domingo, 25 de agosto de 2013

Siete pecados capitales

de Milorad Pavic







Este libro es una celebración de la literatura. Un gozo logrado con ingredientes tan esenciales como invención, inteligencia y un punto de atavismo. Todo un cóctel aromático y evocador.

El libro está poblado de sueños e insomnios, de cárceles en espejos  y de presencias que deambulan por una vigilia ofuscada.
"-¿Estás segura de no estar soñando con esos dos cada noche?
-¿Cómo que soñando con esos dos? -contestó la señorita Dalasena perpleja- pellízcate, mujer, es contigo con quien estoy soñando cada noche. Ahora, mientras estamos diciendo esto y mientras tú escribes. Eso ocurre en el sueño." pág. 56
El flujo de invenciones y sueños cruza todos los relatos. También personajes de otras obras del autor e incluso él mismo. Y sobretodo un espejo con un agujero cuya obstinada presencia lo convierte en un objeto mágico, a través del cual los personajes navegan entre la realidad y el sueño.
"Los pensamientos humanos son como cuartos. Entre ellos hay salas lujosas y cuartuchos saturados. Los hay soleados y sombríos. Algunos dan al río y al cielo, otros al traspatio o al sótano. Las palabras en ellos semejan cosas y pueden ser cambiadas de un cuarto a otro. Los pensamientos dentro de nosotros en realidad, esas habitaciones en nuestro interior, agrupadas en palacios o cuarteles, pueden ser moradas de oros donde uno resulta ser sólo un inquilino. A veces, sobre todo de noche, encontramos que las salidas de esos aposentos están cerradas con llave y no podemos abandonarlos. Estamos encerrados como en un calabozo hasta que nuestros sueños nos liberan y nos dejan salir. Pero los sueños son como los invitados de una boda, hay que esperarlos. Mientras tanto, reina el insomnio. Dicen que existen dos insomnios, como dos hermanas. El de antes de dormirse y el otro, después de despertar en plena noche. El primero es madre de la mentira, el otro es madre de la verdad".  pág. 13
Pavic es un prestidigitador y la libertad con que se enfrenta a la escritura es de una envidiable naturalidad. En él todo es materia de ficción y la mayor complicidad que puede ofrecer al lector es la posibilidad de convertirse en personaje del libro que está leyendo. Como en una banda de Moebius, con Pavic estamos a la vez dentro y fuera del texto. El cuento Té para dos es como un espejo enfrentado a otro espejo. En uno está el autor, en otro sus personajes y entre los reflejos nos colamos nosotros, lectores, con instrucciones para soñar un sueño y acudir el miércoles siguiente a la Taberna del Signo de Interrogación. Como mínimo recibiremos una declaración del autor: "Mi querida lectora y mi querido lector, seas quien seas, recordarás que mis palabras al final de este cuento son, en realidad, mi declaración de amor hacia ti."














Todos los relatos son excelentes y cada historia se posa sobre el espejo con un agujero a través del cual se enhebra el sueño.

El libro culmina en tres historias deliciosas, tan etéreas y primordiales como esas "espumas" de Ferrán Adriá: una convocatoria exquisita para nuestros sentidos y nuestra inteligencia lectora: "Cazadores de sueños", "El cuarto de los pasos perdidos" y "Té para dos" poseen un virtuosismo literario abrumador.
En Cazadores de sueños hay un juego de espejos que ocurre en las casas número 42 y 44 de la calle Karadjordjeva que es pura filigrana. 
"-Sólo podemos hacer una cosa -respndió Cohen-, pero no sé si eso le hará más daño o provecho.
-¿Te refieres al síndrome de Yanus? -preguntó Masudi.
-Sí. También Kir Abrahán puede hacerle eso. Vamos a desintegrar el tiempo dentro de él. Duplicaremos a nuestro huésped. Separaremos en él el tiempo masculino del femenino. Que pase el resto de su vida duplicado y vididido en su naturaleza masculina y la femienina, concordando sus cuatro manos y dos cavbezas con un corazón. Así, tarde o temprano, llegará a ponerse al acecho de sí mismo...
-Tal vez podríamos hacerlo aun antes de que se durmiera, si logramos entrar en alguno de sus sueños pasados..." pág. 80
En El cuarto de los pasos perdidos los personajes invitan a su fiesta al mismísimo lector del cuento, el cual les declara que conoce al autor, etc. 
Té para dos es un artificio netamente literario que cobra verdadera vida ante nuestros ojos, incluyendo la participación del propio autor.
"El escritor les aconseja, queridos lectores, que no lean esta cuento un miércoles y de ninguna manera antes del mes de mayo. Además, lo más conveniente sería que lo leyeran por la noche y en la cama. Descubrirán las razones por ustedes mismos. Aún debo decir que en este cuento no hay héroes; los únicos héroes aquí son ustedes, sus lectores.
Yo sé que, mientras escribo esto, mi ojo izquierdo mira el papel como el ojo de mi padre, y el derecho como el ojo de mi madre. Tal vez por esa razón esto no resulta tanto un cuento como una especie de elixir de amor, y esos renglones se convierten en las instrucciones pra el uso de dicho elixir.
Ustedes, no obstante, saben que la diferencia entre dos amores puede ser más grande que la diferencia entre el amor y el odio. Quizás por eso cada amor grande empieza con tres pequeñas mentiras y son justamente ellas, esas pequeñas mentiras, lo que tenemos que agregar al cuento como base para esta pócima de amor." pág 195
La liturgia de esta convocatoria se multiplica en una espiral de referencias y cifras en la que también encontramos La jaula blanca de Túnez en forma de pagoda, donde un decorador atormentado por el insomnio, acomete concebir una casa con todo lujo de detalles, adaptada a cada movimiento de su amada, para hacerla presente. 
Y El manantial mágico que un estudiante de arte pinta sobre el espejo con agujero mientras reflexiona sobre las cualidades de Pavarotti.

Aquí y allá fulguran las gemas de la invención y la inteligencia.
"El escritor siempre compra pendientes para el que no tiene orejas. Trafica con los pensamientos. El pintor, sin embargo, quiere ver esos pensamientos. Pero los pensamientos humanos jamás se quedan quietos. Los hay de todo tipo y propósito; nunca sabes de quién son, de quién no fueron ni de quién jamás serán, pero tienes que soportarlos. Los hay rápidos y soberbios como una manada de caballos lujuriosos y feroces parecidos a una jauría de perros. Algunos son lentos y rencorosos como una manada de elefantes; otros voraces, de buen comer y beber como una piara; y otro aún son envidiosos como un tropel de monos. ¡Y no digamos en los sueños! Allí se juntan todas tus ideas espantadas durante el día, que huyeron de la realidad como una bandada de urracas o un cardumen de peces codiciosos. Uno jamás logra reunirlos bajo una misma gorra y mente. Y hacia ellos avanzan por la orilla nuevos pensamientos. perezosos como un hato de búfalos... En pocas palabras, los siete pecados capitales van corriendo por los pensamientos humanos y acechan la oportunidad...
Pero ocurre, rara vez por cierto, que se dé lo contrario. Del matorral surge de repente como un milagro, como un unicornio, un pensamiento solitario y mágico, te echa una mirada y enseguida te olvida, pero tú lo recuerdas hasta el fin de tus días.
De uno de esos pensamientos nació también  la pintura de Bosch sobre los siete pecados capitales. Es un pensamiento triste y verdadero. Reza así:
                        Nadie se ríe en mis sueños"                                  pág. 42-3

El escritor que resulta más sabio que su cuento se ha equivocado de oficio. pág 93

"Era delgada, un poco más alta que yo y tenía ojos grandes, uno de color verde y el otro violeta. Y no sólo eso. El ojo verde parecía verme a mí y al mundo más deprisa que el ojo derecho, el violeta. hasta juraría que el verde veía el mundo un instante antes de nuestro "ahora", y el violeta un instante después. Se retrasaba respecto al ojo verde justo por ese "ahora". Eso me perturbó, porque si el ojo violeta de la princesa se demoraba respecto del presente y el ojo verde se le adelantaba a través del futuro no había manera de que la princesa pudiera verme porque yo habitaba el presente. Sólo podía ver un "otro" yo mío. y era obvio que me veía. ¿A quién estaba viendo sentado junto a ella en la "Casa pintada con té"?" pág. 69

"En este punto la chica interrumpió su relato y añadió:
-¿Acaso usted cree en esa tontería del agujero en el espejo? ¡Qué ingenuo es usted! ¿No se da cuenta de que cualquier espejo en este mundo ha visto los siete pecados capitales? ¿No se da cuenta de que usted está dentro porque quiere estar ahí, porque le interesa ver qué es lo que va a pasar en el dormitorio y qué va a hacer la dueña de los ojos de lirio de los valles, es decir qué haré yo, y por eso se queda encerrado aquí? ¿No se da cuenta? Usted no está aprisionado en el espejo, sino que, junto con él y su agujero, está encerrado en este libro. y puede moverse sólo tanto cuanto se lo permite el libro. Es decir, vamos a esclarecer este asunto: usted no está en el espejo, está en un cuento. Está sentado aquí voluntariamente y hasta que termine su lectura no saldrá del cuento. ni del espejo en él. Por qué lo hace, es fácil deducirlo. Cada persona busca siempre un poco por todos lados para saber quién es. Es lo que usted hace aquí también. Cada lectura es, en realidad, la búsqueda de saber quién es uno. Y yo se lo voy a decir." pág. 131

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