Sorprendente película del novato Rian Johnson que muy solventemente escribe y dirige una historia que reproduce los códigos más clásicos del cine negro, al estilo de un Hammett o un Chandler.
Un joven recibe una llamada de su ex-novia pidiendo ayuda. Está metida en drogas y mafias. A continuación aparece muerta.
La acción ocurre entre jóvenes de un instituto, pero resulta perfectamente creíble.
El joven (estupendo Joseph Gordon-Levitt) comienza a hurgar en un submundo que le recibe con palizas, amenazas, traiciones y, aunque jóvenes, perfectas mujeres fatales jugando sus cartas más tradicionales, de seducción y engaño.
La trama resulta absorvente y alambicada, al estilo de El sueño eterno, con multitud de personajes con cuentas pendientes entre ellos y cuyos intereses se van cruzando y enredando alrededor de un ladrillo (brick, en inglés) de droga.
La película cuenta con un cabecilla mafioso que viste capa y bastón, un matón amante de los puños y otro, amante del puñal. El joven detective, solitario y desaliñado, va encajando las palizas y amenazas mientras hace su juego, utilizando a los demás, propalando medias verdades y contando con el apoyo de un empollón que le hace las veces de documentación y seguimiento.
Ingredientes todos del mejor y más clásico cine negro, donde cada personaje juega con las cartas marcadas.
Con todo merecimiento, la cinta fue muy aplaudida en el festival de Sundance, donde recibió el premio especial de jurado (2005)
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.