Irregular volumen que alterna meras anécdotas con buenos cuentos.
Me resultan pobres relatos como Revelación, en el que Francisco Franco se aparece al protagonista o La Historia de España contada con sencillez, donde un prohombre reparte a sus hijos entre las varias ideologías para obtener ascendente en toda circunstancia.
Hay un grupo de narraciones que reflejan una especie de costumbrismo como Todavía hay clases, Cloti, Yo también o yo tampoco o Misterio-expréss.
Los que más me gustan son los que reproducen con suma viveza un momento clave de su experiencia vital. Como Jugar con fuego, El Centenario -sobre un profesor que cien años después resulta ser la última víctima del 98 español- o Episodio Nacional. Éste último sobre la infancia en el entorno de la guerra civil. Dos niños que compartían juegos y charlas en el colegio, ven separadas sus vidas y rota su amistad por el abismo de la guerra. Ahí de verdad palpitan unos personajes creíbles que producen una sincera emoción.
También La Huella, en el que un niño judío superpone el pie allí donde pisó el Redentor...y en tono más íntimo Todo más claro, donde encontramos este pequeño poema en prosa:
"Pensé que había perdido mi gobierno. Aquella mujer había desempeñado en mí todos los ministerios. Y ahora yo era un país, un hombre a la deriva. Volví los ojos a lo que me quedaba y me di cuenta de que tenía mucho menos que antes de conocerla." (pág. 58)
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