viernes, 4 de noviembre de 2011

No habrá paz para los malvados

de Enrique Urbizu

Nuevo thriller de Urbizu, director muy dotado para estos menesteres como ya vimos en la impactante Caja 507.  

El comienzo de esta nueva película con el tortuoso policía Santos Trinidad arrastrándose por los tugurios es modélico. Seco. Mudo. Cine de quilates. Hasta que sobreviene la tragedia, un tiroteo en un burdel. Después todo es una carrera para eliminar al último testigo de su nueva metedura de pata... pero por el camino encontrará un atisbo de redención.
La cinta mantiene dos líneas narrativas en paralelo. Santos Trinidad persiguiendo a su impertinente testigo y una jueza siguiendo a su vez los crímenes del policía protagonista. Incidentalmente ese testigo arrastrará a todos hasta una célula islamista imprimiendo a la historia una nueva vuelta de tuerca.

La búsqueda de el Ceutí es abigarrada y oscura. Santos Trinidad se nos muestra atormentado y hasta desesperanzado. Su personalidad está trazada quizás con  rasgos mínimos. En un tiroteo se dice que disparó contra un compañero. Reconoce que tiene un hijo aunque parece que lo perdió. Está echado a perder, es un bebedor compulsivo.

La trama es absorvente, la acción constante, los vericuetos por donde transitan unos y otros vertiginosos, el desenlace hipnótico.


Sobresaliente en sus primeros y últimos 20 minutos donde el pulso narrativo de Urbizu se muestra en plenitud, con planos secos, sin diálogos ni música. Acción a palo seco. En cambio la parte central de la película decae por unos secundarios muy sosos. La jueza Chacón interpretada por Helena Miguel  resulta plana y nada convincente. Los policías parecen conserjes aburridos y solamente cuando sale el soplón Rashid volvemos a ver a un actor de verdad.
Esto junto a algunas escenas rodadas de forma impersonal están a punto de arruinar la función. 


Pero la contundencia de la intriga y la apabullante actuación de Jose Coronado sostienen y elevan esta notable película. 

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