sábado, 26 de abril de 2014

IDA - de Pawel Pawlikowski









Y después qué.-

Ida es una joven novicia que ha vivido toda su vida en un orfanato. Antes de tomar sus votos, la superiora quiere que salga del convento y conozca a su única tía. De este modo Ida conocerá el mundo y sus miserias en la historia pasada de su familia y en la reciente de su tía. 

Después de películas tan estentóreas como el Capitán América o Spiderman, refugiarte en una sala para ver Ida es como penetrar en el mismísimo convento donde ella vive tan ascéticamente: en blanco y negro, rodeada de inmensos silencios, atenta sólo a los más íntimos pálpitos de la vida.














Está a punto de convertirse en monja católica en una Polonia tras el telón de acero; pero entonces descubre que su familia era judía y fue asesinada en la segunda guerra mundial. Su tía Wanda, en principio reacia, finalmente le cuenta la verdad  e inician juntas una pesquisa para descubrir cómo murieron sus padres y dónde están enterrados. En el camino Ida también descubrirá la vida de Wanda, una mujer con una losa por pasado que ahoga su aflicción en la bebida y en los hombres.

En la película encontramos dos asuntos, uno histórico y bastante desconocido, como es la colaboración de los católicos en el exterminio nazi de los judíos;  y otro íntimo desdoblado en dos mujeres. En la joven, su primera salida al mundo y a sus cautivadoras promesas. En la más madura, la amargura provocada por un vil pasado todavía sangrante. "Wanda la Roja" era el sobrenombre que daban a esta férrea fiscal que conseguía sentencias de muerte para los "enemigos del pueblo".

Sin duda es este último el más sustancioso, sobretodo por el contraste que nos ofrece la inocencia de Ida con la desgarrada vida de su tía Wanda, siempre atormentada hasta su brutal desenlace. 

Con una enorme sensibilidad y transparencia, el director nos hace acompañar a esta cándida joven que vive a través de sus ojos, siempre inquisitivos. A través de ella veremos la mísera realidad de los granjeros y los días de plomo de la ciudad. 

La tentación más fuerte para Ida será un joven músico (que la cautivará interpretando con su saxo a ¡John Coltrane!). Con él querrá vislumbrar un futuro mejor. Pero ante cada ofrenda -viajaremos, podremos casarnos, tener hijos...- Ida siempre preguntará, "Y después qué". Ese será el debate en su corazón, las promesas de la vida frente a los anhelos del alma.

Agata Kulesza
La tía Wanda por su parte, resulta un personaje enormemente complejo y atormentado. A pesar de su éxito en el sistema comunista se escurre por una vida devastada. Su intérprete, Agata Kulesza, logra comunicarnos todo un mundo de decepciones.

La puesta en escena es de una austeridad sin límites. La pantalla cuadrada (4:3) y el blanco y negro nos trasladan como espectadores a esos mismos años 60 que retratan. La recreación de una Polonia en los años de hierro se impone en nuestro ánimo. La película toca aspectos esenciales y vitales. Narrada de forma ascética, en ella caben la expectación y el desgarro. 

En los interiores abundan la música y los cigarrillos. En exteriores los silencios y los paisajes helados. En todas partes sobrevuela la soledad.



Aquí la apasionada crítica de Carlos Boyero.

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