de John Ford
Mi mujer y yo adoramos esta película. La solemos ver periódicamente y siempre nos procura un placer inusitado. Hoy he leído una reseña sobre ella que me parece perfecta y que comparto totalmente:
"John Wayne es un exboxeador que regresa a su Irlanda natal. Al pequeño pueblo de Innisfree. Allí vivirá una tormentosa historia de amor con una pelirroja de endiablado genio. Desde la primera secuencia de esta película memorable, John Ford logra que el espectador respire el aire irlandés. Y son mimbres sencillos los que maneja, pero lo teje con inusitada ternura, además de con un sentido del humor que empapa el relato y logra secuencias inolvidables, como aquella en la que un moribundo resucita al oír el estruendo de una pelea, en la que no quiere dejar de participar. El milagro del cine eterno, inabarcale, vive en El hombre tranquilo, como en otras obras de Ford, gracias a un cineasta que acaricia sus imágenes, que ama a sus personajes, que convierte la magia del cine en la vida misma".
Mi mujer y yo adoramos esta película. La solemos ver periódicamente y siempre nos procura un placer inusitado. Hoy he leído una reseña sobre ella que me parece perfecta y que comparto totalmente:
"John Wayne es un exboxeador que regresa a su Irlanda natal. Al pequeño pueblo de Innisfree. Allí vivirá una tormentosa historia de amor con una pelirroja de endiablado genio. Desde la primera secuencia de esta película memorable, John Ford logra que el espectador respire el aire irlandés. Y son mimbres sencillos los que maneja, pero lo teje con inusitada ternura, además de con un sentido del humor que empapa el relato y logra secuencias inolvidables, como aquella en la que un moribundo resucita al oír el estruendo de una pelea, en la que no quiere dejar de participar. El milagro del cine eterno, inabarcale, vive en El hombre tranquilo, como en otras obras de Ford, gracias a un cineasta que acaricia sus imágenes, que ama a sus personajes, que convierte la magia del cine en la vida misma".
Miguel Angel Palomo. El País 12-6-11
Hay otras maravillas, como la humanidad de cada personaje, el rol de la poderosa naturaleza, el sentido comunitario y también el de la tradición pero no como un corsé, sino como esas normas que todos cumplen y defienden porque aseguran la armonía. Hay personajes entrañables en cada esquina, y sobretodo uno monumental, el pequeño gran Miquelín Flynn. El exboxeador vuelve de la urbe millonario y con el peso de una culpa a recuperar su paraíso perdido. Maravillosa.
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