jueves, 10 de enero de 2013

Invasor

de Daniel Calparsoro









Cine bélico, político y de intriga en un mismo paquete, rodado con potencia y marchamo español. Esa es la propuesta y no puedo menos que declararle mi reconocimiento.

Pablo (Alberto Ammann)es un médico militar del contingente español en Irak. Volviendo de una misión, su ambulancia es atacada y únicamente sobreviven él y su enfermero Paco (Antonio de la Torre). Se refugian en una casa  y entre la tensión y la confusión matan a dos personas. Cuando llegan los refuerzos quieren taparlo todo deshaciéndose de los testigos. A su regreso a casa el gobierno quiere comprar su silencio.

La película quizás resulta un tanto esquemática, pero todas las líneas necesarias están ahí. El aciago momento en que la ayuda humanitaria cambia de rostro, las secuelas de una acción bélica traumática, la conciencia como brújula para elegir un camino u otro, los espurios intereses de estado. 

Las escenas de guerra están rodadas con convicción y naturalidad. Las persecuciones de coches por la ciudad también. Además la cámara de Calparsoro recoge una ciudad gris metálico (que en realidad es A Coruña) en donde estos dos soldados, de vuelta a la vida civil, se sienten unos extraños.

La trama es muy directa y se beneficia de la novela que hay detrás escrita por Fernando Marías, escritor muy competente autor de El niño de los coroneles (Premio Nadal 2001) y Todo el amor y casi toda la muerte (Premio Primavera 2010). Autor asimismo de El silencio se mueve, una curiosa novela de intriga que flirtea con la línea entre realidad y ficción, y que se presenta en multiformato dado que incluye páginas web, cómic, etc.

La conciencia puede ser un arma mortal consta en el frontón del libro y su adaptación al cine adopta la forma de un thriller impulsivo. El debate de fondo es entre la verdad y la mentira. Ahí está el oscuro conseguidor proveniente de las cloacas del estado que Karra Elejalde encarna con aplomo. Y ahí están los soldados supervivientes, sometidos a toda la presión del aparato estatal, que renuncian a vender su alma. Tanto Ammann como de la Torre aportan buenas dosis de intensidad a sus personajes.

Se puede decir que es una película de productores: Juan Gordon, Emma Lustres y Borja Peña. Los mismos que concibieron Celda 211 y que Daniel Monzón llevó a buen puerto. Para este nuevo proyecto han querido contar con buena parte del equipo técnico de aquélla e incluso con el actor principal, Alberto Ammann:  Vaya mi admiración por su saber hacer y sobre todo por el concepto tan claro que tienen de hacer películas interesantes y para el gran público.

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