Por fin he podido ver Emilia Pérez en el cine: muy buena. Una película sobre violencia, redención y muerte.
Cuando te dicen que vas a ver una película que es como un narco-corrido en el que el temido jefe de un cártel de México quiere empezar una nueva vida convirtiéndose en la mujer que siempre ha soñado ser y que encima tiene números musicales... se te puede ir la olla. Pero la verdad es que la película es coherente y audaz. No es la primera película sobre un capo que quiere cambiar de vida alejándose del crimen y la violencia. Que en este caso el cambio afecte hasta el género y el sexo, ¿Por qué no?.
Rita (Zoe Saldaña) es una abogada a la que contrata el capo Manitas del Monte para ayudarlo a salir de México y someterse en secreto a una cirugía de reasignación de sexo. Siempre se ha sentido mujer pero la ciénaga donde se ha criado le ha obligado a ser más cabrón que nadie para sobrevivir. Ahora ya está en la cima del crimen pero esta vida que lleva le es tan insatisfactoria que ha llegado a pensar en el suicidio. Aunque piensa que no puede quitarse de en medio sin haber intentado siquiera alcanzar la vida que anhela. Ya como Emilia Pérez (Karla Sofía Gascón) regresará a México años después para estar cerca de sus hijos y su esposa (Selena Gómez).
Yo creo que más que en el narcotráfico la película se centra en quién quiere ser Emilia Pérez, una persona que quiere vivir como siempre se ha sentido, y en eso me resulta notablemente sincera. Desde el primer número musical la película emite un oscuro magnetismo; aunque me sorprende el cambio moral que se produce con el cambio de sexo. Ya como mujer y lejos de su horda de sicarios, Emilia se muestra cariñosa y empática; llegando a crear una fundación para rescatar a las víctimas de los cárteles. ¿Será por el hecho ser/sentirse mujer? La violencia suele ser cosa de hombres.😒
La película tiene tiros, muertes y amputaciones y está contada con mucho brío. México tiene una realidad muy cruda y la cinta se sumerge allí con sólo un par de trazos porque lo que interesa son los personajes. Sus dudas y urgencias. Ahí es donde entran los números musicales que en modo alguno son un pegote, al contrario; están encajados de un modo coherente pues recogen de forma lírica los lamentos y temores de los personajes. Además no son canciones cantadas a pleno pulmón como en un musical al uso; sino que muchas veces son susurradas, con voz rasgada, como cantadas para uno mismo. Por eso las canciones no solo no menoscaban la acción, sino que elevan el nivel dramático del relato gracias a unas interpretaciones -sobre todo de Zoe Saldaña y de Karla Sofía Gascón- sentidas y espectaculares.
La cinta tiene tres números excepcionales, con canciones debidas a la estrella pop francesa Camille con partitura de Clément Docul. El primero, con el que se abre la película, nos muestra a Rita en un mercado cuyas gentes le hace los coros, mientras expone sus dudas redactando el alegato de un caso imposible.
La segunda es con el tema "Aquí estoy yo" y nos muestra a los familiares de las víctimas de violencia que quieren dar cuenta y testimoniar. Un alegato profundo y dramático.
El tercero nos habla de la corrupción de todo el sistema social mexicano. Cuando ya Manitas del Monte se ha convertido en Emilia Pérez y vuelve a su México natal monta una Fundación para recuperar los cadáveres de las víctimas y que sus familiares puedan enterrarlos y guardar luto. Para conseguir fondos organiza una gala benéfica con ministros, gobernadores, empresarios, jueces y capos indistintamente. Ahí es donde Rita se lanza a bailar y cantar "El Mal", una pieza poderosa y acusatoria cuya letra desgrana la complicidad entre el crimen y las instituciones gubernamentales. La canción tiene un estribillo que repite "hablan, hablan, hablan"; refiriéndose a todos estos tipos que discursean y hablan sin parar pero no hacen nada para resolver la situación.
Emilia acaba enamorándose de Epifanía (Adriana Paz), una mujer maltratada y violada que entona la última y estremecedora canción de la película en nombre de los "condenados". Así vemos a la propia Emilia Pérez cuando vuelve a México ya convertida en mujer. Sospechamos que está condenada.
Chapeau para Audiard, el cineasta francés autor de las estupendas “Un prophète” (“Un profeta”) y “De rouille et d’os” (“De óxido y hueso”). Ha escrito y dirigido 1. un musical
2. en español
3. en el territorio del narco
4. con una protagonista trans.
Genial extravagancia que el director ha sabido llevar a puerto solventemente. Aunque Emilia Pérez no está basada en hechos reales, sí se inspira en un personaje del libro Écoute (2018) de Boris Razon, un amigo del director francés. Según ha explicado él mismo en el libro hay un personaje secundario que desea hacer la transición para convertirse en mujer. Le atrajo la idea y pidió permiso para desarrollarla.
Lamentablemente en la carrera de la película se han cruzado todo tipo de polémicas. Primero por unos tuits ofensivos que Gascón publicó hace tiempo. Y también en México se la ha criticado por la imagen distorsionada que da del país, por presentar a un narcotraficante como una heroína y por la ausencia de actores mexicanos. Estoy de acuerdo en que la dicción española de Selena Gómez es desafortunada, pero en lo demás no.
Esto es ficción.
Si además tiene música, la estilización de la realidad se agudiza, como en una ópera. Emilia viene de ser un narcotraficante en México, pero igual podría haber sido un pirata en las costas del Índico. Audiard ha explicado así el germen de su película: "Algo me impacta profundamente de México: todos estos problemas de personas desaparecidas. Hay regiones enteras a las que no se puede ir porque no son seguras. Quería hacer un musical, entonces ¿por qué no en el contexto de una tragedia?"
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