jueves, 7 de diciembre de 2017

LOS SUDARIOS no TIENEN BOLSILLOS - Horace McCoy

Esta novela negra es un puñetazo en el estómago de la sociedad estadounidense de la época. La corrupción con todas sus caras y la connivencia de los medios son el objetivo del protagonista, un furibundo periodista -Mike Dolan- harto de las componendas entre unos y otros.

Se podría decir que en la trama se sustancian los límites de la libertad de prensa y la potencia del llamado cuarto poder. Siguiendo esta pauta el autor insufla a sus páginas el frenesí del escándalo, la investigación y las horas previas al cierre de edición. Pero no dejemos que las planchas y las linotipias nos alejen del asunto central que no es otro que la denuncia contra la corrupción y la lucha contra el statu quo. Varios personajes le espetan a Dolan "así funcionan las cosas"; como queriendo dar carta de naturaleza a la depravación.

El libro comienza con una dimisión, con el atisbo de una fatalidad y la puesta en pie de un gran proyecto. La dimisión es la del periodista Mike Dolan de su puesto en un periódico que hurta la información sensible a sus lectores. La fatalidad es cómo aparece Myra en la vida de Dolan.

"-No creo que sea buena idea dejarle solo -obsevó Myra-. Está a punto de ir a disculparse con su jefe y a pedirle que lo readmita. Para asegurarnos de que no lo hace, será mejor que nos lo llevemos con nosotros....
Dolan se volvió y la miró asombrado.
-No te sorprendas tanto -dijo Myra-. No tiene ningún misterio. Lo llevas escrito en la cara. Es extraño cómo funcionan las cosas -dijo dirigiéndose a Bishop-. Si hubiera salido de la cama un minuto más tarde esta mañana, si hubiera pasado un minuto más en el baño, si hubiera perdido el tranvía, si me hubiera parado a tomar mi taza de café de todas las mañanas... ¿Y por qué no lo hice? Es muy raro, porque hace años que no me salto mi café matutino. Si me lo hubiera tomado, si me hubiera demorado un segundo en cualquiera de esas cosas, no te habría visto. Y no estuviera aquí ahora, sin duda Dolan iría a suplicar por su trabajo. Y lo recuperaría. Pero ahora no lo hará. Ha terminado con esto. ¿No te parece extraño? -le preguntó a Dolan.
-Supongo que sí...-respondió éste." pág 11
Y el gran proyecto es una publicación semanal a través de la cual el periodista piensa "abrir esta ciudad en canal". Periodismo de investigación puro y duro, sin casarse con nadie.
Que nadie busque un crimen, una investigación, una brillante deducción que resuelva un misterio en el último segundo. Esta novela no va de procedimientos deductivos o indagaciones al uso. Va de la corrupción de toda una ciudad y de la furia de un periodista insobornable para tirar de la manta.
"Les daré fechas, cifras y nombres. Y hasta declaraciones juradas. Esta historia del béisbol es sólo el principio. Voy a abrir las ventanas para que entre el aire."

Resulta curioso que los primeros que se molestan con el inicial éxito de la revista, son los tres periódicos de la ciudad. La corrupción es tan notoria que no publicando nada sobre ella, son sospechosos de connivencia.   
"Si no nos dejas en paz , lo vas a tener muy crudo. Quedas avisado.
—Pero, hombre, ¡si no he hecho nada más que empezar! Ya verá lo que viene después -dijo sacándose una cuartilla del bolsillo interior de la chaqueta.- Tengo aquí una lista de nombres sobre los que quiero publicar algo. Debería haberlo hecho usted hace meses.
A continuación leyó:
- "Doctor Carlisle..." ¿Le suena? Sí, hombre, ya sabe el eminente abortista que ya ha matado a un par de chicas. Todo el mundo hace la vista gorda porque su hermano es el cacique del condado de Colton. "Carson...", el Interventor que se lleva un pellizco de cada camión que compra el Ayuntamiento. "Ricarcelli...", ese tipo que dirige un casino ilegal en el hotel más grande de la ciudad. "Nestor...", el comisario de policía que hace sólo seis meses era granjero y hoy conduce un Duesenberg. Esto le dará una idea de lo que hay en la superficie. Dios sabe lo que encontraré cuando empiece a escarbar." pág 47
Dolan es un tipo grandullón, irlandés de pura cepa, cabezota y engreído; con una percha tan impresionante que las mujeres caen rendidas a sus pies. Pero su umbral para las componendas es muy bajo y está decidido a exponer a la luz todas las corruptelas de la ciudad. Su editor le llama "¡reformista!".  Y un amigo le recuerda que "Eres famoso e infame a la vez. Tienes la manía de meterte en líos. Pareces estar en guerra con el mundo. Eres ambicioso y estás tratando de escapar de tu ambiente"...Sí, el amigo Dolan también tiene un lado oscuro. Sus miserias afloran cada vez que se cruza con una antigua novia rica cuyo padre cortó la relación. Aquello lo vivió como una humillación y siempre ha querido demostrar que él vale tanto o más que cualquiera de esos ricachones.

El libro es puro diálogo. Parece un guión cinematográfico. Su ritmo y determinación me hacen imaginar a Dolan como un James Cagney electrizante. La búsqueda del dinero necesario y de un impresor, la contratación de publicidad, el reparto de la revista que llega a tener que ser protegido por matones.... Todo es de una época en blanco y negro; aunque los males que señala siguen de rabiosa actualidad: no hay más que ver en España las docenas de casos por corrupción o en EEUU la visibilidad de los supremacistas al contar con el aliento del golfo inquilino de la Casa Blanca.

El libro fue escrito en 1937 y su contenido era tan perturbador que no encontró editor en EEUU, teniendo que ser publicado en Inglaterra. Once años más tarde, el libro por fin vio la luz en los Estados Unidos, pero tras aceptar recortes y una seria censura. No puedo dejar de pensar que todas las trabas que sufre el intrépido periodista para sacar su revista Cosmopolite (La verdad, toda la verdad y nada más que la verdad, es su lema) serían hoy en día irrelevantes, por el acceso público a internet. Algo hemos avanzado.

Estamos sin duda ante una de las novelas negras donde el trasfondo de denuncia social es más central y contundente. No se trata del contexto social en el que ocurren los hechos criminales de la trama; sino que la propia sociedad corrupta es la trama. Su foco alumbra del mismo modo a políticos que empresarios, deportistas o médicos. Escrita en 1937 ya atisbaba los vientos de guerra y el patrioterismo que inflama las banderas. 
"-No creo que este país vaya a la guerra. La gente está en contra.
-Lo estarán hasta que nos metamos en el fregado. En cuanto suena el himno nacional y ondean las banderas, todo el mundo se pone histérico." (¡Ay, Cataluña, Ay España, tan llenas de banderas)
Tras denunciar corrupciones varias, Dolan se topa con los Cruzados, un remedo local del Ku-Klux-Klan, entre los que logra infiltrarse...Ya no se trata de simple pasta, fraudes y desfalcos. Dolan/McCoy finalmente realiza el asalto a la idiosincrasia y a los estamentos del poder. La boca del lobo.
—Muy bien —dijo Bishop—. He tenido mucha paciencia escuchándote, y ahora tú me vas a escuchar. Te diré una cosa que llevo mucho tiempo esperando para decírtela. Me parece muy bien que estés indignado por esto. Honestamente, Myra y yo también lo estamos. Pero lo que ocurre en Colton ocurre en todas las ciudades de los Estados Unidos: la corrupción, el fanatismo y el falso patriotismo. Colton es una muestra típica y simbólica de toda esta sociedad corrompida. Imagínate que logras acabar con este asunto de los Cruzados o del Klan, o como se llame. Imagínate que logras acabar con ellos aquí, en Colton…
  —Pienso acabar con ellos…
  —Un momento, mierda, deja de interrumpir. Imagínate que acabas con ellos en Colton. ¿Qué me dices del resto del país? No conseguirás nada hasta que llegues al fondo del asunto." Pág. 155
Los engranajes del sistema están muy bien engrasados y da gusto ver a un tipo como Dolan practicandoles una radiografía. 





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Horace McCoy nació en 1897 en Pegram, un pequeño pueblo cerca de Nashville, Tennessee. Vendedor de periódicos a los 12 años, héroe de la aviación durante la Primera Guerra Mundial, periodista desde 1921 hasta los primeros años de la depresión, ciudadano de Hollywood a partir de 1931, donde fue extra durante años y a partir de 1936, guionista, miembro del club de la novela negra que colaboró en Black Mask y otras revistas pulp al final de la década de los veinte.
Autor de cuatro novelas policíacas y dos novelizaciones de películas, murió en Beverly Hills a los 58 años, víctima de un ataque al corazón.
Su dureza, la sequedad de sus narraciones, la sobriedad descriptiva, la desesperanza de sus personajes, atrapados en una derrota social que los trasciende como individuos, hizo de Horace McCoy un autor marginal, cuyos libros eran aceptados a regañadientes por las editoriales e ignorados por la crítica.


























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