sábado, 13 de febrero de 2021

KILLING EVE T1 y T2 - creada por Phoebe Waller-Bridge

BBC, América


Original y llena de mujeres se presenta esta serie de espías que enfrenta a una sofisticada y letal asesina por encargo con una agente del MI6 que la persigue con denuedo hasta provocar una obsesión enfermiza entre ambas. La serie se desarrolla de forma vertiginosa, recorriendo ciudades de toda Europa con un enfoque muy femenino y un punto psicópata. Toda una vuelta de tuerca al thriller de espías que cambia el foco desde la acción a un drama extraño, turbio y lleno de humor negro.

Creada por la aguda Phoebe Waller-Bridge (Fleabag, Crashing y Run), la serie está basada en las novelas cortas que escribió Luke Jennings en torno a la ejecutora Villanelle. Jennings explicó durante una entrevista que cuando se le ocurrió la idea de Villanelle había estado leyendo sobre la etarra Idoia López Riaño, encarcelada en los años noventa por los asesinatos cometidos entre 1984 y 1986. “Su narcisismo y su falta total de empatía ayudaron a formar el personaje de Villanelle”, destacó el escritor. “Mató a 23 personas, y era claramente una psicópata”, rememora Jennings, a quien le llamó especialmente la atención una anécdota sobre un atentado fallido debido a que Idoia se distrajo mirando el escaparate de una tienda de moda y su propio reflejo.

Con estos elementos el autor se lanzó a escribir las aventuras de una asesina llena de encanto, frívola y juguetona, pero también sádica y letal; una mezcla de James Bond y Aníbal Lecter pero en femenino: "Quería crear una figura femenina que se moviera por entero según sus propias reglas. Al principio puedes pensar en ella como la creación de sus jefes masculinos, una mascota psicópata, pero cuando trasciende ese rol, todo cambia. Se adentra en un mundo definido por sus propios intereses y deseos, no regulado por la autoridad masculina". 

Sandra Oh interpreta a Eve Polanstri una agente que recopila datos sobre distintos asesinatos ocurridos por toda Europa y sin aparente relación; pero ella conjetura un modus operandi sutil y femenino que convence al MI6 para organizar un equipo de persecución.  

La primera temporada es prácticamente perfecta, al combinar acción y drama de forma plenamente armoniosa. Primero conocemos a Eve y su vida domesticada (un marido aburrido y un trabajo aburrido de documentación) que divisa en la persecución de Villanelle un proyecto de altura donde poder demostrar sus grandes dotes de intuición y deducción.

A la vez vamos conociendo a Villanelle (Jodie Comer), un joven sofisticada, políglota y con una enorme capacidad para articular sorprendentes formas de homicidio. El asesinato de un viejo mafioso en Italia o de una poderosa empresaria en Alemania no dista mucho de las Misiones Imposibles que traza Ethan Hunt, sólo que llevadas a cabo con increíble audacia y plena sutileza, sin la alharaca ni las persecuciones de aquel. Villanelle es la elegancia personificada. Puede entrar en el sitio más fortificado por la puerta principal o puede huir caminando alegremente tras ejecutar su crimen sin ser detectada. Además su mirada siempre se detendrá sobre algún vestido, alguna tela o algún perfume encantador. 

Y es que las mujeres son las reinas de la función. La asesina es mujer, la agente perseguidora también, así como su jefa en el MI6. Curiosamente sólo los espías rusos relacionados con Villanelle son hombres al viejo estilo, y está claro que se han quedado en un papel secundario. 


La temporada siempre avanza enriqueciendo la trama principal con otras tan interesantes como la de la compañera que Villanelle tuvo en el pasado y a la que ahora tiene que asesinar entrando en una cárcel rusa o la del intento de asesinar a su enlace Konstantin, que acaba con el secuestro de su hija, una niña impertinente que provoca situaciones muy jugosas. También la jefa de Eve en el MI6 (otra mujer más en puesto ejecutivo, Fiona Shaw) demuestra unos contactos demasiado íntimos y sospechosos con varios jefes de la inteligencia rusa; o sobre la organización suprema que desde las sombras contrata a Villenelle y parece manejar los hilos del orbe, los Doce. Todo un mapa de historias y personajes muy sugestivo. 

Pero siendo la trama de espías de lo más estimulante y los crímenes tan sorprendentes y llenos de inventiva, no es este el meollo de la serie. Cuando Konstantin le comunica a Villanelle que el MI6 ha colocado a una agente al frente de un equipo para detenerla, empieza a investigar sobre ella. Entre perseguidora y perseguida muy pronto se establecerá un extraño vínculo, una fascinación que las atrae de una forma magnética.

Eve siente la atracción del mal en toda su pureza ya que Villanelle es una verdadera psicópata, sin ningún código moral, que acumula incontables habilidades para matar. Su personalidad añade la extravagancia de un gusto exquisito por la ropa. Ella sólo teme al aburrimiento. Ambas buscan en la otra lo que más desean. Su persecución mutua por distintas ciudades de Europa les colma de energía y satisfacción.
Si algo ha demostrado Waller-Bridge es que sabe mostrarnos a mujeres modernas, independientes y llenas de contradicciones. Ambas protagonistas odian el tedio y la convención; en cambio adoran el riesgo y la aventura. Son mujeres que deciden su destino. Pronto se establece entre ellas una relación extraña, malsana y juguetona, casi erótica. Villanelle se presenta una noche en casa de Eve y le pide que la invite a cenar. De regalo le entrega un vestido de ensueño. Según declaró Phoebe Waller-Bridge a Vogue, lo que más le atrajo de Villanelle es que “vive sin miedo alguno a las consecuencias. No he visto un personaje así nunca". Esto puede resultar tan atractivo como liberador: vivir sin miedo, sin culpa, sin responsabilidades, siguiendo los instintos más primarios del lujo, el placer y tomar aquello que nos guste. Esto es lo que fascina a Eve, una mujer de mediana edad ahogada en su propio aburrimiento que ve en Villanelle la posibilidad de ser otra. 

El juego que más se practica en esta serie es el de la seducción y la manipulación. Esto hace que todo resulte tan ambiguo como atractivo. Pronto llegamos a olvidarnos de evaluar si Villanelle es buena o mala, si está dirigiendo el cotarro o está siendo manipulada...



TEMPORADA 2
A esta segunda tanda le cuesta arrancar. Los dos capítulos iniciales son como aventuras autónomas que parecen de tanteo. En el primer capítulo se asesina a un adolescente, pero es por piedad y en el episodio 2 Villanelle acude a Londres donde cae en las garras de un papanatas psicótico que vive encerrado con su madre. Son aventuras con apariencia de suspense y maldad pero que no van a ninguna parte; sólo son mensajes que Villanelle lanza a Eve para intentar reencontrarse.

Si la T1 es intensa y no deja de avanzar por territorio inexplorado, la T2 se detiene y empantana, dando vueltas sobre un territorio ya conocido. Sin duda tiene que ver con que la showrunner de la primera, Phoebe Waller-Bridge dejó el proyecto y fue sustituida por Emerald Fennell. Se nota. Eve y Villenelle se añoran, se necesitan, quieren volver a estar juntas pero por medio hay una nueva asesina, la Fantasma, que es quien ahora hace los encargos de los Doce. Todo ello conduce a un acuerdo entre las fuerzas de Eve y las de Villanelle contra este nuevo elemento; pero al estar tan juntas todo se vulgariza y pierde capacidad de sorpresa. 
Por fin en el capítulo 3 la serie explota de nuevo su componente excitante y sensual. Aparece de nuevo Konstantin (un Kim Bodnia -Bron/Broen- que hace un tándem perfecto con la psicopática asesina) y se reinicia la persecución entre Eve y una Villanelle que se une a Konstantine para trabajar en modo freelance. Como se ve todo parece un tanteo de diversos caminos. 

A pesar de ello la temporada nos regala unos cuantos chispazos de talento. Fantasma es un gran personaje durante algunos capítulos, “es lo contrario a Villanelle. Es cuidadosa y anónima. Meticulosa y discreta”, dice Eve cuando reúne la información de varias muertes nada sospechosas porque se apoyaban en las enfermedades particulares de las víctimas (diabetes, alergia al marisco); pero que delatan un plan maestro e indetectable. El problema es que el personaje acaba diluyéndose sin trasladarnos a esos nuevos territorios de confabulaciones que insinuaba.



Por otro lado en el capítulo 4 y con Villanelle y Konstantine asentados en Ámsterdam con su pequeño negocio freelance, Villanelle encuentra el modo de enviar a su adorada Eve un nuevo mensaje en forma de cadáver.  Disfrazada con una careta de cerdo se cita con su víctima en una casa del Barrio Rojo. Allí logra colgarlo boca abajo en un escaparate para luego rajarle el pecho ante un público que cree estar viendo una performance. Todo ello tras enviar a Londres una postal con la inquietante pintura 'Los cuerpos de los hermanos De Witt', de Jan de Baen. Para que Eve no tenga dudas.

El tercer manjar es la introducción de un malvado que representa muy bien nuestro mundo hipercontectado, el multimillonario Aaron Peel (Henry Lloyd-Hughes); un diabólico cruce entre el genio de Steve Jobs y el comedatos David Zuckerberg. Un tipo soberbio y sádico acostumbrado a ejercer el control sobre todo lo que le rodea. Su duelo con Villanelle hace saltar chispas.  

"Sabéis que todo esto se va a pique, ¿no? Los servicios de inteligencia, los servicios secretos, las naciones... todo eso. ¿Cómo van a sobrevivir si empresas como la mía tienen más información que el Pentágono y el MI6 juntos? Estáis acabadas. Obsoletas".

A los diálogos inteligentes e irónicos, las imaginativas formas de asesinato y los outfits de Villanelle hay que añadir una banda sonora nos menos sofisticada, con canciones espesas y embriagadoras de Cigarretes After Sex, Unloved o Jane Weaver.



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