jueves, 27 de abril de 2023

EN LA HABITACIÓN - de Todd Field

EEUU,2001



Leyendo el volumen de relatos "Adulterio", de Andre Dubus, me encontré con el cuento "Asesinatos". Rápidamente sus personajes y vicisitudes me recordaron una película que dejó huella en mí, "En la habitación" (In the bedroom), el primer largometraje de Todd Field, y anoche mismo la recuperé. La adaptación seduce porque aborda con gran cercanía y sensibilidad la tragedia que viven unos padres cuando asesinan a su hijo justo antes de irse a la Universidad.

El doctor Matt Fowler (Tom Wilkinson) y su mujer Ruth (Sissy Spacek) viven plácidamente en Maine con su único hijo, Frank (Nick Stahl), que pasa el verano pescando langostas ante de irse a la Universidad. El típico amor de verano parece que va a ser algo más puesto que Frank se ha enamorado de Natalie Strout (Marisa Tomei), una mujer mayor que él y con dos hijos, que está en proceso de divorcio. Pero esa dulce tranquilidad del verano se viene abajo cuando el exmarido de Natalie sufre un ataque de celos y asesina a Frank.

La película (igual que el relato en que se basa) no se centra en una venganza estridente o en el laberinto judicial que hace que el asesino circule por el pueblo tranquilamente mientras se sustancia el juicio. No se trata de un thriller sino de un drama profundo, sutilmente trazado y desgarradoramente interpretado, que nos acerca a esta familia esencialmente amorosa rota por una tragedia inesperada.



In the Bedroom es el tipo de película que es imposible olvidar. Es brillante, sensible y desoladora. Nos hace sentir la tragedia que viven Matt y Ruth con una emoción tan genuina como intensa. Los días de luto se acumulan como una pesada losa sobre Ruth hasta acabar desquiciándola. Cuando Natalie acude a verla para pedirle perdón, Ruth no puede ni hablar y le suelta un bofetón. Pero lo que más le afecta es cruzarse con el asesino de su hijo por el pueblo. 

La película es un retrato minucioso del dolor de estos padres que va derivando hacia la rabia por una justicia defectuosa y hacia un anhelo de venganza que poco a poco va tomando forma pero que, en todo caso, no es más que un apéndice de la aflicción.

Porque la película está centrada en la congoja por la pérdida y en el modo de resolver el duelo. Lo cual nos lleva a un debate moral que enfrenta, como en un espejo, al crimen pasional cometido por el exmarido de Natalie, con el que está maquinando un desconsolado Matt. Lo mejor es que la película no juzga a nadie. 



En la habitación es un retrato devastador de pérdida, duelo y venganza. Muestra cómo la presión de una tragedia puede poner a prueba incluso al matrimonio más sólido. Pronto Matt y Ruth verán cómo su tranquila camaradería se convierte en ira y recriminación. Una confrontación explosiva que necesita una catarsis que Matt no duda en afrontar. Matt es capaz de asesinar al asesino sólo por amor y gracias al apoyo de un amigo de esos que ya no quedan, incondicional.

Tengo que decir que el relato es más denso y contundente, mientras que la película amplía algunas escenas con un gran sentido dramático. Por ejemplo la escena en que el matrimonio se tira los trastos a la cabeza que está interpretada de forma insuperable. También se subraya la amistad inequívoca que siente Will por Matt: lo cual se traduce en implicarse y ayudarle con los preparativos sin cuestionar su derecho a tomarse la justicia por su mano. Por su parte la escena de los colegas en la partida de póker del sábado es el destilado de una camaradería que impregna toda la cinta.  




La película está construida de forma impecable y avanza hacia un climax que, aparentemente, está fuera de lugar (de ahí su contundencia); porque su centro es más profundo y tiene que ver con afrontar una situación incomprensible de una manera veraz y esencial.  

En esa partida de póker de la que antes hablaba, los compañeros de Matt se quedan sin palabras ante su desconsuelo. Entonces uno de sus amigos recita una estrofa del poema "Mi juventud perdida", de Longfellow. Su inclusión viene determinada porque el poeta es muy popular en EEUU al estudiarse en todas las escuelas.
Nada como la poesía para expresar lo inexpresable y lograr el consuelo. El problema es que el doblaje de los versos al español peca de inexacto.
Donde el doblaje dice:
Hay cosas de las que no se puede hablar
hay sueños que no deben morir
hay pensamientos que al corazón fuerte le hacen débil
y a las mejillas le dan palidez.
Los ojos se llenan de lágrimas
por la letra de una antigua canción.
Un escalofrío me sobrecoge.
El deseo de un niño es la voluntad del viento.
Los pensamientos de juventud son lejanos, lejanos pensamientos.
realmente debería decir: 
Hay cosas de las que no puedo hablar;
hay sueños que no pueden morir;
hay pensamientos que debilitan el corazón fuerte,
y traen palidez a las mejillas,
y niebla ante los ojos.
Y entonces las palabras de esa canción fatal
llegan a mí como un escalofrío:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos pensamientos”.

Todo ello me llevó a buscar el poema completo  que reproduzco en la siguiente entrada, ya que en el contexto de todas las estrofas, esta cita adquiere todo su penetrante sentido. 




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