Guillem López vuelve a demostrarnos que está muy capacitado para ofrecernos obras sorprendentes y sumamente inquietantes, dentro de la fantasía y la ciencia ficción. En este caso no se arredra al penetrar en el terror cósmico que alumbrara el maestro Lovecraft. Además no nos entrega una novela al uso, sino que la narración adopta el formato de la descripción de un cómic disparatado y perturbador; dibujado por un ser quebrantado, que se ha asomado a la oscuridad de su mente y al de una extraña laguna.
El arranque de la novela ya es de por sí intrigante: Tras un inexplicable fenómeno conocido como «El Incidente» han brotado sobre la faz de la Tierra más de cien lagunas misteriosas, entre las cuales la mayor se encuentra en el pueblo valenciano de El Clot. Aunque los instrumentos dicen que tiene una profundidad uniforme de sesenta centímetros, a través de la superficie se entrevén estrellas y planetas como si se tratase de un portal a mundos lejanos. Contemplarlo es a la vez hermoso y sobrecogedor. Quien se zabulle allí desaparece para siempre. La existencia de la laguna es un enigma gigantesco repleto de misterios y paradojas. La situación hace que sobre esta población se propaguen dos plagas, la de los turistas que anhelan asomarse a la laguna y la de todo tipo de bichos, moscas y mosquitos que llegan a oscurecer el aire.
Hasta allí llega Carla Babiloni, una periodista que se crio en El Clot, pero acabó huyendo tras una tragedia familiar. Ahora vuelve para llevar a cabo un reportaje sobre la laguna e investigar la desaparición de una actriz de renombre. La historia de Carla es un ajuste de cuentas con el pasado y también un viaje hacia la destrucción. Allí no sólo deberá enfrentarse a policías corruptos, a una agencia de seguridad mundial y a fanáticos sectarios; también a sus propios miedos y temores acechados por funestas profecías.
"¿Para qué ha vuelto, realmente? ¿Para encerrarse entre cuatro paredes? Ahora lo sé. Ya lo he descubierto. Pensamos la vida como una línea temporal en la que irrumpen los acontecimientos, pero eso no es del todo cierto. Hay cosas que te persiguen, puertas que no se cierran de ninguna manera. Al final resulta que vivimos huyendo, como en una pesadilla de esas en las que corres pero no avanzas hasta que mueres y despiertas y te libras del sufrimiento. Hay que verlo así. Mi psiquiatra odia esa metáfora. pág. 67
Aunque la protagonista es Carla, la historia está narrada por Bernat, un antiguo novio que ahora ejerce de exterminador y es un asiduo del psiquiatra. Un narrador apasionado por los cómics que, por prescripción psiquiátrica, traslada su percepción de los hechos a viñetas que luego nos relata. La narración se convierte así en algo visceral y caótico, donde caben tanto hechos como delirios, reflejo cierto de su propia mente. Se puede decir que el dibujante/narrador no sabe dilucidar si los eventos que ilustra son verdad o ficción, llegando a verse a sí mismo desde fuera.
"A partir de aquí, en los dibujos, la perspectiva viaja fuera. Mi psiquiatra dice que es una manera de proyectar el trauma, algo así como una evasión. En cierta manera, fui testigo de lo que les pasó a Bernat y a Carla. De lo que supongo que les pasó porque, al fin y al cabo, incluso la memoria es una ficción, como mis dibujos, y no sé en qué parte establecer una frontera entre lo real y lo que mi mente -presa de ansiedad y víctima de una droga desconocida- añadió al relato de la sucedido." pág. 111
No encontraremos en Bernat un narrador fiable. La verosimilitud de su relato es tan frágil como su mente, llegando a admitir que muchas veces dibujó escenas que no presenció...lo cual no quita que ocurrieran de verdad.
"Me convertí en un hado del destino, una fuerza de la naturaleza que se oponía a otra fuerza mayor: la vida y sus consecuencias. En El Clot tenemos un exceso de vida. la otra vida: la que molesta y no te deja echar la siesta, la que no queremos ver en nuestra sopa. La laguna atrae a los insectos de kilómetros a la redonda. Nadie sabe por qué. Yo tengo una teoría, pero no la voy a explicar ahora porque no viene a cuento. La cuestión es que nos convertimos en parte de una narrativa superior; algo que no podemos comprender nos ha elegido para un propósito también incomprensible. De alguna forma, al dibujar aquellos insectos retrataba a mis vecinos y amigos y sus problemas cotidianos. Tengo una maleta llena de libretas y cuartillas con dibujos. Son una crónica vecinal, un diario en el que la realidad se camufla de ficción. Quizá algún día me decida a publicarlo. Lo que quiero decir es que, a veces, dibujaba escenas que no presencié, con personajes verídicos y que, quizá, así, de alguna forma se convirtieron en reales. Creo que, al dibujarlas, hice verdad muchas de las cosas que pasaron." pág. 25
De este modo Bernat acaba por centrar el interés de la novela y no por nada es el exterminador del pueblo. "Abrí la puerta y fumigué. Mátalos a todos, dijo Carla, a todos.". Él es quien limpia insectos y excrecencias para intentar dilucidar lo que hay detrás; pero lo que encuentra es tan ominoso que no puede relatarlo con palabras. Por eso utiliza las viñetas como pequeñas ventanas por donde atisbar algo que no sabe qué es, si el horror cósmico que acecha a través de la laguna o el pozo de su mente que se desintegra. La trama se adentra por terrenos insólitos terminando por sumergirse en un horror innominado. Aunque para Bernat “el auténtico horror —suyo, mío y de todos— es descubrir que estás lleno de oscuridad”.
Bernat también es el nexo entre los distintos planos que explora la novela. En el más superficial encontramos la realidad cotidiana del pueblo, una madriguera llena de envidias y codicia: "De alguna forma, al dibujar aquellos insectos retrataba a mis vecinos y amigos y sus problemas cotidianos"; para seguir con el dolor que traspasa algunas vidas (la de Carla, la de Bernat o la de Martina, la mujer ucraniana que acudió a El Clot porque quiere unirse a su hermana "al otro lado, donde hay paz"). Mientras que el plano más profundo es un magma caótico y fragmentario donde se mezclan engendros primordiales convocados por fanáticos creyentes con los propios demonios que arrastran a Bernat a las simas de la locura. Guillen logra aquí capítulos memorables, creando una simbiosis entre el caos mental de Bernat y la percepción del lector. Para conseguirlo no duda en jugar con formatos y tipografías, rompiendo los párrafos y superponiéndolos hasta hacer que el texto manifieste toda la tensión emocional del narrador.
"Es parte de mi trabajo: enfrentarme a los engendros informes que habitan bajo la cama. Los monstruos de nuestro prójimo. Los míos. A veces pienso si los pecados de uno de los nuestros son los pecados de todos; si permanece en la memoria colectiva la cicatriz que deja la maldad y ejerce como lastre que nos hunde. Náufragos de la vida por el plomo de los errores ajenos". pág. 68
Una de las páginas de la novela |
La obra, como se ve, es rica en metáforas y símbolos más allá de identificar a los turistas con los mosquitos. Los personajes luchan contra traumas, vacíos existenciales y un arraigado sentimiento de culpa, mientras son amenazados por sociedades secretas adoradoras de deidades primordiales.
Obra muy original, de prosa potente y fresca, consigue una ambientación extraordinaria que nos traslada a un mundo que parece caducar; mientras el misterio va creciendo hasta adquirir los tintes de una pesadilla lovecraftiana.
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Guillem López (Castelló, 1975) es autor de Challenger (Ed. Aristas Martínez, 2015), en la que retrata una multitud de universos que se entrecruzan la mañana en que tuvo lugar el accidente del transbordador espacial del mismo nombre. La polilla en la casa del humo (Ed. Aristas Martínez, 2016) y Arañas de Marte (Ed. Valdemar, 2017), donde dibuja un drama familiar con el telón de fondo del funcionamiento cuántico del cerebro humano, un viaje desgarrador al abismo de lo probable y al horror ante la revelación de que vivimos una mentira y no somos más que una sombra en el muro del tiempo.
Guillem López (Castelló, 1975) es autor de Challenger (Ed. Aristas Martínez, 2015), en la que retrata una multitud de universos que se entrecruzan la mañana en que tuvo lugar el accidente del transbordador espacial del mismo nombre. La polilla en la casa del humo (Ed. Aristas Martínez, 2016) y Arañas de Marte (Ed. Valdemar, 2017), donde dibuja un drama familiar con el telón de fondo del funcionamiento cuántico del cerebro humano, un viaje desgarrador al abismo de lo probable y al horror ante la revelación de que vivimos una mentira y no somos más que una sombra en el muro del tiempo.
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