domingo, 20 de enero de 2019

El VICIO del PODER - de Adam McKay

El Halcón podría haberse titulado esta película.
O La Hiena, 

fiera que también aparece en pantalla como metáfora de lo que se cuenta. 
Me viene a la mente tanta fauna porque, en muchos momentos, la película parece un documental que expusiera los hábitos de uno de los más grandes depredadores de los últimos tiempos, Dick Cheney, todopoderoso vicepresidente del pazguato George W. Bush en una época donde se inventaron guerras, armas de destrucción masiva y mentiras de alcance universal.

El montaje es un alarde de ritmo dando saltos en el tiempo e intercalando imágenes metafóricas como la de la hiena, una leona lanzándose al cuello de un antílope o ese Dick Cheney pescando en el río que se intercala en varias reuniones para simbolizar su carácter: paciente, silencioso y letal.

La película es un biopic de Dick Cheney, pero irónico y punzante desde el mismo título original -Vice- (en inglés "vice" hace alusión al vicepresidente, pero también significa vicio y corrupción). El caso es que el director y guionista no ha tenido que inventarse nada para mostrar la ignominia y criminalidad de este tipo. Los hechos estaban ahí, en los periódicos y las TV de todo el mundo. De joven, un patán y borracho que fue expulsado de la universidad; de adulto, un burócrata gris y silencioso que fue forjando su estilo en la administración Nixon junto a otro halcón ya experiementado, Donald Rumsfeld, al que en un momento dado le pregunta, "¿Cuáles son nuestros principios?" (los de los republicanos). La respuesta de Rumsfeld simplemente es reírse a carcajadas mientras se va al despacho. 

Así de militante es esta historia basada en hechos reales; aunque el director no le escamotea a Cheney ese otro lado humano, cariñoso y comprensivo que practicaba en su entorno familiar. Un tipo, en definitiva, a la vieja usanza. Implacable en los negocios y todo un padrazo en casa (tuvo un hija lesbiana a la que dio comprensión y amor a pesar de practicar una ideología furibunda contra todo lo que sea LGTBI).

Su carrera siguió como Secretario de Defensa con Bush padre y durante la Guerra del Golfo. Cuando llegaron los demócratas de Bill Clinton se pasó al sector privado como máximo mandatario de Halliburton, la empresa petrolífera que sacó beneficios millonarios de la invasión estadounidense de Kuwait. Cuando volvió a la política requerido por Bush hijo ya había triunfado y no necesitaba nada. Además conocía mejor que nadie los entresijos de la Administración de modo que, como un vesánico demiurgo, se dedicó a convertir en hechos su ideología depredadora.

A pesar de contar con pesos pesados de la interpretación, Amy Adams como la esposa, Steve Carell como Donald Rumsfeld o Sam Rockwell como W. Bush, sólo el matrimonio ofrece alguna profundidad. Ella decidida y fuerte. Él enamorado sinceramente de su mujer y padre protector a la vez que implacable, oportunista y sin más convicciones políticas que su ambición de poder. Luces y sombras.

Narrativamente la película es brillante. Diálogos chispeantes y cómicos (si no fuera porque nos dejan con la boca abierta por el modo tan descarnado en que se ejerce el poder), créditos a mitad de película y hasta una escena postcréditos para acabar de reírse del signo de los tiempos. También elige una voz narradora que se convierte en un recurso irónico magistral en su resolución y una serie de picos dramáticos muy bien dibujados que te llevan en volandas por las más de dos horas de metraje. Repasemos algunos.

La película comienza con el ataque de Al Qaeda a las Torres Gemelas y el vicepresidente junto a los miembros del gobierno presentes en la Casa Blanca son encerrados en el bunker presidencial. La voz en off detiene la imagen y nos señala cómo el rostro de todos es de máxima preocupación cuando no de terror... excepto el de Dick Cheney, que está tranquilo y cavilando.

Sí, muchachos, aquello tan repetido por el marketing más superficial, de que la palabra crisis en chino significa peligro+oportunidad; lo vio en ese momento Mr. Cheney con absoluta claridad. Al Qaeda le acaba de dar las llaves de la guerra indiscriminada, la tortura legalizada y la confabulación con la grandes empresas de energía estadounidenses para campar a sus anchas.
























Cuando acaba esta introducción tan reveladora, la película se embarca en una serie de flashbacks para mostrarnos de dónde viene este personaje. Y aquí llega otro momento dramático relevante. La vida del joven Cheney era disoluta y fracasada. Expulsado de la Universidad, con una trabajo vulgar y una vida de bronca y borrachera, lo coge su mujer y le canta las cuarenta. Aquí se demuestra que detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer, aunque en este caso se trate de una verdadera lady Macbeth que, retadora, le espeta:
"No puedo ir a una universidad elitista, ni dirigir una empresa o ser alcaldesa; ese mundo no está hecho para mujeres.¡Te necesito! Y ahora mismo tú eres un cero a la izquierda bien gordo y empapado de pis." 

¿No os recuerda a House of Cards? Una pareja unida por sus desmedidas ambiciones de poder y dispuesta a todo para conseguirlo y ejercerlo. En una conversación, la madre les advierte a sus hijas: Cuando alguien tiene poder, los demás sólo quieren quitárselo. Igualmente cuando el joven Cheney le pregunta a Rumsfeld por sus principios, nos evidencia su vacío ideológico e incluso filosófico. Un vacío que se llenará con el ansia de un poder que se justifica a sí mismo ejerciéndolo además, en base a sus turbios prejuicios.


Vayamos con una delicia táctica.
Con Cheney de CEO en Halliburton y W. Bush preparando las primarias, éste le llama para proponerle que sea su vicepresidente. Cheney calla. Se intercala una imagen suya pescando en el río. El candidato insiste pero Cheney duda, encaja la mandíbula y baja la cabeza. Está soltando el sedal, deja que la mosca y el anzuelo floten. El incauto joven Bush (magnífico como siempre Sam Rockwell) está perplejo, ¡le está ofreciendo un chollo y se resiste!

" - Qué me dices? Quiero que seas mi vicepresidente. Tienes que ser tú. Eres mi vice.
- Bueno...George, yo.....soy presidente de una gran empresa. He sido Secretario de Defensa y también he sido Jefe de Gabinete de la Casa Blanca. La Vicepresidencia es un puesto principalmente simbólico... pero si llegáramos a un acuerdo.... digamos diferente.....aceptaría.
Podría encargarme de tareas mundanas. supervisar las administraciones, el Ejército, la energía y la política exterior. ¿...?
- Sí, vale, eso me gusta. Entonces qué ¿lo hacemos o qué pasa?
- Me parece que....nos puede salir bien.
- ¡Cojonudo!"

Picó. 
Cheney acabó teniendo despacho y mando en la Casa Blanca, en el Congreso, en el Pentágono y hasta en la CÍA. Manejó con mano de hierro las riendas más importantes del poder con un solo objetivo, ejercerlo para beneficio suyo y de los suyos.
Otro momento en el que una sola imagen lo dice todo lo encontramos cuando ganan (quizás fraudulentamente) las elecciones presidenciales. Cheney llega a la Casa Blanca, abre la puerta el despacho oval pero se queda en el umbral, recortado como una sombra. El plano es perfectamente explícito: el despacho oval en ese momento está vacío y lo seguirá estando aún cuando llegue el incompetente Bush. El poder lo ejercerá esa sombra que está fuera del despacho presidencial. 

Uno de los asuntos más espeluznantes de lo que retrata McKay tiene que ver con la utilización de grupos de ensayo y opinión (focus group), abogados y lobbys que llevó a cabo Cheney. Hay que convencer a la gente de que quiere justo lo que tú quieres aunque vaya en contra de sus propios intereses. Wow. 
Un ejercicio del poder sin complejos ni cortapisas. 

Así se pueden elaborar informes falsos pero perfectamente creíbles sobre armas de destrucción masiva, se puede articular una teoría como la del Poder Ejecutivo Individual*, o se puede producir un vuelco en la opinión pública para que le parezca genial recortar impuestos a los más ricos. También EEUU puede seguir siendo un país que no tortura porque lo que practican son "técnicas de interrogación mejoradas".
Estos tipos dejan en pañales las payasadas de Donald Trump.

Quizás sea esta parte de insidias contra los intereses generales de la sociedad, confabulaciones petroleras y de contratistas militares la que aparece más desvaída en la película. Así como dejar a W. Bush como un simple florero en las decisiones de guerra y tortura. Hay mucha munición, más negra y malévola, que McKay ha dejado de lado y es una lástima. 

La última imagen que destacaré está justo al final. Cheney está en una entrevista y cuando le preguntan sobre su legado, se vuelve hacia la cámara y, rompiendo la cuarta pared, nos amonesta iracundo: no se arrepiente de nada, lo que hizo fue por deber a la patria, hay que ser muy valiente para hacer lo que debes aunque luego quedes como un monstruo, etc. "Me elegiste a mí y ha sido un privilegio servirte", llega a decir. 
¡Qué cabrón! Estos salvapatrias son todos iguales.


El contraste de esta imagen la coloca McKay después de los créditos: vemos a uno de los grupos de opinión debatiendo acaloradamente sobre la película que acabamos de ver. Un partidario de Trump la define como propaganda liberal y luego tiene una pelea con un demócrata. Mientras tanto una joven se vuelve hacia su amiga y le dice que está emocionada por la próxima película de Fast and Furious. Así está el mundo.












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Aunque sus temas y enfoques sobre lo más reciente y vergonzante de la historia de EEUU recuerdan al cineasta Oliver Stone, Adam McKay elige una forma propia, entre didáctica y guiñolesca para presentar los hechos. Didáctica fue La Gran Apuesta para meternos en los entresijos de la crisis/estafa de 2008 y guiñolesco me resulta este Vice. Pero a pesar de ello (o quizás por ello), la película toca asuntos de profundo calado político y moral como el uso torticero que la ultraderecha siempre hace de la seguridad o la Teoría del Poder Ejecutivo Personal que se invoca en la película. 
Cuando Cheney mira a cámara y nos suelta: si no apruebas mis métodos ¿qué ataque terrorista permitirías? Nos está diciendo que el fin justifica los medios y sobretodo que "sus" fines justifican "sus" medios.

En cuanto al Poder Individual y Ejecutivo que ostenta el Presidente, los asesores de Cheney lo definieron para liberar las decisiones presidenciales de cualquier traba de tipo legal, relativa al contrapeso del Congreso u otros. Él ostenta el poder ejecutivo y nadie puede parar su acción. Esta teoría sigue viva e incluso provoca el debate de constitucionalistas estadounidenses. 
Yo creo que una acción estrictamente personal, sin rendir cuentas a nadie, respecto a la vida y muerte de miles de personas, se acerca más a la tiranía que a cualquier figura democrática. En España Aznar también aprendió la coletilla. Solía decir "el gobierno tiene la obligación de gobernar" o "como presidente haré lo que tenga que hacer". Por supuesto quería subrayar que él tenía la responsabilidad moral de acometer acciones que quizás otros no tuviesen el coraje de tomar. Lo que escondía es que los intereses generales que aducía sólo estaban en el mensaje, no en la realidad: Él sólo servía a sus intereses particulares, presentarse al mundo junto a los más poderosos para parecer un gran estadista. 
Por cierto que en la película echo en falta la famosa foto de las Azores. Blair y hasta un joven Trump sí que salen; pero parece que allí no hacen cuenta de los mamporreros. 


ACTUALIZACIÓN. 
Justo esta semana acaba de tomar posesión en Andalucía el nuevo Gobierno del PP y Cs. Una de sus primeras medidas será suprimir el Impuesto de Transmisiones Patrimoniales. Es un asunto que también sale en la película. Literalmente el responsable del focus group nos explica: Si queremos eliminar impuestos para los que tienen más de 2 millones no recibimos mucho apoyo; pero en cambio si lo denominamos un "impuesto a la muerte" el apoyo sube como la espuma. Como bien explica en este artículo Jesús Mota, esta decisión busca el aplauso fácil basándose en una falacia. ¿Cuántos andaluces van a recibir o transmitir una herencia de más de un millón de euros?:
"Hoy, en Andalucía solo pagan sucesiones las herencias superiores al millón de euros recibidos por heredero. Así que la supresión del impuesto (bonificación del 99% de la base liquidable) solo beneficiará a las herencias más altas. El argumento de que el ahorro fiscal aumentará el consumo no deja de ser una patraña. Para que esa filfa tuviera algún valor habría que explicar cuál es la propensión marginal al consumo; porque antes de las rebajas anunciadas los andaluces con más patrimonio ya disfrutaban de rentas más que suficientes para consumir y ahorrar."

Conseguir que la mayoría más pobre pague las obligaciones de la minoría más rica es un éxito inaudito pero no raro, gracias a políticos mediocres en inteligencia y honestidad moral. La deuda bancaria de esta última crisis la convirtieron en deuda soberana para que la paguemos entre todos. La gente común ha perdido sus casas, sus trabajos o han visto reducido su sueldo, mientras los prebostes mantuvieron sus mansiones, sus sueldazos y sus pensiones millonarias.
¡Y les he llamado mediocres!  ¡Es una jugada maestra! ¡Qué mundo!

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