domingo, 12 de diciembre de 2010

Voltaire






"Nadie en la historia de la filosofía fue tan vivaracho como el gran Voltaire. Nadie tan ameno ni menos pesado, menos dogmático o académico; pero tampoco nadie fue más ducho en cuanto a conducir la propia vida hacia toda clase de problemas, aunque también supiera dirigirla hacia el logro de una casi cierta felicidad. (...) Escribió de todo por vocación de aprender, enseñar y advertir y hasta amonestar; desde panfletos políticos y tratados filosóficos hasta opúsculos de ciencias naturales y gruesos tomos de historia (El siglo de Luis XIV es una obra maestra); compuso obras de teatro de gran éxito en su época y publicó mordaces sátiras y entretenidos cuentos filosóficos que hoy se leen con admiración y que perdurarán entre lo mejor de la literatura universal. Voltaire fue corrosivo, burlón y pesimista -aunque lo animaba una gran alegría de vivir-, por eso fue indigesto para monarcas y religiosos; en París llegaron a quemarse en público sus Cartas filosóficas por republicano y hereje, pues abogaba por la libertad de expresión y la tolerancia religiosa. La Iglesia siempre lo tuvo por su más acérrimo demonio. Y eso que Voltaire no fue ateo, pues creía en el Dios bondadoso que todos llevamos dentro, que nos ayuda a distinguir en nuestro corazón el bien del mal, y cuya invocación nos refuerza en el amor a nuestros semejantes. Jamás tragó a los curas ni a sus hipócritas oropeles. Denunció y satirizó las falacias y abusos de los que se creen poseedores de la "Verdad", sobre todo de cuantos incitaban a matar en nombre de la divinidad. Voltaire odiaba el fanatismo, y luchó contra sus raíces: la superstición y el oscurantismo. Abominaba de las paparruchas con las que los sacerdotes y afines engañan a los ingenuos. Creía que el infierno está en la tierra y que los diablos que atizan el fuego son seres con sotana, cetros y mitras. Confiaba en el pensamiento, la razón y la ciencia; en las "luces" de la inteligencia humana y en el poder de la imaginación; ambas son útiles para propagar el bien y ampliar la libertad de hombres y mujeres. Y, como Sócrates, consideraba que quien más culto es debe dar ejemplo a los demás en coherencia de vida y humildad, pues quien sabe hará el bien.


LUIS FERNANDO MORENO CLAROS (publicado en Babelia, El País, 04/12/2010)

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