Un niño o adolescente nos relata sus vivencias desde los límites medio desintegrados del mundo civilizado. Con un carácter netamente obsesivo, un hermano huido del manicomio y un pasado cargado con tres asesinatos, este protagonista nos conduce hasta los infiernos de su alma donde conviven el carácter fantástico con que bautiza sus experiencias y una mente desequilibrada que busca el equilibrio aunque sea a través del crimen.
Iain Banks nos arranca de la realidad haciéndonos transitar por un espacio vital convertido en mito. El niño está solo en un isla desierta, protege su territorio colocando Postes del Sacrificio, guarda su memoria en el Búnker, recorre el Círculo de la Calavera y desde su torre de marfil del desván otea el futuro y sus amenazas consultando la Fábrica de Avispas.
El territorio físico y mental del protagonista es fantástico, pleno de ritos: afeitarse, emborracharse, componer el Macuto de Guerra, vigilar los Territorios del Conejo, visitar el altar del Cráneo del Viejo Saúl, engrasar las trampas y mecanismos de la Fábrica de Avispas.
"Todas nuestras vidas son símbolos. Todo lo que hacemos es parte de una pauta en la que al menos tenemos algo que decir. (...) La Fábrica de Avispas forma parte de la pauta porque es parte de la vida, y aún más, parte de la muerte. Es complicada, igual que la vida, así que en ella se encuentran todos sus componentes. La razón de que pueda responder preguntas es que toda pregunta es un comienzo que busca un final y la Fábrica se ocupa del Final -de la muerte, nada menos." (pág. 133)
La disposición de los materiales narrativos es modélica. Hay tres crímenes en el pasado del protagonista, una discapacidad a la que intenta sobreponerse, un padre seco que le informa de la vida y sus parientes generalmente con mentiras, un hermano cuya mente quebró ante un suceso extraordinario y cuyas andanzas tras huir del manicomio dota de pegamento a toda la narración. Cada una de estas historias se va desgranando en el momento oportuno. Igual que el protagonista recorre su isla, nos hace recorrer su mente, sus vicisitudes, sus pesadillas hasta la composición de un cuadro completo y final.
La irrealidad viene subrrayada por situaciones verdaderamente delirantes: el padre le pregunta periódicamente la medida exacta de cualquier objeto común como la pata de la mesa, la capacidad en pintas del paragüero o el área total en fracciones de acre de todas las cortinas de la casa; el niño no tiene certificado de nacimiento ni número de la Seguridad Social, la locura del hermano le lleva a incendiar perros u ovejas e intentar meter gusanos en la boca de los niños, el padre tiene un cuarto secreto siempre bajo llave, donde se supone que realiza experimentos.
Turbadora novela que nos sumerge en una mente criminal. Inmersión que Banks repetiría en la también magistral "El Cómplice" aunque en un ámbito más adulto y urbano.
Banks, defensor de la independencia de Escocia, a finales de 2004 formó parte de un grupo de políticos y figuras mediáticas, que hizo campaña para acusar al primer ministro, Tony Blair, de prevaricación tras la invasión de Iraq en 2003. En protesta por esta invasión, rompió su pasaporte y lo envió al 10 de la calle Downing. Es miembro honorario de la National Secular Society, una sociedad británica que promueve el laicismo.
Turbadora novela que nos sumerge en una mente criminal. Inmersión que Banks repetiría en la también magistral "El Cómplice" aunque en un ámbito más adulto y urbano.
Banks, defensor de la independencia de Escocia, a finales de 2004 formó parte de un grupo de políticos y figuras mediáticas, que hizo campaña para acusar al primer ministro, Tony Blair, de prevaricación tras la invasión de Iraq en 2003. En protesta por esta invasión, rompió su pasaporte y lo envió al 10 de la calle Downing. Es miembro honorario de la National Secular Society, una sociedad británica que promueve el laicismo.
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