domingo, 31 de diciembre de 2023

EL FUEGO PURIFICADOR



Hay culturas que, en esta última noche del año, queman muebles y carteles o mensajes donde incluyen todo lo viejo y malo del año que acaba para que desaparezca en el pasado y no entre en el Año Nuevo.

En mi opinión tanto Putin como Netanyahu son dos criminales de guerra cuya efigie merece ese fuego purificador. 
Que nadie se llame a engaño. 
Putin no defiende a Rusia ni Netanyahu a Israel. 
Sólo se defienden a sí mismos y su ansia de poder. 
Utilizan a Rusia y a Israel para imponer a todos los demás su visión del mundo y de su patria, como cualquier Hitler.

Saben que sus objetivos son irrealizables porque es imposible borrar a todo un pueblo del mapa. Netanyahu debería saberlo porque Hitler trabajó muy duro y con muchos medios para erradicar a los judíos de la tierra y no pudo conseguirlo. Tampoco él logrará hacer desaparecer el pueblo palestino con sus constantes masacres. Para combatir a los asesinos de Hamás se ha convertido también en asesino ignorando el derecho humanitario e internacional.

Putin y Netanyahu saben hace tiempo que han perdido la guerra, a pesar de ser unos tipos simples y brutos; pero prefieren huir hacia adelante dejando un reguero de cadáveres. Son fanáticos de una idea simple y rotunda que intenta esconder su mendacidad, la tierra del otro me pertenece.

El conflicto territorial es básicamente un conflicto entre derecho y derecho por lo que se puede dirimir y debatir hasta llegar a un acuerdo. Pero tanto Putin como Netanyahu son dos fanáticos y como bien dice el novelista y ensayista israelí Amoz Oz en su obra "Contra el fanatismo": "la semilla del fanatismo siempre brota al adoptar una actitud de superioridad moral que impide llegar a un acuerdo".

Peor todavía. Putin pretende anexionarse un territorio perteneciente a un país plenamente independiente y reconocido; mientras que Netanyahu pretende borrar del mapa a los palestinos para anexionarse su territorio en contra de sus derechos históricos y los acuerdos de la ONU sobre los dos estados. 

















Para estos dos criminales no valen los argumentos ni el derecho. Prefieren regar esos territorios con sangre para salirse con la suya. También con respecto a esta cerrazón nos ilustra Amos Oz con unos versos del poeta israelí Yehuda Amijai: «Donde imponemos nuestra razón no pueden crecer flores»

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