Nathaniel Hawthorne describió lo que debía ser la escritura; sería como:
“Un rayo de luna que penetrara por una ventana e iluminara nuestra sala de estar. De este modo todos los detalles de la estancia resultarían visibles, pero bajo una luz inusual, muy diferente a los que estamos acostumbrados; perderían su materialidad, se rodearían de un aura espiritual que los convertiría en objetos del intelecto”.
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