JAMES SALLIS "El Tejedor"
Un detective en la Ciudad del Dolor
RBA comienza a reeditar ahora los casos del detective Lew Griffin escritos por James Sallis. Hace seis años fueron editados por Poliedro pasando tristemente desapercibidos. Yo he tenido la suerte de leer el artículo de Mª José Obiols en Babelia recomendándolo y tengo que decir que es un descubrimiento maravilloso. 2010 está siendo un año pródigo: he descubierto a dos autores que se incorporan sin duda alguna a mi olimpo particular: Rubem Fonseca y James Sallis. Me han dado y me seguirán dando muchas horas de placer.
Y ¿qué la hace extraordinaria?
Pues en primer lugar una pareja de baile compleja y profunda que nos invita a recorrer sus recovecos: el detective Lew Griffin y la ciudad de Nueva Orleans.
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Un detective en la Ciudad del Dolor
En esta extraorinaria novela negra ocurren con naturalidad muchas cosas en apariencia discordantes: El detective Lew Griffin comienza asesinando a un camello y acaba siendo profesor de universidad y escritor. Los distintos y sórdidos casos que le obligan a recorrer Nueva Orleans de arriba abajo son punteados por bares, pederastas, chuloputas y versos de Yeats, Villon y Auden: "Pensé en los versos de Auden: ´Niños con miedo a la noche / que nunca han sido felices ni buenos´ ". E incluso párrafos de Chéjov. Un tipo negro cuya vida se está yendo por las alcantarillas del alcohol y la desidia es capaz de asomar su jeta a pequeños y cortos paraísos de felicidad aun sabiendo que la derrota es incuestionable.
RBA comienza a reeditar ahora los casos del detective Lew Griffin escritos por James Sallis. Hace seis años fueron editados por Poliedro pasando tristemente desapercibidos. Yo he tenido la suerte de leer el artículo de Mª José Obiols en Babelia recomendándolo y tengo que decir que es un descubrimiento maravilloso. 2010 está siendo un año pródigo: he descubierto a dos autores que se incorporan sin duda alguna a mi olimpo particular: Rubem Fonseca y James Sallis. Me han dado y me seguirán dando muchas horas de placer.
Y ¿qué la hace extraordinaria?
Pues en primer lugar una pareja de baile compleja y profunda que nos invita a recorrer sus recovecos: el detective Lew Griffin y la ciudad de Nueva Orleans.
La novela se divide en cuatro épocas o casos: 1964, 1970, 1984 y 1990. En los dos primeros se abunda en los rasgos del género con un líder negra desaparecida y unos padres que buscan a su joven hija también desaparecida. La sordidez de la ciudad y los personajes empapan la historia y acaban hundiendo al detective. En las dos últimas partes, después de vivir su particular descenso a los infiernos en forma de delirium tremens, parece que logra rehabilitar su vida y la de algún compañero de viaje (como la de Chery, hermana a punto de perderse de Jimmie, un ex miembro de la Mano Negra). Pero al final, la soledad sustituye al amor y el último clavo del ataúd viene en forma de la desaparición del hijo al que lleva años sin ver.
El arco de fechas y vivencias hacen que en menos de 200 páginas conozcamos la vida adulta entera de Lew Griffin: sus mujeres, sus padres, sus escasos amigos, sus intereses y opiniones: su alma.
Si al principio del libro te atrae el deambular del detective por los bajos fondos de Nueva Orleans -"Bajé a pie hasta el río y el malecón, invadido por el olor a lúpulo y levadura de la fábrica de cerveza, por el del agua estancada y a las cosas que crecen en ella"-, al final y solapadamente nos vemos abocados al vértigo de una vida que se escapa como arena entre los dedos, que camina al despeñadero irremisiblemente.
La novela está narrada a palo seco. Esto es lo que hay. Cuando quiere saber la hora escribe: "el reloj dice que son las...." Puedes creértelo o no, porque todo está velado como en un sueño; aunque en muchas ocasiones este velo sea la lluvia típica de la ciudad, y en otras muchas el alcohol.
A lo largo del texto encontramos jalones o leit motiv que nos recuerdan que no nos hemos salido del camino: la novela Black no More o el blues de Bessie Smith Empty Bed Blues.
Y también encontramos expresiones luminosas, ácidas y desengañadas como cuando para señalar que deliraba: "una noche estaba Martin Luther King, pero nadie más lo vio".
O "Respirar era como andar en zapatillas de tenis mojadas" o "Me desperté y me sentí como en zapatos ajenos".O
"Siempre debe brillar alguna luz detrás de nuestras vidas, decía uno de mis profesores de la universidad (...). La luz se estaba extinguiendo detrás de su vida el año que lo tuve de profe de literatura (...). Lo encontraron en el suelo de su cuarto de baño."O
"Sócrates forma parte de un viejo sector de casas (...) donde viven los pobres. Muchos de ellos, curiosamente, son negros al parecer. Y por supuesto sólo son pobres (así reza el resto del gran cuento de hadas americano) porque por alguna razón eligen serlo."
Y finalmente, si la novela es un continuo crescendo que va de la pura acción al dolor existencial; el final es magnífico: con una pirueta metaliteraria por donde queda reverberando una existencia plenamente humana.
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