Releer a los clásicos de la narración fantástica es un deleite constante al que vuelvo permanentemente. Bierce, Kipling. Stevenson, Chesterton, M.R. James, Schwob, Hawthorne o Saki son la fuente en la que renuevo mi placer.
Cuando empecé a desear los libros de Bierce, incitado por las lecturas de Borges, acababan de publicarse sus "Cuentos de Soldados y Civiles" en Ediciones Guadarrama y fue sin duda uno de mis primeros tesoros. Posteriormente tuve la suerte de ver nacer la editorial Valdemar y gracias a ella he podido reunir una buena colección de volúmenes dedicada al relato fantástico. Sigo fiel a esta editorial que cumple ya ¡26 años!. Su último regalo fue el descubrimiento de Thomas Ligotti.
Bierce, a estas alturas todo el mundo lo sabe, fue soldado en la guerra civil norteamericana y luego periodista furibundo, látigo de políticos corruptos y otras pertinaces lacras humanas como la codicia, la mezquindad o la estupidez. Bitter Bierce fue un pesimista vital y maceró su desesperación en el sarcasmo.
Para el título de esta colección se ha elegido el relato fundacional de la ciudad de Carcosa, una ciudad maldita y antigua que luego retomaría Robert W. Chambers en los relatos de El Rey de Amarillo para hacerla llegar hastal el mismísimo H.P. Lovecraft.
Aunque me di cuenta de que el aire era frío y húmedo, mi conciencia del hecho era más mental que física; no experimentaba ninguna sensación de molestia. Por encima del lúgubre paisaje se cernía una bóveda de nubes bajas y plomizas, suspendidas como una maldición visible. En todo había una amenaza y un presagio, un destello de maldad, un indicio de fatalidad. No había ni un pájaro, ni un animal, ni un insecto. El viento suspiraba en las ramas desnudas de los árboles muertos, y la yerba gris se curvaba para susurrar a la tierra secretos espantosos
Los relatos de Bierce se arman con humor negro, paradojas y realismo. En ellos notamos tanto el polvo de los soldados en la guerra de secesión como el desánimo de los buscadores de oro.
Las apariciones, premoniciones y venganzas del más allá trazan su rastro de sangre y miedo en el rudo paisaje de colinas y cabañas desvencijadas.
Su estilo es moderno y claro, sin efectismos góticos. El ojo desapasionado del periodista y topógrafo da cuenta de los hechos. "Un hombre estaba sobre un puente ferroviario en Alabama del Norte viendo el agua que corría rápidamente unos veinte pies más abajo. Tenía las manos atadas con una cuerda por detrás de la espalda. Una soga, sujeta a un macizo travesaño que había sobre su cabeza, le rodeaba el cuello." Así comienza su relato más famoso, "Un suceso sobre el puente en el río Owl". Pero este registro notarial se afila hasta la estridencia cuando irrumpen las sensaciones más morbosas.
"Ahora estaba en plena posesión de sus sentidos, sobrenaturalmente agudizados y alerta. Algo en el gigantesco trastorno de su organismo los había exaltado y reinado de tal modo que registraban cosas nunca antes percibidas. Sentía los remolinos del agua sobre su cara y los oía aislados mientras le golpeaban. Miró al bosque sobre la orilla del río y vio los árboles uno a uno, con sus hojas y nervios perfectamente definidos. Reconoció los insectos, las langostas, las moscas de cuerpos brillantes, las arañas grises tejiendo sus telas de rama en rama. Advirtió los colores del prisma en las gotas de rocío sobre millones de briznas de hierba." pág 70
Fue amigo personal de Mark Twain y admirador confeso de su modo de escribir "fluido y expeditivo". Por su parte Lovecraft, en su El horror sobrenatural en la literatura, llegó a decir que "muchos de sus relatos son evidentemente mecanicistas y están estropeados por un estilo desenfadado, artificioso y vulgar, procedente de estilos periodísticos". Pero yo creo que el contraste entre el desenfado de su redacción y los terribles hechos que narra, acentúa el carácter sorprendente y terrorífico de los desenlaces.
Los relatos convocan Venganzas procedentes de ultratumba como en El famoso legado Gilson o El dedo corazón del pie derecho, Premoniciones de muertes espantosas como en Una aventura en Bronwille o El secreto del barranco de Macarger y Apariciones como la que subyuga a El hombre que salía de la nariz o la que surge de entre las sombras en El Desconocido para sumarse al fuego de campamento y relatar unas muertes siniestras.
Hay relatos que recuerdan a Poe como la máquina pensante que se esconde en El maestro de Moxon o el fantasma de un improbable amor en Al otro lado de la pared. Mientras que trazas de Dickens se entreveran en El solicitante, el cual pretende ingresar en la institución caritativa Hogar para Ancianos. Entre sus líneas aflora el típico sarcasmo bierceano.
"El (superintendente del Hogar) señor Tilbody tenía la convicción firme de que siempre que los fideicomisarios o administradores admitían a ancianos nuevos, para sustituir a los que se habían ido a otro y mejor Hogar, lo hacían claramente con la voluntad de interrumpir su paz y poner a prueba su paciencia. En verdad, cuanto más se iba relacionando con la institución más poderoso era su sentimiento de que el benevolente plan del fundador se veía tristemente perjudicado por el hecho de tener que admitir internos." pág. 97
Lo que no faltan son obras maestras absolutas cuyo impacto será indeleble en nuestra memoria. No hablo sólo del reconocido Un suceso en el puente sobre el río Owl, sino también de la fascinación que te hipnotiza en El hombre y la serpiente y del terror atávico que te atenaza en el cementerio de buscadores de oro de Un terror sagrado.
Al estilo seco y directo del periodista narrando su crónica hay que añadir una ironía jocosa y acibarada.
"Por lo que respecta a la cuestión Gilson, Mammon Hill era prácticamente una piña. Y debe confesarse que en un sentido meramente temporal no le iba todo bien al señor Gilson. Aquella misma mañana había sido conducido a la ciudad por el señor Brentshaw y acusado públicamente de robar caballos; entretanto el sheriff estaba ocupado en El Árbol probando una nueva cuerda de cáñamo mientras el carpintero Pete se afanaba activamente, entre trago y trago, en fabricar una caja de pino de la longitud y la anchura del señor Gilson. Una vez que la sociedad había pronunciado su veredicto, entre Gilson y la eternidad sólo restaba la formalidad decente de un juicio." pág .33
Un clásico para disfrutar.
Ambrose Gwinett Bierce. Al estallar la guerra de Secesión se alistó en las filas unionistas y luchó, entre otras, en las batallas de Shiloh, Stone's River y Chickamauga. Al final de la guerra también participó en una expedición por territorio indio.
Se trasladó entonces a San Francisco donde comenzó a escribir artículos de tono humorístico. Entre 1872 y 1875 vivió en Inglaterra, allí nacieron sus dos primeros hijos y pulió su estilo como escritor en la estela de Swift y Defoe. A finales de 1875, volvió a San Francisco ya con el apodo de Bitter Bierce. Gozó de enorme popularidad fustigando desde su columna la corrupción política, la codicia de los magnates, la hipocresía y la religión.
En 1887 comenzó a escribir en los diarios de William Randolph Hearst, primero en San Francisco y luego en Whasington D.C. Vieron la luz en esa época los libros que le han valido la fama póstuma. Cuentos de soldados y civiles (1892), colección ampliada más tarde con el título En medio de la vida (1909). También publicó colecciones de cuentos sobrenaturales como ¿Pueden suceder tales cosas? (1893). A finales de 1913 y sintiendo el final de su vida se puso en marcha hacia el sur y desapareció en el México insurgente.
La Guerra de Secesión consolidó su creciente misantropía. Renegaba del espectáculo de una humanidad estúpida y cruel. Amargo y cínico, nos legó su moral en el diccionario satírico The Cynic's Word Book (1906), publicado más tarde como El diccionario del diablo, (1911), donde podemos encontrar:
Cínico: "Un granuja que, en virtud de su visión defectuosa, no ve las cosas como debieran ser, sino como son".
Cerebro. "En nuestra civilización y bajo nuestra forma republicana de gobierno, el cerebro es tan apreciado que se recompensa a quien lo posee eximiéndolo de las preocupaciones del poder".
Pleito. "Máquina en la que se entra en forma de cerdo y se sale en forma de salchicha".
Moral. "Conforme a una norma de derecho local y mudable. Cómodo."
Historia. "Relato casi siempre falso de hechos casi siempre nimios producidos por gobernantes casi siempre pillos o por militares casi siempre necios".
Impunidad: "Riqueza".
Misericordia. "Virtud que aman los delincuentes sorprendidos".
Prójimo. "Alguien a quien nos está ordenado amar como a nosotros mismos, pero que hace todo lo posible para que desobedezcamos".
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