuando el alma se apaga y se embrutecen 
los sentidos, 
y cuando aun así uno siente la necesidad de escribir, 
siempre queda la posibilidad de abandonarse a los recuerdos. 
En nuestro pasado está todo 
cuanto necesitamos para encender 
el fuego de la inspiración. 
Hasta la fantasía tiene su casa en la memoria. 

No escribas lo que sientes, escribe 
lo que recuerdas y dirás la verdad, 
como decía no recuerdo quién. 
Así que no hay más que salir 
a pasear por el bosque del tiempo ya vivido, 
sin otro rumbo que el azar. 

No buscas nada, 
no vas a ningún sitio. 
Y sin embargo de vez en cuando encuentras una seta, 
un lazo del pelo, un nido de perdiz. 
Una moneda de oro. 
 
                                Todo, 
todo está en el fardo de la vida. 
                                 Recojamos, pues, 
nuestros propios despojos 
como el mejor botín ganado en buena guerra.








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Con estas líneas comienza el libro El huerto de Emerson, retazos de unas memorias muy particulares que comenzaron con El balcón de Invierno. Luis Landero (Alburquerque, Badajoz 1948) es un novelista esencial de la literatura contemporánea española con obras tan notables como Juegos de la edad tardía (1989), El mágico aprendiz (1998), Retrato de un hombre inmaduro (2010) o Lluvia fina (2019). En sus novelas aparecemos todos nosotros, antihéroes del cada día; personajes que no nos cuesta imaginar cruzando cualquier calle por la que pasamos a diario. Landero nos atrapa con la sencillez de lo cotidiano, con la verosimilitud de las vivencias que expone y con un manejo muy particular de la representación del tiempo; entre elipsis, vueltas al pasado y anuncios del futuro.
Sin olvidar la omnipresencia en todos sus libros del acto de narrar, bien a través de reflexiones o de personajes (escritores fallidos o amantes de la literatura) que introducen constantemente una reflexión metatextual acerca del hecho de narrar.

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