miércoles, 25 de enero de 2017

CONTRATIEMPO - de Oriol Paulo

Después de la estimable El Cuerpo, Oriol Paulo reincide en la intriga turbia y retorcida jugando a los vericuetos y sorpresas. A las dos se las puede acusar de artificiosas, pero también de muy efectivas y deleitables.


Adrián (Mario Casas) es un joven empresario de éxito que despierta un día en la habitación de un hotel, junto al cadáver de su amante (Bárbara Lennie). Acusado de asesinato, decide contratar los servicios de Virginia Goodman (Ana Wagener), la mejor preparadora de testigos del país. En el transcurso de una sola noche, asesora y cliente trabajarán para encontrar una duda razonable que le libre de la cárcel. Adrián no suelta prenda y junto a la preparadora jugarán al ratón y al gato.  Este duelo claustrofóbico y tenaz es una de las mejores bazas de la película. Entre mentiras y revelaciones irán construyendo el relato.


Los hechos comienzan el día en que los dos amantes regresan de una escapada secreta al Pirineo. En una solitaria carretera tienen un accidente de tráfico y un joven resulta muerto. El escándalo puede ser mayúsculo. Las carreras de ambos se truncarían, de modo que hay que taparlo. ¿Qué ocurrió a partir de aquí y cómo se explica la escena del hotel, con ella asesinada, él malherido y el suelo plagado de billetes?

El guionista y director ha sabido montar un gozoso puzzle y nos invita a jugar, mostrando poco a poco pistas y detalles para que podamos armarlo. La película se articula en constantes flashback en los que se nos presenta la historia de estos dos amantes desde distintos puntos de vista. En uno Adrián es un hombre agobiado por la culpa y sometido por su hermosa amante. En otro es un calculador ejecutivo que ejecuta un plan brillante. Entremedias, el padre (Jose Coronado) del joven desaparecido inicia su propia cruzada. 

La factura visual es impecable y resultan muy atractivos tanto los ambientes urbanos, de esa Barcelona de rascacielos y negocios, como los de montaña. El director demuestra una gran habilidad en la construcción de atmósferas: El duelo entre la preparadora y su cliente, los furtivos encuentros de los amantes, su viaje de vuelta al hotel de montaña, citados por un presunto testigo; la amenaza de chantaje. Todas las piezas y escenarios suponen una grata intriga.  






















Otro valor de la película son sus personajes femeninos. Si en El Cuerpo, Paulo regaló a Belén Rueda un papel turbio y deslumbrante; en Contratiempo nos obsequia con una Bárbara Lennie extraordinaria. Su personaje es una joven decidida y moderna, con fuerte personalidad. En los distintos flashbacks tiene oportunidad de lucir multitud de pliegues, entre los que se encuentra una acerada femme fatale. Sus cuidados trajes, gafas y peinados le aportan a la película un innegable punto de sofisticación.


Coronado y Wagener bordan, sin estridencias, su papel. Quien sale perdiendo es Mario Casas. No logra imprimir un carácter a su personaje. A este muy competente actor, en esta cinta le falla la voz. Es demasiado monocorde. Esa voz que en Toro reflejaba ira y contención; aquí está huérfana de matices. 

En definitiva, la película no elude algunos lugares comunes e incluso algún retorcimiento rebuscado, pero tiene firmeza, mantiene el suspense y el director sale airoso de este ejercicio de género hitchcockiano.

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