sábado, 17 de abril de 2021

30 MONEDAS - creada por Alex de la Iglesia



Alex de la Iglesia es uno de mis cineastas predilectos. Sus temas iconoclastas, su potencia visual y ese híbrido de terror y esperpento que practica me atrae sin remedio. Sus protagonistas entre histriónicos y neuróticos no dejan indiferente a nadie. Otro asunto es que sus obras plenamente redondas sean menos que las más irregulares donde conviven su enorme talento con tropiezos en el desarrollo. Lamentablemente aquí vuelve a ocurrir. Una serie llena de ideas y secuencias formidables se ve mellada por personajes y subtramas que te abocan a puntos muertos.

Pero a pesar de ello De la Iglesia nos ha regalado un producto ambicioso e irreverente para disfrutar a tope, mezclando de forma desatada su estilo y su mundo con algunos de los mejores tropos de lo fantástico: el diablo, la brujería, los dobles, los sacrificios sangrientos, los poseídos, la lucha entre el Bien y el Mal y la malignidad de la niebla o los espantapájaros de origen sobrenatural. Todo ello sin olvidar el paso entre dimensiones a través de un espejo. Desde la misma cabecera De la Iglesia deja patente su audacia e intenciones. Una crucifixión de Cristo brutal e irreverente rodada con total maestría a través de viñetas hiperrealistas donde vemos a unos diabólicos romanos y a un Jesús que, en medio de la tortura, se gira hacia Judas riéndose de su destino como traidor. Y todo ello bañado por una saeta postmoderna obra de un Roque Baños antológico. 


Manuel Vergara (Eduard Fernández) es un párroco especializado en exorcismos que ha sido exiliado desde Roma al pueblo segoviano de Pedraza. Allí intenta recomponer su vida tras muchas experiencias traumáticas enfrentándose al Mal y el remordimiento por la muerte de un joven durante un exorcismo. Como único vestigio de esa lucha obra en su poder una de las 30 monedas con que se pagó a Judas su tradición. Este será el objeto sobre el que girará toda una conspiración global que recorrerá Roma, París, Nueva York, Jerusalén y Ginebra. 

Comienza la serie de forma potentísima con un señor recorriendo las calles de Ginebra hasta la sede del banco BPH. Allí dispara a todo el que se le interpone sin inmutarse por los disparos que recibe. Una vez en la cámara revienta una caja de seguridad para hacerse con una moneda. A la salida le recoge un lujoso coche con un extraño cura que guarda la moneda. Después viene la intro y a continuación nos encontramos en Pedraza donde, en una noche de lluvia y relámpagos, la veterinaria local asiste al parto de una vaca que inexplicablemente alumbra ¡un niño!. No va más.

Este hecho extraordinario reúne a la veterinaria Elena (Megan Montaner) con el alcalde Paco (Miguel Ángel Silvestre) que consultan el asunto con el nuevo párroco. Los tres se convertirán en el trío protagonista ya que el padre Vergara le regala a Elena una moneda sin aparente valor, lo que hace que sea asaltada por visiones de unos enigmáticos obispos que le exigen entregarla.  


Todo esto se nos presenta en dos capítulos iniciales tan interesantes como dispersos, siendo el tercero en el que la serie implosiona con un montón de ideas fulgurantes y la presentación de los villanos de la serie. Descubren en una casona del pueblo un gigantesco espejo que demuestra ser una puerta interdimensional. Las secuencias en torno a él son espeluznantes y De la Iglesia las ha rodado como sólo él sabe. En el espejo se ve un libro que en la habitación real no existe: El Evangelio de Judas, un texto apócrifo que según cuenta Vergara es el texto de cabecera de los cainitas, donde se afirma que Judas también formaba parte del plan de Cristo.
"Lo llaman el Evangelio de la traición. La idea es muy simple. Dios es todopoderoso ¿de acuerdo? O sea que sabe todo lo que va a ocurrir. Lo sabe y lo consiente porque forma parte de su plan: el Plan Divino. O sea que la traición de Judas también forma parte del Plan. ¡Cristo quiere ser traicionado! Cristo le pide a Judas que le traicione para que la Salvación sea posible. Escúchame, si Judas no le traiciona, Cristo no terminaría en la Cruz y no resucitaría. De hecho...¡Judas es el mayor de los santos porque entrega su alma para que Cristo cumpla con su destino! ¡Judas se sacrifica por él!"


A través del espejo llega un doble maligno del párroco que pretende llevar el caos y la locura al pueblo, convirtiendo a sus habitantes en una horda feroz. Aunque no se abunda en las situaciones de sospecha sobre si es Vergara o su reverso, el director vasco nos deja una de sus perlas de humor negro y casticismo en el sermón de este insidioso cura. 
"La lucha entre el Bien y el Mal. Ahora voy a deciros donde se encuentra el Mal. Desde luego no lo busquéis en el Infierno. El Mal se encuentra a vuestro lado. En el corazón de vuestra propia casa. El mal es ese señor que sale sonriendo en televisión prometiendo solucionar todos vuestros problemas. Unos problemas que en realidad él mismo ha creado. Os engaña. Os miente. Y vosotros le votáis una y otra vez . ¿Por qué?. Por miedo. Dios quiere justicia. Dios quiere que denunciemos a los que nos manipulan con sus palabras a la vez que nos roban lo que es nuestro."
Los capítulos 4 y 5 desarrollan en paralelo la llegada de Vergara a Roma, donde es secuestrado por los cainitas para intentar atraerlo a su causa; mientras que en Pedraza se presenta el marido de la veterinaria, desaparecido de forma misteriosa hace dos años. Sin embargo se trata de una nueva amenaza ya que es un sosias convocado por la bruja del pueblo a partir de un espantapájaros. 

En los cinco primeros episodios se aprecia que De la Iglesia y Guerricaechevarría han optado por desarrollar un arco narrativo individual para cada capítulo, a la vez que se desarrolla la trama principal. De ahí las subtramas que se van sucediendo, la del recién nacido que cuida obsesivamente Carmen (Carmen Machi) hasta convertirse en un monstruo, la de la ouija que celebra una pandilla de jóvenes en la que una de ellas desaparece hechizada por los cainitas o la del doppelgänger del marido de la veterinaria. 



Esta concepción episódica ha permitido a De la Iglesia explorar multitud de temas fantásticos, pero también perder el ritmo con un metraje excesivo dedicado a aspectos costumbristas cuando no directamente chuscos. Los puntos muertos a los que me refería más arriba son precisamente los más castizos y hacen decaer la intensidad de la trama: casi toda la historia de Jesús (Paco Tous), la del ricachón del pueblo y por supuesto la del guardia civil interpretado por Pepón Nieto y sus refuerzos, las dos policías interpretadas por Nuria González y Greta Fernández.  

En cambio los personajes de Carmen Machi y Macarena Gómez sí tienen ese punto vesánico que los hace interesantes. Quizás el problema radique ahí. El gusto por lo costumbrismo y el esperpento del autor vasco necesita estar unido al delirio y la malignidad, como ocurría con el cura de Mirindas Asesinas y con el de El día de la bestia. También en La Comunidad, una inmersión total en el costumbrismo, que hacía aflorar en los vecinos un fondo de perversión. Por contra los vecinos de Pedraza son receptores pasivos del mal. De ahí que Merche (Macarena Gómez), la mujer del alcalde, vaya ganando protagonismo según aumenta su infamia.   

De todos modos la historia es tan potente y la realización tan vigorosa que podemos saltar por encima de estos baches para deleitarnos con escenas memorables. Yo particularmente me quedo con la parte italiana (¡y hablada en italiano!) que es apasionante. Las secuencias del padre Vergara con el cardenal Fabio Santoro (Manolo Solo) son magníficas. No sólo por ese territorio que nos permite visitar los sótanos del Vaticano con sus bibliotecas y archivos secretos, sino por el recorrido de la historia de estos dos curas que se dejan tentar por el conocimiento y poder que representa el diablo.



En este sentido el capítulo cuarto es uno de los mejores al juntar a los dos sacerdotes con el mismísimo diablo -todo un hallazgo el actor Cósimo Fusco- que no por nada se llama Angelo. La conversación cara a cara que tienen los tres en una celda destila una intensidad increíble y el propio Álex de la Iglesia considera que es de lo mejor que ha dirigido nunca, según declara en esta entrevista:
Es una escena que no me puedo permitir hacer en el cine porque dura casi 15 minutos y estoy especialmente orgulloso de ella. Sobre todo cuando Lucifer explica qué ha pasado en la humanidad, que ‘el mal’ luchó y perdió en la batalla primordial tal y como se les había dicho porque era su papel, y que lo único que pedían era “aparecer en los créditos”, que es una frase que me gusta mucho. “Entonces nos escondimos en un lugar del pensamiento de Dios que vosotros llamáis infierno”; eso es de las mejores cosas que hemos escrito. El golpe de suerte llegó con la interpretación de Cósimo Fusco. Teníamos que buscar un individuo que te creas que es el demonio por su manera de mirar, de moverse.
...
Me proponían que llevara unos ropajes destrozados y yo pensé que no, que iría de traje y corbata; si está algo sucio es porque lleva un mes encerrado en una celda. Pero no quiere impresionar a nadie con su apariencia, le dije a Cósimo que no gritara ni levantara la voz en ningún momento porque, joder, eres el fucking demonio, no necesitas hacer nada. Hay un momento en que el tercer cura le reta a librarse de sus cadenas, “¿por qué no me prendes fuego con tu lengua?”, y Lucifer se queda como decepcionado, “¿de verdad quieres eso? ¿No te basta con lo que estoy diciendo y necesitas que pasemos a los efectos especiales?” (risas). Es un momento muy atractivo.
El problema vuelve a estar en la resolución. El enfrentamiento entre Santoro (ya en posesión de las 30 monedas) y Vergara tiene muy poca entidad y resulta precipitado. En la hora de la verdad, las misas negras con hostias oscuras y los cientos de carneros degollados que han convertido Pedraza en un reguero de sangre, no tienen una culminación a su altura. Cuestión que se arregla con un giro final que nos invita a la siguiente temporada.


La serie me resulta audaz y excesiva, por momentos terrorífica y siempre disfrutona con su colección innumerable de referentes fantásticos. Los más evidentes tienen que ver con John Carpenter y películas suyas como ‘El príncipe de las tinieblas’ (1987) En la boca del miedo (1994) o El pueblo de los malditos (1995). 

Me gusta mucho este juego de reliquias y fetiches como símbolos de poder (las monedas, la lanza de Longinos, el evangelio apócrifo) y celebro que el hallazgo narrativo de los cainitas no sea simplemente funcional. 
"La cuestión esencial siempre ha sido la cuestión del Mal. ¿Por qué Dios permite la existencia del Mal?
-¿Por qué?
-Si un hombre no puede elegir entre el Bien y el Mal...es libre.
-Para que seamos libres
-Pero eso significa aceptar el sufrimiento de los inocentes, la pobreza , la injusticia, el crimen ... No es tan fácil ser libre. Sale caro.
-El mal es necesario para que exista el bien
-Pero si el Mal es necesario es como decir que es Bueno. que los que hacen el Mal sólo interpretan su papel dentro del Plan Divino . Sería como decir que es bueno hacer el Mal. Eso es lo que defienden los cainitas."
En el capítulo final se nos informa que Napoleón logró reunir tres monedas, mientras que Hitler se hizo con cinco. Parece que un poder absoluto más grande que la Humanidad es algo obsceno llamado siempre a fracasar. Quizás por eso el cardenal Santoro, una vez investido con las 30 monedas, sufre un impasse que provoca su perdición. 





















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Está claro que De la Iglesia conoce el cuento de Borges, Tres versiones de Judas, incluido en el volumen Ficciones (1944). 
Recordemos que una propone que si "el Verbo había pasado de la eternidad a la historia y de la dicha sin límites a la mutación y la muerte"; correspondería un sacrificio condigno y Judas Iscariote, discípulo del Verbo, se rebajó a delator: "El orden inferior es un espejo del orden superior".

Mientras que en otra un teólogo propone un ilimitado ascetismo. Judas "pensó que la felicidad, como el bien, es un atributo divino y que no deben usurparlo los hombres". De modo que igual que el asceta mortifica la carne, Judas mortificó el espíritu, "eligió aquellas culpas no visitadas por ninguna virtud: el abuso de confianza (Juan 12: 6) y la delación. Obró con gigantesca humildad, se creyó indigno de ser bueno".

La tercera es tan radical como la propuesta cainita: "Dios totalmente se hizo hombre hasta la infamia, hombre hasta la reprobación y el abismo. Para salvarnos, pudo elegir cualquiera de los destinos que traman la perpleja red de la historia; pudo ser Alejandro o Pitágoras o Rurik o Jesús; eligió un ínfimo destino: fue Judas".

Pero quizás De la Iglesia ha elegido, para desarrollar su serie, la versión que se recoge en la nota final del relato, aquella que dice:

"Erfjord, en el tercer apéndice de la Christelige Dogmatik refuta ese pasaje. Anota que la crucifixión de Dios no ha cesado, porque lo acontecido una sola vez en el tiempo se repite sin tregua en la eternidad. Judas, ahora, sigue cobrando las monedas de plata; sigue besando a Jesucristo; sigue arrojando las monedas de plata en el templo; sigue anudando el lazo de la cuerda en el campo de sangre."


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* Una estupenda entrevista a Alex de la Iglesia donde repasa las mejores escenas.

* Un artículo donde se identifican todas las referencias en 30 monedas.

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