lunes, 24 de noviembre de 2014

Los JUEGOS del HAMBRE: SINSAJO I - de Francis Lawrence









Tiempo muerto.-

Al final de la estupenda segunda parte (En llamas) de esta irregular trilogía, Katniss es rescatada en el último momento y ya en el aerodeslizador, el Director de los Juegos, Plutarch Heavensbee (Philip Seymour Hoffman) le descubre su verdadera personalidad como cabecilla rebelde. "Desde el principio tú has sido la misión. Esto es la revolución, y tú eres el Sinsajo". Pues bien, este clímax de una película que resultó emocionante no dura más de cuarenta segundos. En cambio el asunto de estas revelaciones se nos vuelve a contar en este Sinsajo Parte I de una forma insustancial durante ¡dos horas y cuarto!. Un timo.

Todo lo que en aquella segunda parte era aventura y tensión aquí se transforma en tedio y circunloquio. Conversaciones y conversaciones para ahondar en las dudas de Katniss sobre su rol y en el enfrentamiento que mantiene con el presidente Snow (Donald Sutherland). En todo caso docenas de minutos para narrar un duelo que ya se mostró en unos brillantísimos segundos: Katniss en llamas sobre un carro de caballos y manteniendo retadora la mirada del presidente. Asimismo las escenas de lucha en la jungla o los escenarios en la ciudad (con reminiscencias de una Roma decadente) han desaparecido en ésta sin ofrecer recambio alguno. 

He ahí la diferencia. Lo que En llamas era emoción y aventura, aquí se ha convertido en un simple negocio, alargando innecesariamente las situaciones sin avanzar en ninguna.

El director de ambas es el mismo por lo que cabe decir que Sinsajo Parte I está rodada con profesionalidad y pulcritud, pero sin un ápice de tensión ni intriga. Apenas la secuencia del rescate de Peeta en el Capitolio nos cautiva; pero para ello hay que esperar más de una hora de metraje.
En el Hollywood clásico había un lema del que incluso hicieron una canción,  That´s entertainement. Hoy en día lo han cambiado por That´s bussiness.

En ese desierto insípido sólo una boutade de la frívola Effie logra arrancarnos una sonrisa. Echa de menos los tiempos gloriosos del Capitolio, las fiestas y el glamour que la revolución amenaza destruir. El pueblo, sucio y lacerado se levanta mientras Effie suspira: "¡Ah, supongo que la democracia vuelve a estar de moda!". Casi como en España en estos tiempos de plomo.

No dejo de pensar en la suerte que tiene esta franquicia al contar con Jennifer Lawrence. Es capaz de rescatar la escena más insípida. Siempre se nos muestra entregada y convincente. Woody Harrelson, Donald Sutherland y el recientemente fallecido Seymour Hoffman prestan su enorme consistencia a una película vacua.

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