De la estupidez y la crueldad.-
Chaves Nogales fue un periodista que se exilió meses después del comienzo de la Guerra Civil. "Cuento lo que he visto y lo que he vivido más fielmente de lo que yo quisiera" escribe en el prólogo.
Autor felizmente rescatado del olvido por Andrés Trapiello en su ya clásico "Las armas y las letras. Literatura y Guerra Civil, 1936-1939", define a Chaves Nogales como representante de una tercera España, mayoritaria, a la que destrozaron las otras dos Españas, minoritarias, la fascista y la anarquista o socialista radical.
Sus narraciones son terribles pero destilan un gran calado humano. La barbarie de la gente común atrapada. Destacaría como característica de estos relatos, la desnudez. Desnudez de los hechos narrados y desnudez en la que se encuentran los personajes, a solas ante situaciones que definirán sus vidas. Aquellas jovencitas de Segovia que salvan a un fascista de una muerte segura y la pasividad de éste, cuando ya instalado en Valladolid, conoce que sus correligionarios las han detenido y van a fusilarlas. El señorito andaluz que en medio de la razzia, siente la repulsión por la barbarie. El ultraortodoxo Valera, capaz de no levantar una mano para defender a su padre.
El prólogo del autor, apenas media docena de páginas, resulta desolador: "Mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo.
Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España."
Y también:
"Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón (en el periódico) me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero en fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria".
El prólogo del autor, apenas media docena de páginas, resulta desolador: "Mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural al único pecado que para mí existe, el pecado contra la inteligencia, el pecado contra el Espíritu Santo.
Pero la estupidez y la crueldad se enseñoreaban de España."
Y también:
"Cuando iba a Moscú y al regreso contaba que los obreros rusos viven mal y soportan una dictadura que se hacen la ilusión de ejercer, mi patrón (en el periódico) me felicitaba y me daba cariñosas palmaditas en la espalda. Cuando al regreso de Roma aseguraba que el fascismo no ha aumentado en un gramo la ración de pan del italiano, ni ha sabido acrecentar el acervo de sus valores morales, mi patrón no se mostraba tan satisfecho de mí ni creía que yo fuese realmente un buen periodista; pero en fin de cuentas, a costa de buenas y malas caras, de elogios y censuras, yo iba sacando adelante mi verdad de intelectual liberal, ciudadano de una república democrática y parlamentaria".
“Daniel, convertido en miliciano de la revolución, luchó como los buenos.
Y murió batiéndose heroicamente por una causa que no era suya. Su causa, la de la libertad, no había en España quien la defendiese”.
¡Cuántas personas así necesita un país para seguir la senda de la civilidad! Hasta hoy mismo. Tan hartos como estamos de discusiones ideologizadas, de estupidez malsana.
Desde hace unos años se viene hablando del nuevo periodismo (Capote, Mailer, o últimamente Talese) que desemoboca en una literatura donde realidad y ficción se traban ( Sebald, Magris o nuestro Javier Cercas). Muchos años antes ya Chaves Nogales lo redactaba con maestría.
Chaves Nogales escribió también una deliciosa biografía del torero intelectual Juan Belmonte y un intenso y humanísimo reportaje-novela sobre un bailarín flamenco que, actuando en Rusia, fue sorprendido por los acontecimientos revolucionarios de febrero de 1917; "El maestro Juan Martínez que estaba allí", recientemente reeditada por Libros del Asteroide.
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