miércoles, 26 de abril de 2023

MI JUVENTUD PERDIDA - de Henry Wadsworth Longfellow

Henry Wadsworth Longfellow




MI JUVENTUD PERDIDA




A menudo pienso en la hermosa villa
que está sentada junto al mar;
a menudo en mi mente subo y bajo
las plácidas calles de esa vieja y querida ciudad,
y entonces mi juventud vuelve a mí.
Y también un verso de una canción de Laponia
que todavía ronda en mi memoria:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos
 pensamientos”

Puedo ver las sombrías líneas de sus árboles,
y atrapar, en destellos repentinos,
el brillo de los mares lejanos,
y las islas que fueron las Hespérides
de todos mis sueños juveniles.
Y entonces el tormento de esa vieja canción,
murmura y susurra todavía:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son 
remotos, remotos pensamientos”.

Recuerdo los oscuros muelles y las dársenas,
y las mareas sacudiéndose liberadas;
y marineros españoles de rostros barbados,
y la belleza y el misterio de los barcos,
y la magia del mar.
Y también la voz de esa canción descarriada
que está cantando y diciendo todavía:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos 
pensamientos”.

Recuerdo los baluartes junto a la orilla,
y el fuerte sobre el cerro;
el estallido del amanecer, con su rugido hueco,
el golpe de tambor repetido una y otra vez,
y la corneta salvaje y estridente.
Y también la música de esa vieja canción
que todavía palpita en mi memoria:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos pensamientos."

Portland, Maine







Recuerdo la batalla naval a lo lejos,
¡Cómo tronaba sobre la marea!
Y los capitanes muertos, yaciendo
en sus tumbas, con vistas a la tranquila bahía,
donde murieron en la contienda.
Y también el sonido de esa triste canción
que me atraviesa con un escalofrío:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos 
de juventud son remotos, remotos pensamientos".

Puedo ver la cúpula ventosa de las arboledas,
las sombras del bosque de Deering;
y las viejas amistades y los amores tempranos
vuelven con un sonido de Sabbath, como de palomas
en barrios sosegados.
Y también el verso de esa dulce canción antigua,
que revolotea y murmura todavía:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos 
de juventud son remotos, remotos pensamientos".

Recuerdo los destellos y tinieblas cuyos dardos
atraviesan el cerebro del colegial;
la canción y el silencio en el corazón,
que en parte son profecías, y en parte
son anhelos azarosos y vanos.
Y la voz de esa  errática 
canción
que canta y nunca se sosiega:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos de juventud son remotos, remotos pensamientos".


Hay cosas de las que no puedo hablar;
hay sueños que no pueden morir;
hay pensamientos que debilitan el corazón fuerte,
y traen palidez a las mejillas,
y niebla ante los ojos.
Y entonces las palabras de esa canción fatal
llegan a mí como un escalofrío:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos 
de juventud son remotos, remotos pensamientos”.

Extrañas son ahora las formas que me encuentro
cuando visito la querida vieja villa;
pero el aire nativo es puro y dulce,
y los árboles que ensombrecen cada calle conocida,
a medida que oscilan arriba y abajo,
están cantando la hermosa canción,
están suspirando y susurrando todavía:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos 
de juventud son remotos, remotos pensamientos”.

Y los bosques de Deering son frescos y hermosos,
y con una alegría que es casi dolor
mi corazón vuelve a vagar por allí,
y entre los sueños de los días que fueron,
vuelvo a encontrar mi juventud perdida.
Y la extraña y hermosa canción,
las arboledas están repitiendo todavía:
“La voluntad de un niño es la voluntad del viento,
y los pensamientos 
de juventud son remotos, remotos pensamientos”.




Henry Wadsworth Longfellow
(1858)

Portland, Maine


Una estrofa de este poema se utilizó en un momento clave de la película In the bedroom, de Todd Field. Me pareció tan perfectamente encajado en una situación de duelo, cuando nadie sabe qué decir, que busqué el poema y me pareció espléndido.


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Henry Wadsworth Longfellow (1807-1882) alcanzó un gran reconocimiento en vida por parte de sus contemporáneos. Sobre todo es recordado por poemas narrativos que relatan hechos de la Historia norteamericana. El más famoso es "Paul Revere´s Ride" donde se cuenta el viaje de Paul Revere desde Boston a Lexington, Massachusetts, para advertir a los colonos que los británicos iban a tomar el control del gobierno colonial. Pero otra parte fundamental de su obra se caracteriza por un delicado lirismo y un fuerte sentido musical. En estos poemas se interesa por la vida diaria subrayando la belleza de las actividades cotidianas. No en balde fue uno de los cinco miembros del grupo conocido como los Fireside Poets (Poetas hogareños). Otras obras muy populares son The Song of Hiawatha y Évangéline. También fue responsable de la primera traducción estadounidense de la Divina Comedia de Dante Alighieri y de las Coplas a la muerte de su padre de nuestro Jorge Manrique



En el poema que nos ocupa el tono elegíaco es memorable. La juventud se ha ido pero el poeta "a menudo" puede rescatarla y captar el brillo que tenían todas las cosas cuando era niño. Entonces todo la parecía gozoso y misterioso.
Me gusta especialmente cómo logra unir lo personal con lo universal. Los recuerdos asociados a la juventud del propio Longfellow se refieren a su vida en las calles y la bahía de Portland, en el estado de Maine: allí están las islas "que fueron las Hespérides / de todos mis sueños juveniles". También están los bosques de Deering y el fuerte sobre el cerro. La batalla naval a la que hace referencia la quinta estrofa tuvo lugar cerca del puerto de Portland en 1813. En ella se enfrentaron el barco estadounidense Enterprise y el británico Boxer. La refriega provocó la muerte de ambos capitanes, que fueron enterrados uno al lado del otro en el cementerio de Munjoy Hill.
En la primera estrofa el poeta dice que cuando piensa en su ciudad, "mi juventud vuelve a mí". También en la última estrofa reitera que "entre los sueños de los días que fueron / vuelvo a encontrar mi juventud perdida." En cada estrofa hace un balance de los recuerdos que le hacen revivir su juventud, pero en cada caso el poeta siempre choca con el estribillo de esa canción lapona, que no deja de recordarle que los recuerdos son "remotos, remotos" y tanto los días de juventud como los sueños que tuvo de niño se los ha llevado el viento.  
 
El ritmo del poema viene marcado por las repeticiones y aliteraciones que nos mecen como un oleaje que nos acerca y aleja los recuerdos. Aunque siempre acaba apareciendo esa antigua canción, a la vez "hermosa" y "fatal", para alertar al poeta y hacerle consciente de su edad, lo que le provoca un "escalofrío": 

          "y las palabras de esa canción fatal 
           llegan a mí como un escalofrío".









MY LOST YOUTH 



Often I think of the beautiful town
That is seated by the sea;
Often in thought go up and down
The pleasant streets of that dear old town,
And my youth comes back to me.
And a verse of a Lapland song
Is haunting my memory still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I can see the shadowy lines of its trees,
And catch, in sudden gleams,
The sheen of the far-surrounding seas,
And islands that were the Hesperides
Of all my boyish dreams.
And the burden of that old song,
It murmurs and whispers still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I remember the black wharves and the slips,
And the sea-tides tossing free;
And Spanish sailors with bearded lips,
And the beauty and mystery of the ships,
And the magic of the sea.
And the voice of that wayward song
Is singing and saying still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I remember the bulwarks by the shore,
And the fort upon the hill;
The sunrise gun, with its hollow roar,
The drum-beat repeated over and over,
And the bugle wild and shrill.
And the music of that old song
Throbs in my memory still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I remember the sea-fight far away,
How it thundered over the tide!
And the dead captains, as they lay
In their graves, overlooking the tranquil bay,
Where they in battle died.
And the sound of that mournful song
Goes through me with a thrill:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I can see the breezy dome of groves,
The shadows of Deering's Woods;
And the friendships old and the early loves
Come back with a Sabbath sound, as of doves
In quiet neighborhoods.
And the verse of that sweet old song,
It flutters and murmurs still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

I remember the gleams and glooms that dart
Across the school-boy's brain;
The song and the silence in the heart,
That in part are prophecies, and in part
Are longings wild and vain.
And the voice of that fitful song
Sings on, and is never still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

There are things of which I may not speak;
There are dreams that cannot die;
There are thoughts that make the strong heart weak,
And bring a pallor into the cheek,
And a mist before the eye.
And the words of that fatal song
Come over me like a chill:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

Strange to me now are the forms I meet
When I visit the dear old town;
But the native air is pure and sweet,
And the trees that overshadow each well-known street,
As they balance up and down,
Are singing the beautiful song,
Are sighing and whispering still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

And Deering's Woods are fresh and fair,
And with joy that is almost pain
My heart goes back to wander there,
And among the dreams of the days that were,
I find my lost youth again.
And the strange and beautiful song,
The groves are repeating it still:
"A boy's will is the wind's will,
And the thoughts of youth are long, long thoughts."

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