jueves, 18 de junio de 2020

SHANGRI-LA - de Mathieu Bablet




La ciencia ficción ha demostrado su capacidad para explorar profundidades siderales, sociedades futuras y paradojas temporales. El carácter aventurero que aporta es innegable, pero también, y en no pocos casos, ha rastreado cuestiones antropológicas y filosóficas de calado. ¿Qué es el ser humano? ¿Cuál es su destino? Shangri-la pertenece a este grupo de obras de ciencia ficción reflexiva y la apuesta de Bablet resulta brillante y muy ambiciosa. No en vano su arco temporal ocupa más de un millón de años y llega hasta los albores de una nueva humanidad....aunque los males sociales que critica los tenemos bien cercanos.

En un futuro donde la Tierra es inhabitable por una catástrofe medioambiental, los restos de la Humanidad viven refugiados en una estación espacial gigantesca, gobernada por la empresa Tianzhu Enterprise. Los supervivientes llevan 200 años de exilio medioambiental y se han acomodado a una existencia placentera pero de miras muy cortas. La droga de este adormecimiento es un consumismo galopante. Tianzhu Enterprise se preocupa de alimentar con generosidad al monstruo con todo tipo de productos y servicios: Tianzhu TV, Tianzhu Phones, Tianzhu Fitness, Thianzu Burgers…pero soterradamente se están produciendo cambios.






El protagonista es Scott, un experto piloto espacial que Tianzhu contrata para misiones secretas. En este caso le han encargado que investigue ciertos experimentos que se están llevando a cabo con resultados catastróficos en varias estaciones. Por su parte un equipo de científicos rebeldes se han lanzado a terraformar Titán, la luna de Saturno, para instalar allí una nueva raza creada ex novo, el homo stelaris. Un salto definitivo en la evolución de la Humanidad, la creación.

De este modo Bablet pone ante nuestras narices no una sino dos Shangri-las, dos sociedades aparentemente ideales y perfectas. En Tianzhu todo el mundo puede tener lo que quiera. Los paneles repiten machaconamente los mensajes publicitarios hasta la saciedad: "Comprar, usar, comprar de nuevo", "Trabajar, dormir, trabajar", "Lo deseo...". Incluso el malestar social lo afrontan los gobernantes de Tianzhu con estrategias puramente comerciales: "Adelantemos la salida al mercado de la Tianzhu-Tab7 y ¡al 50%!. Todos olvidarán sus quejas."

Pero en cada regreso a la base, Scott se percata de que algunos miembros de su tripulación se están decantando por un movimiento revolucionario que está cogiendo auge.

De modo que las líneas maestras de la historia se dividen en tres derroteros: las investigaciones de Scott sobre las explosiones en las naves, los científicos rebeldes decididos a formar el homo estelaris y las revueltas dirigidas por el misterioso Mr. Sunshine. Por el camino iremos conociendo más detalles de esta sociedad: Los animoides (animales humanizados) a los que han creado para trabajar y relacionarse con ellos; pero a los que desprecian y golpean con verdadero racismo. Los habitáculos donde viven que son una especie de nicho mínimo. El aborregamiento de la población. La indiferencia de los dirigentes de Tianzhu ante las manifestaciones rebeldes.

El cómic cumple perfectamente lo que se propone. Lanzar hipótesis y hacer reflexionar al lector en cuanto a nuestro futuro como especie o sobre nuestra propia función en el universo. Las viñetas delatan temas tan diversos como el consumo extremo, el medioambiente, el racismo, el control social o los límites de la ciencia. La sociedad de la estación Tianzhu es hiperconsumista y está controlada por la publicidad, dejando de lado cualquier reflexión sobre su condición. Precisamente sería un compañero de Scott, Virgilio (como el poeta que acompañó a Dante en su descenso a los infiernos) el que le abrirá los ojos a la realidad, haciéndole ver que por simple comodidad ha renunciado a sus libertades individuales. 

En una historia que cuenta el camino hacia la destrucción de una sociedad supuestamente perfecta se cruzan múltiples referencias, desde el 1984 de Orwell o El Mundo Feliz de Huxley, hasta La Noche de los Tiempos de Barjavel o La Isla del Dr. Moreau, de H.G. Wells, hablando de manipulación genética. Por supuesto el cómic nos remite al best-seller de 1933, Horizontes Lejanos, del británico James Hilton, donde aparece por primera vez Shangri-La, un espacio edénico y secreto, aislado entre montañas, donde la sabiduría te acompaña durante una vida que parece eterna. No es la única referencia oriental del cómic, el nombre de la Corporación, Thianzu, es la palabra china que utilizaron los jesuitas para designar a Dios durante la evangelización en China. Finalmente el homo estelaris nos lleva directamente al último plano del maravilloso poema visual de Kubrik, 2001: una odisea espacial.























El cómic tiene una estructura en tres bloques. En el primero vemos a Scott, náufrago en una dimensión espacio-temporal remota. El segundo es el más prolongado y desarrolla los eventos ocurridos en la estación Tianzhu. En el tercero se lanzan dos líneas de futuro como salida al caos en el que las revueltas han sumido a la estación espacial. Una que aterriza en Titán y otra que aterriza en la Tierra.

La verdad es que toda la crítica social sobre el consumismo se plasma de una forma excesivamente evidente y poco sutil. Resulta más contundente su exposición sobre el racismo y el maltrato animal. Esas viñetas descubren el lado oscuro de la estación Tianzhu y me provocaron una sincera emoción. También hay amargura en la lucha por el poder entre los regidores de Tianzhu y los revolucionarios de Mr. Sunshine. Una línea argumental muy bien desarrollada que habla de cómo los poderosos siempre repiten esquemas y utilizan al personal. También interesa el debate que surge entre la tripulación de Scott sobre la legitimación del terrorismo, cuestión que nos remite directamente a V, de Vendetta, del gran Alan Moore.

Y sobrevolando todo ello llama la atención la envergadura visual del cómic, que es apabullante. Las imágenes exteriores nos trasladan la sensación de inmensidad del espacio de un modo asombroso, resaltando la vulnerabilidad del ser humano en un entorno tan gigantesco. También las viñetas interiores de la estación evidencian la enormidad de la colmena donde se hacina la Humanidad que, además nos es mostrada con gran detalle, sin ahorrarse el nivel de suciedad y residuos que los años han ido acumulando.

En la composición de las páginas los escenarios adquieren gran relevancia, dotando al cómic de una variedad de ambientes muy estimulante, que se acrecienta con su excepcional uso del color que completa la atmósfera del relato y refuerza la intensidad de algunas escenas. 
















Ciencia ficción dura para reflexionar sobre el destino de la Humanidad. 

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