lunes, 3 de noviembre de 2014

PERDIDA - de David Fincher

Gone Girl
-EEUU, 2014-









Fincher tiene ya una película titulada The Game, tan entretenida como superficial puesto que adopta el esquema formal de un simple entretenimiento. Pues bien, esta Perdida que nos presenta ahora podría considerarse la cara A de aquella propuesta, ya que su estructura se basa en un juego, aunque infinitamente más ácido y poderoso. El juego de la manipulación, el de las máscaras. ¿Quiénes somos, cómo nos mostramos y cómo nos ven los demás? A dibujar ese fascinante poliedro se dedica esta excelente película.

Fincher nos vuelve a mostrar su juego preferido, el de ofrecer los sucesos en su cómoda apariencia para luego desnudar la más inclemente realidad. Ya lo hizo en The game y también en El club de la lucha.

El matrimonio Dunne se dispone a celebrar su quinto aniversario. Amy (Rosamund Pike) ha preparado con mimo su juego preferido, la búsqueda del tesoro, pero cuando su marido vuelve a casa se encuentra con que ella ha desaparecido. Las pistas más aparentes hablan de secuestro, luego de asesinato y posteriormente terminan implicando al propio marido (Ben Affleck) como principal sospechoso.

Fincher sumerge su cámara a través del turbio laberinto que escondía el matrimonio. Traspasa el brillo aparente de una pareja ideal hasta llegar a iluminar los cuartos oscuros de la hipocresía y la disfunción.



Para acercarnos a la verdad contaremos, en la parte íntima, con el diario que secretamente escribió Amy. Mientras la investigación avanza, su voz en off nos revelará pasajes de sospecha y tormento. En la parte pública de este juego, y tratándose de airear trapos sucios, nada mejor que el escándalo amarillista de los tabloides y el juicio paralelo en los medios de comunicación. En antena y ante millones de espectadores asistimos a la entrevista del siglo: "Eres probablemente el hombre más odiado de América ahora mismo. ¿Mataste a tu esposa, Nick?"

Pero todo esto sería demasiado convencional y, tanto en la novela de Gillian Flynn (Gone girl), como en la película de Fincher, los acontecimientos sufren varias vueltas de tuerca. El marido sospecha que todo está manipulado, que la secuencia de pistas es demasiado pulcra y ordenada. De modo que se propone, él mismo, manipular a los medios y a la audiencia. Cada engaño nos va descubriendo nuevas miserias y la trama afronta toda una serie de giros a cual más audaz y sorprendente.

En la cinta están presentes las mejores artes del director, incertidumbre, tensión y giros de guión de los que te dejan con la boca abierta.

















La película se desarrolla en diversos planos. Al principio está la investigación policial y el relato de la mujer que nos lee su diario. En la segunda parte todo cambia; se descubre una nueva verdad, no por ello demasiado cristalina. Fincher remueve magistralmente esas aguas turbias, donde los medios, eso que llamamos la opinión pública y la institución del matrimonio son zarandeados.
Nick Dunne: Mierda. ¡Eres delirante! Quiero decir, estás demente. ¿Por qué querrías esto? Sí, te amé, y luego todo lo que hicimos fue resentirnos el uno del otro, tratamos de controlarnos mutuamente. Nos hicimos mucho daño entre nosotros.
Amy Dunne: ¡Eso es el matrimonio! - 
El enfoque de la película es clásico, su puesta en escena sobria (en la línea de lo que el director hiciera en Zodiac). La narración fluye limpia y sin estridencias, mientras el guión va atornillando a cada personaje. Evidentemente es una película minuciosa y prolija que se alarga más de dos horas y media, pero de forma harto satisfactoria. Su interés no sólo no decae, sino que va en aumento.

La propia novelista Gillian Flynn ha escrito el guión y no ha dejado títere con cabeza. Perdida es una inmisericorde reflexión sobre la vida en pareja, una crítica social sobre el poder de los medios y una intriga perfectamente urdida. 

Al comienzo de la cinta, escuchamos la reflexión de Nick Dunne.

"Cuando pienso en mi mujer siempre pienso en su cabeza, me imagino fracturando su hermoso cráneo, desentrañando su cerebro, intentando obtener respuestas a las preguntas primordiales de cualquier matrimonio ¿En qué estás pensando? ¿Cómo te sientes? ¿Qué nos hemos hecho el uno al otro?



Ben Affleck interpreta con facilidad (¿?) a un marido soso y calzonazos. Según ha reconocido, fue a trabajar con Fincher para recibir un master en Dirección. Rosamund Pike por su parte encuentra el papel de su vida. A mí que siempre me pareció tan hermosa como gélida y distante, este papel me parece un traje echo a su medida. 

La conclusión es amarga. Con aparente inocencia, la película lanza una carga de profundidad contra el matrimonio. Él adúltero, ella manipuladora. En el juego de la impostura los dos posan sonrientes para la televisión: "nos hemos sincerado, ahora somos cómplices"

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