miércoles, 29 de octubre de 2025

FRANKENSTEIN - de Guillermo del Toro


Víctor Frankenstein logró insuflar vida a su monstruo, pero Guillermo del Toro no ha logrado insuflársela a su película. Y es una lástima porque la cinta es un exceso tan deslumbrante como malogrado. La escenografía, la música, los planos son excelsos pero la trama y el conflicto de los personajes no tienen consistencia y se acaban descomponiendo como un monstruo de arena.

Del Toro quiere darle la vuelta al mito; centrarlo en la criatura a la que presenta de un forma realista y atormentada. Aquí el monstruo ya no es el ser recompuesto sino su creador, alguien que juega a ser dios sin objeto alguno. De hecho cuando el doctor Frankenstein (Oscar Isaac) se encuentra por primera vez con su criatura mirándole de frente, reconoce que no sabe qué hacer con él...y parece que el guionista y director tampoco. Hasta hay un tramo en que el ser quiere convencer a su creador para que le produzca una compañera; pero el capítulo se acaba como una calle sin salida. Por otro lado el hecho de vencer a la muerte -dando vida a un cuerpo hecho de pedazos muertos- hace derivar a la criatura hacia una inmortalidad que nadie entiende. Sus heridas sanan solas, no se ahoga, no puede morir. Tampoco la criatura lo entiende y persigue a su creador hasta el mismísimo polo norte para que le restituya el don de morir.



La película tiene dos partes, una primera narrada desde el punto de vista de Víctor Frankenstein y una segunda desde el punto de vista de la criatura. La primera da vueltas y vueltas sin fijar el tiro. Este moderno Prometeo parece un simple joven rebelde que quiere superar los logros de su padre cirujano. Viktor Frankenstein habla y grita, se desespera y conoce al rico benefactor (Christoph Waltz) que financiará su experimento; pero el centro de la película no está en la maldición del titán que robó el fuego de los dioses, el conocimiento. En esta parte todo es muy farragoso y lleno de diálogos que no añaden nada.

En la segunda parte está lo mejor de la película, con el foco puesto en una criatura que ha sido arrojada al mundo sin saber por qué, ni quién es o cual es su objeto. Ese es el corazón que busca Del Toro aunque su pálpito es muy tenue. Por los diarios de Mary Shelley -autora de la novela Frankenstein- sabemos que mientras ella escribía su esposo, el poeta Percy Bysshe Shelley, le leía fragmentos de El Paraíso Perdido de John Milton. Por eso no nos extraña que los personajes de su novela guarden paralelismos con los del poema épico de Milton: un Dios creador todopoderoso; un ángel caído que pretende usurpar a Dios (aquí Víctor sueña con la escultura de un ángel que cobra vida y le guía en su propósito), y Adán, una creación abandonada por su creador en un mundo que no comprende. 
 


De ahí que los minutos en que la criatura se refugia en una granja y convive con un anciano ciego (David Bradley) que le enseña a leer y a orientarse en este valle de lágrimas son los más genuinos. Allí aprende a leer con el poema de Ozimandias y El Paraíso Perdido de Milton. Es entonces cuando el anciano aprovecha para comentarle que en el poema es el hombre el que hace preguntas a Dios; pero que también puede ser que Dios haya puesto al hombre en este mundo porque también él tiene preguntas que espera que le respondamos.

El problema de la película es que el dramatismo y el tono aventurero del Preámbulo, con los protagonistas varados en el polo norte, no vuelve a aparecer y la profundidad filosófica que se pretende infundir al personaje no se ha logrado. Falta emoción. Del Toro intenta insuflar poesía y compasión por un ser desamparado, sometido al miedo, a la soledad y al frío; pero no consigue establecer una conexión emocional. Tampoco con la introducción de una chica (Mia Goth) que se enamora de la inocencia del monstruo. Comparada con la intensidad emocional que destila esa maravilla que es La forma del agua, la distancia es enorme.




En cambio visualmente Del Toro nos deslumbra. Es su mundo y nos lo muestra con todo lujo de detalles. La imaginería gótica que desfila por la pantalla es asombrosa. La película está llena de escenarios fastuosos como el barco en el hielo, el torreón que alberga su sala de disección en el borde del acantilado, estatuas, relieves, casquería fina y todo un atrezo diseñado con mimo. 



También el preámbulo es impactante. Nos sitúa en 1857, en un barco encallado entre los hielos cercanos al polo norte. De pronto una explosión lleva a los soldados hasta un pequeño campamento donde encuentran a un hombre moribundo, el barón Víctor Frankenstein. Cuando le están asistiendo se oye un potente rugido y en el horizonte aparece una figura gigantesca. Es el monstruo que viene a atormentar a su creador. Los soldados le disparan pero no logran matarlo. Finalmente rescatan al barón y hunden al monstruo bajo el hielo. Todo este preámbulo está rodado con un dramatismo que no tiene el resto de la película.



He salido de la sala haciendo un cálculo. La película dura 240 minutos que divididos entre 40 minutos nos dan 6 episodios que Netflix -la productora- podrá programar en pocas semanas. Ese es otro problema de la película. Es muy prolija y el ritmo sufre excesivos altibajos. Parece ser que cada vez se hacen menos películas para el cine, de 90 minutos, con una tensión mantenida y una historia consistente cuyas peripecias y diálogos ha pulido un puñado de guionistas abnegados. Siempre hemos sabido que el cine era un negocio; pero creo que ahora, en demasiadas ocasiones, es un producto que encargan unos creadores de contenidos. San Guillermo del Toro que estás en los cielos no lo dejes caer.

martes, 28 de octubre de 2025

NO HAY que ESPERAR a LOS BÁRBAROS...








No hará falta esperar a que los bárbaros invadan Roma, el Imperio Americano ya los tiene dentro y tienen carta de naturaleza.

El país que durante casi un siglo se ha venido presentando como la cuna de la democracia, la libertad y los derechos civiles ha iniciado una deriva social y política hacia el autoritarismo y el fascismo que marcará las próximas décadas. El asalto al Congreso del 6 de Enero de 2021 fue la confirmación de que el "Yes we can" que enarboló Barak Obama para acceder al poder fue un espejismo y los que Sí Pueden cambiar definitivamente el rumbo de la primera potencia mundial son los reaccionarios que están recortando derechos y libertades en nombre de una moral rancia y trasnochada que los sitúa en la senda de los talibanes. 

Al igual que esos fanáticos religiosos se basan en una pretendida moral para imponer lo que hay que pensar, opinar o leer bajo graves coacciones y amenazas. Todo ello en nombre de una libertad que enarbolan con vocerío mientras se la roban a todos los demás. En una sociedad genuinamente libre cada uno puede practicar sus creencias en un clima de tolerancia y libertad, pero estos ultramontanos quieren imponer su moral retrógrada al resto. Está claro que la censura tiene que ver con el control social y de pensamiento.

Esto viene a cuento de las leyes que desde 2021 se vienen promulgando, cada vez en más estados, PROHIBIENDO determinados LIBROS en escuelas y bibliotecas públicas de EEUU. Lo que viene a sumarse al intento de control de las universidades y los medios de comunicación para imponer su montaraz relato. La Organización PEN America asegura que esta ola de censura responde a una “campaña ideológica organizada” que busca restringir el acceso a obras literarias que representen realidades diversas. “Estamos ante un movimiento político que busca controlar lo que los estudiantes leen, piensan y sienten”, ha comentado Suzanne Nossel, directora ejecutiva de esta entidad.

PEN América ha publicado un informe donde se recoge que durante el año escolar 2024-2025 se registraron 6.870 casos de prohibiciones de libros en escuelas públicas de Estados Unidos, situación que afectó a 87 distritos escolares en 23 estados. El anterior curso, 23-24, supuso un pico de más 10.000 libros afectados, lo que triplicó los datos del curso previo, 22-23, cuando se registraron 3.362 libros prohibidos.

Desde julio de 2021 las prohibiciones han afectado a más de 22.000 libros en 415 distritos escolares de 43 estados, según recogen los informes del PEN América. Esta es una organización que defiende los derechos humanos y la libertad de expresión con el foco puesto en el acceso a la lectura y la literatura. En su informe advierte que este último cuatrienio es el periodo más agresivo contra la libertad de lectura en la historia reciente del país.

La censura se ejerce a muchos niveles, sea local, estatal o federal. La avalancha de iniciativas provienen de individuos, familias o asociaciones civiles y religiosas vinculadas a grupos ultraconservadores que someten a extrema presión tanto a profesores como a Juntas Escolares. Dos de estas asociaciones son Moms for Liberty (Madres por la libertad) y Parents Defending Education (Padres en defensa de la educación). En estados como Arizona, los padres pueden demandar directamente a profesores y escuelas si consideran que se ha incumplido la ley. Por su parte Missouri quiere impedir que se utilicen fondos públicos para comprar títulos que puedan tener contenidos “lascivos”. En 2023 el gobernador de Florida, Ron de Santis, firmó la Ley HB 1069 que permitía limitar cualquier tipo de material (incluyendo libros) que pudiera relacionarse con la orientación sexual, la violencia o la identidad de género; así como por su lenguaje o si su contenido estaba relacionado con la raza, la política o la religión. Estos criterios tan generales y difusos provocaron una ola de cancelaciones que se llevó por delante a 16 libros de Stephen King o clásicos como Ana Karenina de Tolstoi y Por quién doblan las campanas de HemingwayCuando Stephen King descubrió la cancelación de sus libros en 2023, escribió en Twiter con suma ironía: “¿16 de mis libros? Debo estar haciendo algo bien”.



Lo peor de todo es que el fenómeno se ha normalizado dentro del sistema educativo público, con decisiones impulsadas por presiones políticas, grupos ultraconservadores y denuncias de padres de familia. Los criterios que establecen estas leyes suelen ser muy vagos e imprecisos (como "protección de menores", "derechos parentales" o "contenido sexual inapropiado"), lo que facilita la arbitrariedad de estos grupos de presión. Basta que en el texto unos adolescentes estén explorando su sexualidad o que aparezca un personaje gay o lesbiana, o que simplemente en la obra aparezca una escena amorosa para que pueda ser etiquetado como "material sexual inapropiado"; lo que deriva en su eliminación sistemática de los programas escolares y bibliotecas públicas. 

Así se ha llegado a prohibir clásicos literarios como Cien años de soledad (García Márquez), Sidharta (Hemann Hesse), Al Este del Edén (John Steinbeck), Doctor Zhivago (Boris Pasternak), El señor de las moscas (William Golding) o Mientras agonizo (William Faulkner). Tampoco han tenido escrúpulos para cancelar novelas juveniles de éxito como El libro de la selva (Ruyard Kipling), Wicked (Gregory Maguire) o Los Juegos del Hambre (Suzanne Collins). Incluso han llegado a erradicar autores respaldados por el Premio Nobel, el National Book Award o el Pulitzer, premio que ganó Junot Díaz con su libro La maravillosa vida breve de Óscar Wao, lo que no le ha salvado de ser cancelado. Si observamos el histórico de los libros prohibidos podemos apreciar el delirio de estos censores al suprimir textos como la biografía del Dalai Lama, el Diario de Anna Frank o la biografía de la activista de los derechos civiles Rosa Parks.

Como se ve muchos de los libros prohibidos son parte de la memoria colectiva de Occidente y retratan experiencias de resistencia, amor y dignidad frente a la opresión.



La posibilidad de que los maestros afronten demandas y amenazas a sus licencias profesionales por incluir libros prohibidos ha generado un clima de autocensura. “Se está instalando una cultura del miedo que limita el pensamiento crítico y la diversidad de ideas”, advierte el informe. Este campo minado amparado por leyes estatales pretende erradicar cualquier contenido relacionado con la esclavitud, el racismo, la comunidad LGBTQ+, las políticas contra la discriminación de género o de inclusión social. Pero también se están excluyendo títulos que abordan cuestiones tan sensibles como la migración, la muerte, el abuso, la salud mental, el bullying, el suicidio, la drogadicción o la salud sexual.

Es imposible no acordarse de la quema de libros efectuadas por los nazis en la jornada negra del 10 de mayo de 1933  o de la novela Fahrenheit 451, de Ray Bradbury. Según el más reciente informe de PEN América, los estados con más prohibiciones son Florida, con más de 2.000 casos registrados, seguida de Texas, Tennessee y Pensilvania; mientras que Minnesota y Michigan estudian medidas similares. 

PEN America concluye que la censura en las escuelas estadounidenses “no solo amenaza la libertad de lectura, sino el derecho de los estudiantes a formarse con pensamiento crítico y diversidad de ideas”. Como dijo Amy Perwien*, una madre del condado de Collier (Florida): “La ignorancia no protege la inocencia. Por tanto, no estamos protegiendo la inocencia de nuestros hijos restringiéndolos. Simplemente los estamos dejando sin educación”.










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Numerosos padres y alumn@s luchan contra esta ola de cancelaciones con diferentes estrategias. Por ejemplo han nacido muchos clubs de lectura para leer y comentar precisamente los libros desaparecidos de sus bibliotecas y centros educativos. Esa fue la ironía que utilizó el comediante Steve Martin , quien agradeció al distrito escolar que prohibiera su libro Shopgirl: "¡Ahora la gente que quiera leerlo tendrá que comprar un ejemplar!". 
La prohibición de libros es algo que aqueja a la Humanidad desde el mismo nacimiento de la imprenta, pero en EEUU ha sido más persistente que en otros países occidentales. En época tan reciente como 1982, el Tribunal Supremo abordó abiertamente el tema en la demanda que presentó un grupo de estudiantes contra un consejo escolar de Nueva York por retirar libros de autores como Kurt Vonnegut y Langston Hughes. El consejo los consideraba "antiamericanos, anticristianos, antisemitas y simplemente asquerosos".

"Los consejos escolares locales no pueden retirar libros de las bibliotecas escolares simplemente porque no les gusten las ideas contenidas en esos libros", dictaminó el alto tribunal en el caso Island Trees Union Free School District contra Pico, citando los derechos de la Primera Enmienda de los estudiantes. 

No obstante, los bibliotecarios tuvieron que hacer frente a tantos desafíos en relación con los libros a principios de la década de 1980 que crearon la Semana del Libro Prohibido, un evento anual centrado en la libertad de lectura que se celebra desde entonces entre los meses de Septiembre y Octubre. Dicha Semana cuenta con el apoyo de multitud de organizaciones como la Asociación Americana de Bibliotecas, la Sociedad Americana de Periodistas y Autores, Amnistía Internacional, el Gremio de Autores, PEN America, la editorial Penguin Random House, etc, etc.**



* Recogido en un artículo de Belén Marinone en Infobae.com

** Estos dos últimos párrafos los he tomado del artículo publicado en National Geografic por Erin Blakemore con el título "Cómo y por qué se han censurado libros en EEUU a lo largo de la Historia". 

domingo, 19 de octubre de 2025

MAUDIE - de Aislin Walsh




En esta época de imposturas y violencia anoche me apareció en el menú de una plataforma digital esta película. No dudé en sumergirme de nuevo en esta historia llena de autenticidad. Maudie es una película canadiense-irlandesa de 2016 que retrata la vida de Maud Lewis, una pintora canadiense con artritis que se hizo famosa por sus pinturas naif, dueñas de una expresividad muy personal. El inquebrantable espíritu de Maud merecía una película así de franca y conmovedora.

Maud (Sally Hawkins) es una joven dulce y frágil que depende de su tía y de su hermano, aunque no la soportan. La tratan como si fuese una impedida por lo que ella se siente secuestrada. Maud quiere tener una vida autónoma y plena a pesar de ser una tullida atacada por una artritis reumatoide que retuerce sus manos y su cuerpo, dificultando su movilidad. Eso sí, tiene un carácter indomable que le hace huir de las humillaciones familiares aceptando el primer trabajo que se le pone a tiro: será la criada de Everett Lewis (Ethan Hawke), un huraño pescador que vive en una cabaña miserable.



La relación con Everett es de lo más disfuncional. Él es un tipo tosco que trata con desprecio a Maud: "Estoy yo, luego los perros, luego las gallinas y después tú", le advierte. El mundo parece no contar con Maudie, pero ella se basta y sobra. Le costará unas cuantas semanas convencerle de que puede hacer las tareas de la casa y prepararle la comida a pesar de su discapacidad; aunque finalmente logrará establecer con él una relación de respeto que evolucionará a más.

Sally Hawkins aporta una interpretación sumamente delicada y profunda, capaz de expresar fragilidad a la vez que tenacidad para conseguir ser feliz. Ethan Hawke no le va a la zaga. Logra componer un personaje muy complejo, burdo y grosero, en ocasiones abusivo; pero que acabará admirando el valor de Maudie convirtiéndose en su fiel compañero. Está claro que su zafia actitud proviene de unas duras condiciones de vida y de su nula educación tras su paso por el orfanato local. Maudie logrará sacar lo mejor de él. El rechazo y la incomprensión que sufren ambos acabará uniéndolos definitivamente. 

La película en ningún momento cae en lo melodramático. La cámara permanece neutra y simplemente deja que dos actores inspirados nos convenzan de la enorme humanidad que son capaces de albergar un cuerpo  atrofiado o una mente zafia. La directora Aisling Walsh mantiene un honesto equilibrio para mostrar la miseria en la que vive el matrimonio o los momentos de violencia doméstica y felicidad sin que esto desvíe el foco colocado sobre el espíritu de esta pintora indomable.  

Maudie no esquiva el trabajo duro, pero siempre encuentra un hueco para pintar. Según reconoce con un pincel en las manos es capaz de lograr la plenitud. Le maravilla el mundo, la vida y la naturaleza que reproduce con una inocencia avasalladora. "Toda la vida ya está enmarcada y está ahí fuera", le dice a una neoyorkina recién instalada en aquellos apartados parajes de Nueva Escocia donde ella vive. Sus cuadros denotan la mirada más inocente y pura que pueda imaginarse.


Maud Lewis está considera una pionera del Arte Naïf en pintura. Sus cuadros aparentemente simplistas, con colores muy vivos y planos son muy característicos. No importa que en uno haya un árbol con hojas de otoño a la vez que otro primaveral o que haya un buey con tres patas. Viendo la película recordé las palabras de Picasso cuando decía que llevaba toda la vida intentando volver a pintar con la inocencia de un niño. 






sábado, 11 de octubre de 2025

UN FANTASMA en LA BATALLA - de Agustín Díaz Yanes

España, 2025

Bueno, parece que el cine español ha encontrado un filón en los sangrientos años en que la banda terrorista ETA zarandeó a la joven democracia española. Ahora bien, si todos los productos tienen la calidad de la serie Patria o de películas como La Intrusa o ésta que nos ocupa, yo creo que hemos de congratularnos. Las tres obras citadas contienen historias potentes, magníficas realizaciones e interpretaciones muy solventes.

Un fantasma en la batalla nos hace recordar inevitablemente a La infiltrada, magnífica película que estrenó el año pasado Arantxa Echevarría. Primero porque las dos tienen como protagonista a una policía infiltrada en las filas de ETA, segundo porque ambas arrancan con el asesinato de Gregorio Ordóñez y tercero porque el contexto de la historia nos hace revivir aquellos años de hierro. Pero las dos tienen su propia personalidad y aunque es verdad que la cinta de Echevarría tiene una mayor potencia dramática, esta de Díaz Yanes no es despreciable. Su principal aportación es ofrecer una especie de resumen emocional de aquellos años terribles salpicados de larguísimos secuestros (Ortega Lara) y crímenes abominables (Tomás y Valiente, Ernest Lluch o Miguel Ángel Blanco).
 


Al inicio se nos avisa de que tanto el ejército como la Policía tuvo infiltrados en ETA que han servido como referencia para crear el personaje de ficción de su protagonista, Amaia (Susana Abaitua). El retrato del contexto histórico, político y social de los años 90 a través de telediarios e imágenes de archivo hace el resto. Creo que este ánimo de retrospectiva ha podido perjudicar a la película. La extensión de hechos que ha querido plasmar le resta intensidad en el desarrollo de los personajes que, a la postre, resultan planos. Por ejemplo las interpretaciones del jefe directo de Amaia, Comandante Silva (Javier Godino), o de los dirigentes etarras Arrieta (Raúl Arévalo) y Anboto (Ariadna Gil) son monocordes; siempre con el ceño fruncido y poco más. 

Me han gustado en cambio las interpretaciones de Susana Abaitua en su papel de infiltrada y la de quien le abre las puertas de ETA, Begoña (Iraia Elías). Este último personaje es el mejor perfilado. Se trata de una directora de eikastola y madre de dos hijos a los que tiene que abandonar cuando pasa a la clandestinidad. Begoña es muy consciente de su situación y le advierte a Amaia que "si eres abertzale no tienes vida privada. Sabes que vas a acabar en la cárcel o muerto". 

El objetivo declarado de la operación es conseguir la ubicación de los cinco zulos más importantes de ETA en el sur de Francia, aquellos donde la banda terrorista escondía su más valioso arsenal de armas y dinero. Aunque falte drama en la cinta lo que no falta es intensidad. La operación policial siempre está en vilo. El peligro de que la infiltrada sea descubierta también. 

Hay una escena cumbre donde Amaia hace de chófer cuando llevan a ejecutar a un infiltrado del ejército español. Uff. Otro momento destacado es cuando ella misma abandona la infiltración por su deseo de casarse con un novio al que tiene medio abandonado; pero la rebelión de la sociedad vasca ante el asesinato del concejal Miguel Angel Blanco le inspira de nuevo para reintegrarse y llevar la operación hasta el final. 


Se agradece que la película tenga un planteamiento y una realización de estilo clásico. La historia funciona con la precisión que exige un thriller.


lunes, 6 de octubre de 2025

UNA BATALLA tras OTRA - de Paul Thomas Anderson

EEUU,2025


Pertinente.
Esa es la palabra que me vino a la mente a la media hora de película. Ahí están todos los temas más acuciantes de los EEUU de ahora mismo. La emigración como excusa para el racismo y el supremacismo más rampante o la amenaza de un estado profundo que desde el poder económico y político está intentando convertir a la democracia en un mero formalismo.

La película está basada en la novela de Thomas Pynchon, Vineland, obra de 1990 que retrata el fracaso de los jóvenes rebeldes de los años 60 que, tras llegar a adultos en los 80, vendieron sus ideales y adoptaron un visión de la sociedad totalmente conservadora y materialista. Todo ello sin olvidar la propagación abusiva de la vigilancia policial.  

La novela relata la búsqueda de Frenesí, una revolucionaria hippie que acabó convertida en informante del gobierno, por parte de su hija Prairie. Con ella recorremos el camino inverso desde los 80 a los 60 para intentar descubrir cómo los jóvenes contraculturales de la era del amor libre se convirtieron en votantes de Reagan en la década de 1980.


Paul Thomas Anderson actualiza todo esto, manteniendo la trama básica de la novela pero cambiando los puntos de inflexión. Aquí tenemos a una adolescente Willa Ferguson (Chase Infiniti) que junto a su padre Bob (Leo DiCaprio) vive en la clandestinidad, en un poblado en las montañas. Han tenido que huir tras desmantelar la Guardia Nacional el equipo de activistas radicales que lideraba su madre, Perfidia Berverly Hills (una enérgica Teyena Taylor). Perfidia fue una revolucionaria hippie muy carismática, pero al ser hecha prisionera se acogió al programa de testigos protegidos y delató a todo su equipo, conocido como el 75 francés

Al igual que en la novela, Perfidia mantenía una enfermiza relación amorosa con su captor, el muy fascista capitán Lockjaw (Sean Pean); pero tras asegurarse su libertad desapareció. 16 años después el capitán ya es coronel y aspira a ser admitido en un clan de supremacistas muy poderosos que operan en la sombra, Los Amantes de la Navidad. Temeroso de que se conozca su relación con Perfidia, de raza negra, se lanza tras Willa y Bob para hacerlos desaparecer el mapa.



La película comienza con una audaz intervención del 75 francés para liberar a los inmigrantes presos en un centro de detención: ¡cómo no recordar el Aligator Alcatraz que acaba de inaugurar el emperador pollo hace un par de meses! Las vallas metálicas y los barracones son idénticos. Allí es donde Perfidia conoce al capitán Lockjaw al que humilla... y a la vez excita. Éste le promete que se volverán a ver... y así es. Se citan a escondidas y mantienen una extraña relación sadomasoquista donde se mezcla poder, sumisión y un furibundo deseo sexual. 

Todavía veremos un par de acciones terroristas más y un entrenamiento de lo más salvaje (la imagen de Perfidia embarazada y disparando una metralleta ya es icónica) antes de que Lockjaw la aprese y le apriete las clavijas. Tras delatar a toda su célula desaparece dejando atrás a su pareja y a su bebé. Tras este prólogo y después de 16 años comienza el grueso de la película centrada en la persecución de Willa y Bob Ferguson.



Por supuesto el viaje desde las páginas a la pantalla supone dejar por el camino toda una serie de capas y mas capas, subtramas* y jugosas digresiones históricas, científicas y literarias que son marca de la casa Pynchon. Pero el espíritu del libro está ahí, hilarante, oscuro y provocador. Hablar de unos EEUU en descomposición que viajan a toda vela hacia una sociedad fascista supremacista. 

A pesar de la seriedad del asunto, el libro es muy divertido (tiene fama de ser el menos "Pynchon" del sesudo Pynchon) y la película no se queda a la zaga. Leo DiCaprio se pasa todo el metraje huyendo, ataviado con una bata a cuadros mugrienta que lo convierte en un remedo muy conseguido de El Nota, el icónico personaje de los Hermanos Cohen en su impagable "El gran Lebowski". 

Las drogas y el alcohol han hecho mella en Bob y cuando tiene que correr se tropieza o cae desde la azotea, cuando quiere acceder a la guarida secreta se ha olvidado de las claves e incluso cuando quiere llamar a su hija tiene el teléfono descargado. Una calamidad. Su escena desde una cabina telefónica, intentando que su contacto le de las coordenadas del refugio es hilarante y ya está en el olimpo de las imágenes antológicas de la película. Bob es un pringao en toda regla que DiCaprio resuelve con dedicación y entereza.


La película dura casi tres horas pero se pasan en un suspiro. Las peripecias se suceden con gran ritmo, las extravagancias no dejan de aparecer, los personajes más estrafalarios se multiplican (Ay ese Benicio del Toro convertido en un sensei de los inmigrantes) y, al final, todo se convierte en una persecución sin límites... tal y como dice el título: Una batalla tras otra de las personas de a pie contra el establishment más represor.

Uno de los aspectos que ayudan a conseguir ese ritmo apresurado de la cinta es su banda sonora, obra del integrante de Radiohead, Jonny Greenwood. Su juego de ritmos desnudos con distintos instrumentos nos provoca una sensación de vértigo que nos lleva en volandas de secuencia en secuencia. Una de las más logradas es la persecución en coche que sufre Willa por parte de un sicario de Los Amantes de la Navidad. Ambos circulan por una carretera llena de toboganes que hacen que los coches aparezcan y desaparezcan en el horizonte. La cámara elabora toda una danza subiendo y bajando esas cuestas al ritmo electrizante de la música. El efecto audiovisual es magnífico y la tensión máxima.


Quizás se echa en falta un comentario sociopolítico más profundo pero la cámara nos permite introducirnos en dos guaridas que nos muestran una realidad oculta. Por un lado la de los tugurios donde malviven los inmigrantes, siempre preparados para cuando la ´migra´ eche la puerta abajo, siempre dispuesto el plan de escape por túneles o azoteas. 

Pero hay otro túnel.
El que visitamos en una lujosa mansión tejana. La cámara sigue al sicario bien vestido y afeitado hasta el sótano donde abre una puerta camuflada por la que accede a un espacioso búnker. La sala es amplia y luminosa. Hay una mesa de nogal y un vinilo con una escena idílica del campo americano ocupa toda una pared. Es un centro de poder. Allí están reunidos los cabecillas del clan Los Amantes de la Navidad. A su lado los del Ku Klux Klan parecerían unos simples mamarrachos. Ellos están a la altura de un Elon Musk. Unos tipos blancos, adinerados y bien vestidos que charlan educadamente sobre lo que hay que hacer para que su gran nación quede libre de migrantes, negros y judíos. Son los que mueven los hilos y van a decidir qué hacer con quien los estorba. 
Esta es la tercera imagen icónica de la película y, por lo que supone, resulta escalofriante.

Protestas contra las redadas migratorias en Los Angeles - 2025 Caroline Brehman/AAP-

En la película los violentos ya no son los hippies ni hay necesidad de reeducarlos, como se plantea en la novela. Aquí los malos son los inmigrantes y las ciudades santuario en las que el emperador pollo quiere desplegar el ejército para controlarlas. En fin, que siendo un thriller, la película se erige como un grito en defensa de los desposeídos y marginados que sostienen América desde sus subterráneos.

 










La novela es más que una novela política sobre la deriva de los hippies y la Década de la Avaricia. En ella nos encontramos una abducción ovni durante un vuelo a Hawai, un detective psíquico investigando un ataque de Godzilla, una comunidad de ninjas en las colinas de California, una prisión política en lo profundo de un refugio nuclear, una subasta sexual en Tokio y hasta una comunidad de fantasmas zombis.

PISANKA - de Jorge Yúdice

Dos mujeres charlando mientras toman un café pueden convocar al más allá. Una historia completa en sólo 16 minutos.
Formidable.




 

miércoles, 1 de octubre de 2025

UN REFLEJO VELADO en EL CRISTAL - de Helen McCloy



Helen McCloy (Nueva York, 1904 – 1994), fue una escritora de misterio norteamericana que creció leyendo ávidamente los casos de Sherlock Holmes y en 1950 llegó a convertirse en la primera mujer presidenta de la Asociación de Escritores de Misterio de EEUU. Es conocida por la serie protagonizada por el psiquiatra detective Dr. Basil Willing que se inició con Dance of Death (1938). Ya en esta primera aparición el doctor Willing expresó su creencia de que «cada criminal deja huellas psíquicas y no hay guantes que puedan ocultarlas». Fue protagonista de 13 novelas y varios relatos de la autora. McCloy utilizó a menudo la idea del “doble” en su novelas, incluso con trazos sobrenaturales, pero al final de la historia siempre ofrecía una explicación psicológica o racional del misterio. 

Un reflejo velado en el cristal (1950; Hoja de Lata, 2021) es la octava investigación de la serie del doctor Willing y está considerada su obra maestra, además de un clásico del misterio sobrenatural. El título nos remite a San Pablo, 1 Corintios 13:12: «Ahora vemos por el espejo, oscuramente»; lo que alude a la confusión que se cierne sobre los asesinatos que ocurren en la novela aparentemente cometidos por un fantasmal doble. 

La protagonista del libro es Faustina Crayle, una joven profesora de arte guapa, afable y modesta que lleva muy pocos meses en el idílico internado para jovencitas de Brereton, en las afueras de Nueva York. La historia comienza con la llamada de la directora para comunicarle su despido fulminante sin ofrecerle mayores explicaciones. Ante la insistencia de Faustina aduce que quizás sea una mala influencia para las alumnas y la escuela. A pesar de reconocer la solvencia y dedicación de la profesora, la directora deja entrever la profunda aprensión que su presencia causa en el personal del centro. Pronto descubriremos que se achaca a Faustina tener un doppelgänger (doble) cuya aparición aterroriza a todo el mundo ya que presagia desastre y muerte.

La novela tiene un encanto indudable que viene marcado por un misterio aparentemente irresoluble con tintes sobrenaturales. Efectivamente la premisa es espeluznante. Hay testigos que juran haberla visto pintando en el jardín e instantes después haberse cruzado con su doble en los pasillos de las aulas. La sorpresa inicial ha ido convirtiéndose en pavor. Ni siquiera su mejor compañera, Gisela Von Hohenems, puede explicárselo por lo que comparte el extrañísimo fenómeno con su prometido el doctor Basil Willing, asesor médico de la Fiscalía de Nueva York, quien no duda en trasladarse al centro para investigar tan extravagante caso.

Los hechos parecen contrastados y tanto los personajes como los lectores iniciamos toda una serie de conjeturas donde se mezclan ciencia y superstición. Todo se precipita cuando ocurre algo tan real como una muerte: Alice Aitchinson, una estudiante que odiaba a Faustina muere al romperse el cuello tras caer por una escalera. Una testigo afirma haber visto a Faustina junto a Aitchinson justo antes de la caída... lo cual es imposible, porque en ese momento Faustina estaba en Nueva York manteniendo una conversación telefónica con otra persona, lo cual es fácilmente comprobable. 

La histeria amenaza al centro pero Willing mantiene la cabeza fría y sigue investigando el entorno y el pasado de Faustina buscando alguna oscura razón que ilumine estos hechos. Está convencido de que tras el intrigante misterio hay una elaborada puesta en escena que busca sugestionar con un fin todavía desconocido. Un asunto le preocupa sobremanera: si aquel que ve a su doble está cercano a la muerte, puede que Faustina corra peligro, pero ¿por qué?.

Aunque hay un asunto enigmático que se cruza con la actitud racional del psiquiatra. Faustina pidió prestado a su amiga el volumen de las Memorias de Goethe, donde éste refiere hasta dos encuentros* con su doppelgänger, lo que se suma a que Faustina se comportaba de forma extraña antes del accidente mortal. Todo ello renueva las sospechas.  
«Margaret y Elizabeth dicen que Faustina Crayle se movía como adormecida cuando apareció su doble. Yo misma al parecer vi al doble dar rienda suelta a un impulso que la auténtica señorita Crayle habría reprimido. ¿Y si el denominado doble fuera una proyección visible del subconsciente de la señorita Crayle?
¿Y si el inconsciente pudiera reunir suficiente energía vital para proyectar una imagen o un reflejo de sí mismo en el aire? Tal vez mediante algún tipo de radiación refractada. Un ente onírico que fuese visible para los demás, así como para el propio durmiente; visible pero no material. Los reflejos en un espejo son visibles, pero no materiales. Igual que el arcoíris o los espejismos. Tan visibles que hasta puede fotografiarse. Pero no se pueden tocar, no tienen tercera dimensión y no emiten sonido alguno. No existen en los términos comunes del espacio-tiempo… Según se mueve el observador, la imagen se mueve con él. De igual modo, nadie ha tocado nunca a este doble ni ha oído que hiciera ningún ruido. Solo se ha visto.» pag. 87
D.B. Waterman

El asunto es tan sugerente que la autora aprovecha para hacer inventario de las referencias literarias del doppelgänger alemán, literalmente «el doble andante».
"-Empiezo a entender algunas cosas.-Entonces sonrió pensativo-. Goethe. Primer volumen de sus Memorias. El traje gris con ribetes dorados. Èmile Sagée y la Historia de Tod lapraik. El doppelgänger de los germánicos. El eidolon de los antiguos griegos. El ka de los egipcios. El fetch del folclore inglés. El gavar vore de los celtas. Entras a una habitación, vas por una calle o por un sendero. Ves una figura delante de ti, sólida, tridimensional, bien iluminada. Se mueve y obedece todas las leyes de la óptica. Su ropa y su postura te resultan vagamente familiares. Te apresuras hacia ella para verla mejor. Entonces se da la vuelta y... te estás mirando a ti mismo. O, más bien, ves un reflejo perfecto de ti mismo, solo que no hay ningún espejo. Así que sabes que es tu doble. y eso te asusta, pues la tradición dice que aquel que ve a su propio doble está a punto de morir..." pág 73
Como se ve la historia es muy original y su desarrollo está cuidadosamente elaborado. McCloy consigue crear una atmósfera tremendamente inquietante y la incertidumbre llega hasta la última página. Incluso, a punto de resolverse el caso, hasta la propia Gisela llegará a atropellar a la desdichada Faustina (¿o a su doble?) y el psiquiatra llegará a ver su reflejo amenazante en el espejo de la chimenea mientras se encuentra reflexionando sobre estos extraños fenómenos.

Me llaman la atención las reflexiones que hace McCloy a través de sus personajes en torno al debate sobre ciencia y superstición.
«-¿Lo ves? -Gisela se echó a reír-. ¡Eres incapaz de ceder a la idea de que pudiera existir tal cosa! Para mí es más fácil porque crecí en Europa. Una civilización antigua como la nuestra es escéptica ante cualquier creencia, incluso las ideas científicas modernas por las que vosotros , aquí en Estados Unidos, mostráis una reverencia casi religiosa. Nosotros no, porque nuestra civilización ha vivido muchas revoluciones intelectuales. Una y otra vez hemos visto que la ciencia de una generación se convertía en la mitología de la siguiente.» pág. 165.
Como el propio doctor Willing señala la Edad Media se llevó por delante a unos cuantos miles de personas debido al oscurantismo, los actos de fe y las acusaciones de brujería; pero en el siglo XX la ciencia (o más bien un mal uso de la misma) también ha terminado con muchas vidas humanas como por ejemplo en Hiroshima.

A pesar de que la atmósfera invita a lo fantástico, McCloy plantea una investigación muy sagaz, plenamente racional y en modo alguno viejuna. Willing analiza pormenorizadamente las apariciones, la luz, la hora o la posibilidad de un equívoco. Incluso comenta el caso en relación con las teorías de la relatividad que estaban muy recientes en aquella época. 











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* El mismo Goethe nos cuenta en su autobiografía que vio a su doble mientras viajaba por la carretera a Drusenheim. Su doble exacto venía hacia él en caballo con un traje que él jamás había usado: un traje gris con ribetes de oro. Cuando se vieron de cerca el doppelgänger desapareció. Ocho años después, Goethe estaba nuevamente viajando por la misma ruta, pero en dirección opuesta. De repente se dio cuenta que llevaba puesto un traje gris con ribetes de oro, ¡el mismo que había visto en su doble ocho años antes!

* La novela se inspira en el caso de la profesora Èmile Sageé, uno de los más famosos por estar documentado. Fue despedida de dieciocho escuelas por causa de los fenómenos extraños que la acompañaban. Por ejemplo mientras estaba escribiendo en la pizarra a su lado aparecía una réplica suya replicando sus movimientos, aunque sin tiza y con el rostro hierático. En otra ocasión, mientras daba clase en un aula del Pensionat von Neuwelcke School, en 1845, las niñas la vieron claramente en el jardín recogiendo flores. El testimonio se consideró fidedigno al ser dado por la baronesa Julie von Güldenstubbe, una ex alumna de la mencionada institución. A pesar de las múltiples bilocaciones, Èmile Sagée jamás vio a su doble. Según los testigos cuando éste aparecía los movimientos de la profesora se ralentizaban y se ponía muy pálida, como si la aparición le robase la energía.

viernes, 26 de septiembre de 2025

EL CAUTIVO - de Alejandro Amenábar

España,2025


Querido y admirado Alejandro Amenábar:
Por tus tres últimas películas estoy seguro de que la Historia te fascina y que eres un lector empedernido de crónicas. Que cuando descubriste a Hipatia te sedujo hasta el punto de hacerte leer todo lo referente a tan fascinante personaje y su tumultuosa época. Del mismo modo te atrajo ese momento de la historia de España que pudo haber sido un punto y seguido (...hasta que termine la guerra) en nuestra historia y sin embargo se convirtió en un paréntesis de pesadilla que dejó a España en suspenso durante 40 años.

No me cabe duda de que algo semejante te hizo clic en la historia del cautiverio de Cervantes en Argel, episodio que recreas en tu película. Esos cinco años en los que un joven Miguel de 28 años estuvo prisionero, llegando a participar en cuatro arriesgados intentos de fuga.

Quizás te llamó la atención su incipiente don para contar historias, cuestión que le granjea las simpatías de todos los prisioneros... y también las de un culto Hasán Bajá (Alessandro Borghi), su carcelero, del que acaba convirtiéndose en una especie de Sherezade. O quizás te tentó la oportunidad de descubrir su lado más íntimo y sensual más allá del personaje histórico. A lo mejor te atrajo el hecho de abordar -de nuevo- un momento clave del devenir histórico donde confluían dos historias, de las cuales sólo sobreviviría una. El mundo árabe contra el occidental, la voluptuosidad contra el ascetismo y la Inquisición. En tu película fantaseas con el hecho de que Cervantes llegara a entablar una relación afectiva con el Bajá, el cual lo tentó con una vida libre y hedónica junto a él en Constantinopla... en cuyo caso quizás no hubiese llegado a escribir el inmortal Quijote. Este Miguel, igual que el otro (Unamuno), vive un punto de inflexión que marcará su vida... y la Historia. 



Todo esto aparece en tu película, pero de una forma tan impostada que me deja frío. No entro en la polémica sobre si Cervantes tuvo pulsiones homosexuales o no. Me da igual. La ficción tiene la capacidad de crear su propia verdad. Mira, si no, cómo Tarantino hizo volar a Hitler por los aires en un cine de París. Pero tengo que decirte que tu película me parece sólo correcta, casi académica; lo que para mí significa carente de alma. Le falta consistencia y emoción. Las fugas que relatas carecen de tono aventurero. En las imágenes no hay brío. El Argel que nos muestras es preciosista, de cartón piedra. El cautiverio es poco hostil, ni tan siquiera sucio o violento. Las torturas quedan fuera de plano. El maltrato apenas se expresa en forma de gritos. No hay asfixia ni desesperación. Incluso las escenas pretendidamente eróticas son meras postales soft. Todo es demasiado pulcro y como dispuesto para que la cámara lo acaricie. Sin desgarro.

Pero hay dos asuntos que picaron mi interés, ambos relacionados con dos frailes. Lamentablemente pasas por ellos de puntillas pues yo creo que hubiesen insuflado un mayor vigor a tu película. Uno es el del taimado inquisidor Padre Blanco (Fernando Tejero), cautivo junto a Miguel. Dejas sus traiciones, delaciones y pecaminosos secretos en un muy segundo plano cuando podrían haberse erigido en una jugosa subtrama encabezada por un perverso villano. También hubiese fortalecido ese juego de contrastes entre la tolerante vida árabe y la intransigencia cristiana. Cuestión que en la película queda excesivamente simplificada. 

El otro asunto es el juego en torno a la ficción en el que se enredan deliciosamente el Padre Sosa (Miguel Rellán) 一narrador de los hechos一 y el aspirante a escritor. Aunque primero hay que decir que Miguel Rellán borda el papel de fraile cronista, comprensivo con las flaquezas humanas y custodio de sus propios pecados. Su interpretación aporta una incuestionable solidez y humanidad al relato. Él escribe sobre todo lo que ve, lo cual concibe como la descripción del Infierno en la Tierra "con permiso del gran Dante". Aunque este Infierno en la pantalla no se ve. 

Él es el que incita a Miguel a crear la historia de la fuga de los cautivos gracias a la ayuda de una musulmana conversa. Ésta es la espita que alivia a todos la aflicción del cautiverio y da a Cervantes la oportunidad de iniciar su andadura como narrador. Las secuencias de esta fuga literaria se solapan con las de la realidad del cautiverio compartiendo personajes y contexto; de ahí que cuando una de las fugas es descubierta por el Bajá surge un momento mágico (pero desaprovechado) en el que el Bajá exige conocer al autor de la fugapero a cual, ¿al autor literario o al conspirador?. Cervantes aparece maniatado y sangrando por los golpes. Ante la insistencia del Bajá cuestionándole por el autor, Miguel una vez responde "yo", otra vez señala al padre Sosa e incluso en otra ocasión mira al renegado Dorador (Luis Callejo) que los ayudó.



Recordemos que uno de los asuntos más modernos de El Quijote es su anticipación de siglos en cuanto a la inclusión de elementos metaliterarios en su obra. Como todos saben, entre la publicación de la primera y la segunda parte de El Quijote pasaron diez años de tiempo histórico que se convierten en unos treinta días en la novela. A partir de ahí Cervantes introduce un innovador juego metaliterario. Su genialidad consiste en hacernos creer que hay varios narradores ajenos a él. Hasta la aventura del vizcaíno el narrador asegura haberse inspirado en unos documentos históricos, y el resto está basado en el manuscrito encontrado de un tal Cide Hamete Benegeli, un cronista árabe. Esto permite a Cervantes combinar perfectamente la verosimilitud que reclamaba para el hecho literario con la narración de episodios inverosímiles producto de su imaginación. Esta cuarta dimensión está apuntada, pero del mismo modo desaprovechada en tu película. Lástima.

Salgo de la sala sin saber a qué juegas en 'El cautivo'. Si estás hablando de Cervantes o de ti. Sobrevuela en mi mente la frase con que un personaje califica a Miguel en un momento dado: «el impostor más grande que conozco». Está claro que no es una película de aventuras. Tampoco hay épica en nuestro héroe. El choque de civilizaciones que vimos en Ágora está ausente. El cautiverio parece la piedra de toque que desata el talento de Cervantes, pero tu cuentacuentos no nos embruja. Lo peor es que la cámara no parece tuya, se convierte en una simple lente mecánica en manos de un alumno aventajado de la Escuela de Cine. Pero el hecho es que tú saliste por la puerta grande de la Facultad realizando la perturbadora Tesis, te lanzaste a conquistar el mundo con la fantasía philipdickiana de Abre los ojos y demostraste un talento inigualable explorando esa casa de terror mental que es Los otros. No soy quién para decirte esto, pero esos territorios todavía te están esperando.

domingo, 14 de septiembre de 2025

SIRĀT - de Oliver Laxe


SIRĀT es un viaje a ninguna parte. Una exploración del purgatorio donde están ubicados sus personajes. O de los límites adonde se acerca el ser humano para comprobar la aleatoriedad y futilidad de la vida. Una película radical, sin ningún género de dudas.

Luis viaja con su hijo hasta el desierto de Marruecos para buscar a su otra hija, una joven ofuscada con la vida que se fue de casa meses atrás. Las pocas noticias que tienen de ella les indican que podría haber acudido a una rave en pleno desierto marroquí. Integrados en el delirio fiestero, con furgoneta camperizada y todo, van mostrando la fotografía de la joven a todo el mundo, pero sin resultado alguno.

Cuando llega el ejército para desmontar el jolgorio Luis logra unirse a un pequeño grupo que huye, adentrándose en el desierto. Según le dicen van a otra rave que se va a celebrar en un lugar más remoto y secreto. Puede que su hija acuda allí.

La película entonces se convierte en una road movie hacia la nada que nos recuerda a "El salario del miedo" (Clouzot, 1953), a 'Easy Rider' (D. Hopper, 1969) o incluso a la primigenia "Mad Max" (G. Miller, 1979), saga renacida para alumbrar estos tiempos oscuros. A ello contribuye el carácter desesperado del viaje, el territorio inhóspito que cruzan y las confusas noticias que llegan a este grupo errante sobre el aparente inicio de una guerra del alcance mundial.  

A Luis no le queda más remedio que encomendarse a estos cuatro exploradores extremos y enredarse en un viaje que -como ya intuimos- lo transformará. El viaje poco a poco se convierte en algo atroz. Ya no será iniciático, sino un descenso a los infiernos de la desesperación. 



La película logra algo casi imposible, convertirse en un trance, como reza su subtítulo. Algo que logra con la ayuda de un paisaje abrumador y una música lisérgica. La búsqueda de Luis se desarrolla en un entorno frenético, con la música de ritmo repetitivo a tope, algo que en la sala de cine se te incrusta en el pecho. Las primeras imágenes ya nos sumergen en esa especie de liturgia. Son unos prolongados minutos donde vemos instalar una larga hilera de altavoces que enseguida escupen sus potentes ritmos electrónicos mientras los cuerpos empiezan a vibrar y a retorcerse. Todo un ritual.

La película no creo que se proponga darnos a entender el por qué de las raves o su sentido pero, por un momento -sometidos como estamos a un ritmo repetitivo que se vuelve hipnótico-, nos parece intuir la poesía que hay detrás. También el desasosiego vital de unas gentes que sólo buscan aplacar la desesperación de una vida sin sentido. Ellos parecen conocer el fondo más oscuro de la vida y se entregan a un ritmo que lo ocupa todo y que parece absorber su consciencia. Aquí puedes escuchar su BSO.

La última esperanza de Luis está unida a esta tribu nómada en su viaje a ninguna parte. Todos ellos tienen sus vidas mutiladas, tal y como subraya el hecho de que a uno de ellos le falta una pierna y a otro una mano. Pero ninguno se rinde. Su viaje por momentos parece una temeridad. Como afrontar la vida. La película en ningún momento resulta moralizante. Sólo nos obliga a estar presentes en esta atormentada travesía. Poco a poco el ejército, las noticias o la civilización quedan atrás. Todo se desnuda. El paisaje, las expectativas, el mundo.



Ver esta película es una experiencia perturbadora. No te regala nada, ni te da tregua. Su periplo serpentea entre lo físico y lo espiritual. Como al propio Luis, este itinerario salvaje te va despojando de todos los engaños e insensateces con los que crees vivir hasta dejarte solo, con tu vulnerabilidad, en medio de la nada. 

Lo dicho. Toda una experiencia que se define desde el mismo título. Sirât, nos dice en su presentación la película, significa para el Islam la vía que conduce a la verdad. También da nombre al delgadísimo puente que une el infierno y el paraíso.

En una entrevista, el director sentenciaba: Con esta película expreso mi visión de la vida. El significado literal de sirât es "el camino". La vida es un camino con curvas; tiene callejones a ambos lados. La vida te sacude; no llama a la puerta. Aparece, te sacude de repente y te pregunta: "¿Quién eres?".






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O. Laxe en el rodaje de Sirât
Oliver Laxe es una figura singular en el cine español. Nacido en París, hijo de padres gallegos emigrantes, regresó con ellos a la tierra de origen. Estudió cine en Barcelona, emigró a Londres y después vivió muchos años en Marruecos, donde se interesó por el sufismo y lo estudió. Allí impartió un taller de cine para niños en riesgo de exclusión, que fue el origen de su primer largometraje, el documental Todos vosotros sois capitanes (2010). Con él ganó el Premio FIPRESCI del Festival de Cannes con el que el director ha establecido un idilio ya que también ganó allí el Gran Premio de la Semana de la Crítica en 2016 por 'Mimosas' y el Premio del Jurado en la sección Un certain regard en 2019 por 'O que arde'.
"Mimosas" es una suerte de western contemporáneo de autor en el que se combinan como monturas los caballos y los destartalados taxis. Rodada en la región montañosa del Atlas marroquí, arranca con un anciano que desea morir y ser enterrado en el lugar en el que nació. Así se desarrollaba un viaje iniciático con dilema moral que termina en redención mediante el sacrificio. Esto último es relevante, porque está vinculado con el nuevo viaje iniciático que se emprende en Sirât.
Entre Mimosas y Sirât, rodó en un valle de la Galicia interior Lo que arde, sobre un pirómano que, tras cumplir condena, regresa a la casa de su anciana madre en el lugar en el que incendió el bosque. Puede sonar a crudo drama rural, pero el cine de Laxe tira siempre hacia la dimensión poética y espiritual. Los hipnóticos cinco minutos iniciales de esta película bastan para evidenciar que estamos ante un cineasta notable. Parte del mérito de la fuerza de sus imágenes hay que atribuírselo al director de fotografía Mauro Herce, con el que ha rodado todas sus obras desde Mimosas. En Sirât el trabajo de Herce es portentoso. 
Perfil extraído de la web Letra Global