sábado, 11 de octubre de 2025

UN FANTASMA en LA BATALLA - de Agustín Díaz Yanes

España, 2025

Bueno, parece que el cine español ha encontrado un filón en los sangrientos años en que la banda terrorista ETA zarandeó a la joven democracia española. Ahora bien, si todos los productos tienen la calidad de la serie Patria o de películas como La Intrusa o ésta que nos ocupa, yo creo que hemos de congratularnos. Las tres obras citadas contienen historias potentes, magníficas realizaciones e interpretaciones muy solventes.

Un fantasma en la batalla nos hace recordar inevitablemente a La infiltrada, magnífica película que estrenó el año pasado Arantxa Echevarría. Primero porque las dos tienen como protagonista a una policía infiltrada en las filas de ETA, segundo porque ambas arrancan con el asesinato de Gregorio Ordóñez y tercero porque el contexto de la historia nos hace revivir aquellos años de hierro. Pero las dos tienen su propia personalidad y aunque es verdad que la cinta de Echevarría tiene una mayor potencia dramática, esta de Díaz Yanes no es despreciable. Su principal aportación es ofrecer una especie de resumen emocional de aquellos años terribles salpicados de larguísimos secuestros (Ortega Lara) y crímenes abominables (Tomás y Valiente, Ernest Lluch o Miguel Ángel Blanco).
 


Al inicio se nos avisa de que tanto el ejército como la Policía tuvo infiltrados en ETA que han servido como referencia para crear el personaje de ficción de su protagonista, Amaia (Susana Abaitua). El retrato del contexto histórico, político y social de los años 90 a través de telediarios e imágenes de archivo hace el resto. Creo que este ánimo de retrospectiva ha podido perjudicar a la película. La extensión de hechos que ha querido plasmar le resta intensidad en el desarrollo de los personajes que, a la postre, resultan planos. Por ejemplo las interpretaciones del jefe directo de Amaia, Comandante Silva (Javier Godino), o de los dirigentes etarras Arrieta (Raúl Arévalo) y Anboto (Ariadna Gil) son monocordes; siempre con el ceño fruncido y poco más. 

Me han gustado en cambio las interpretaciones de Susana Abaitua en su papel de infiltrada y la de quien le abre las puertas de ETA, Begoña (Iraia Elías). Este último personaje es el mejor perfilado. Se trata de una directora de eikastola y madre de dos hijos a los que tiene que abandonar cuando pasa a la clandestinidad. Begoña es muy consciente de su situación y le advierte a Amaia que "si eres abertzale no tienes vida privada. Sabes que vas a acabar en la cárcel o muerto". 

El objetivo declarado de la operación es conseguir la ubicación de los cinco zulos más importantes de ETA en el sur de Francia, aquellos donde la banda terrorista escondía su más valioso arsenal de armas y dinero. Aunque falte drama en la cinta lo que no falta es intensidad. La operación policial siempre está en vilo. El peligro de que la infiltrada sea descubierta también. 

Hay una escena cumbre donde Amaia hace de chófer cuando llevan a ejecutar a un infiltrado del ejército español. Uff. Otro momento destacado es cuando ella misma abandona la infiltración por su deseo de casarse con un novio al que tiene medio abandonado; pero la rebelión de la sociedad vasca ante el asesinato del concejal Miguel Angel Blanco le inspira de nuevo para reintegrarse y llevar la operación hasta el final. 


Se agradece que la película tenga un planteamiento y una realización de estilo clásico. La historia funciona con la precisión que exige un thriller.


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