Empecemos por lo más obvio para quien haya leído a este autor. James Sallis emplea las convenciones habituales del género negro para bucear inmisericorde en los problemas emocionales y vitales de sus personajes; habitualmente aquejados por el dolor, la pérdida o la desesperación. En esta novela en concreto -una de las mejores- la acción apenas tiene importancia, en cambio Sallis nos hace ver -y sentir- la vida de sus tres protagonistas desde su mismísimo centro de gravedad. Aunque por supuesto hay un misterio que investigar resuelto con un giro hábil e inesperado... pero esta es la menor de las satisfacciones que ofrece este autor.
Poeta, cuentista, periodista y novelista, la gran creación de Sallis es su detective Lew Griffin, protagonista de 6 novelas. Un tipo introspectivo, de raza negra, que habitualmente husmea por los bajos fondos de Nueva Orleans y que, con el paso del tiempo y de las novelas, llegará a ser profesor de Universidad y escritor. Pero en esta novela precisamente Sallis se desmarca de esa fascinante y corrupta ciudad de Luisiana para trasladar la acción a Phoenix, Arizona. Al concluir la lectura parece claro que al novelista no le interesaba tanto desarrollar el personaje de la ciudad -aquí un escenario desdibujado- como el de sus devastados personajes. El resultado es muy sugerente, atípico y un tanto onírico ya que utiliza tres voces narrativas para implicarnos en cada una de estas vidas que corren paralelas y solitarias aunque extrañamente interconectadas. Todo un reto y un triunfo de este gran narrador.
Por un lado tenemos al asesino a sueldo que da título a la novela, un hombre sin nombre que se acerca al final de su vida (resistiendo a base de medicamentos) y que afronta su último trabajo. Por otro está Sayles, un policía cínico y harto de todo cuya desoladora vida familiar incluye a una esposa enferma terminal que huye del hogar para ahorrarle al marido el sufrimiento de su lenta agonía. Finalmente está Jimmie, un adolescente que ha sido abandonado por sus padres y ha tenido que aprender a valerse por sí mismo. Ahora sobrevive comprando y vendiendo artículos inusuales por eBay mientras se consuela leyendo novelas a los ancianos de un asilo.
Tres personajes afligidos y desarraigados que afrontan su destino en rigurosa soledad. En algún lugar leí una entrevista en la que el autor explicaba que “el libro trata sobre personas aisladas, ya sea por razones personales, familiares o sociales, lo que sea, pero aisladas de la sociedad". Se puede decir que este es el sentimiento que permea toda la novela y que una ciudad como Phoenix, situada en pleno desierto, resalta todavía más. Los tres protagonistas son almas perdidas que se enfrentan a la conmoción que les provoca sus propias vidas. Lo impresionante es el modo en que Sallis logra narrarlo todo desde el interior de cada uno de ellos con autenticidad, dándonos a conocer sus dudas, recuerdos y temores.
El asunto empieza con sorpresa ya que cuando el asesino se apresta a ejecutar su encargo otro sicario se le adelanta, lo que hace que se proponga identificarlo y cazarlo; aunque el tiempo apremia ya que no le resta mucho. Lo que no sabe es que el detective Dale Sayles les comienza a seguir la pista tras el tiroteo. Por su parte el joven Jimmie de pronto ha empezado a sufrir unas aterradoras pesadillas que -asombrosamente- comparte con el asesino.
La interconexión de estos tres personajes es uno de los asuntos que me causaron mayor perplejidad. No sólo porque Jimmie tenga los mismos sueños que el asesino, sino también porque los libros que lee a los ancianos reflejan por momentos asuntos de la trama e incluso un programa de televisión recordado por el asesino nos transmite un mensaje relacionado tan sutil como poderoso. Hay otro aspecto, también inmaterial, que sirve para ahondar el misterio de este vínculo entre los personajes, los comentarios de El Viajero en su blog. Jimmie lo visita a menudo encontrando allí sorprendentes presagios.
"Los comentarios de El Viajero habían empezado a aparecer cinco años atrás. Al principio parecía tratarse de un blog más: asuntos de actualidad, abastecimiento de petróleo, inmigración, política exterior. Nada de chismorreo del mundo del espectáculo, ni de opiniones personales ni de todo ese parloteo político que inundan la mayoría de los blogs. De hecho, no se hablaba gran cosa de personas, solo de hechos. Jimmie había consultado los archivos, siguiendo la pista hacia atrás.
Y de repente, cosas de las que El Viajero había hablado hipotéticamente —escasez de gas, una debacle electoral, una inundación en el Medio Oeste— sucedieron realmente."
La novela deja intuir una especie de inconsciente colectivo o espacio onírico donde las vidas de sus protagonistas llegan a superponerse y entrecruzarse. Esto se ve favorecido por la forma de narrar de Sallis, llena de saltos narrativos donde se acumulan anécdotas, recuerdos y pensamientos sin respetar la linealidad de las historias. Lo cual se corresponde con la forma que adopta el relato, donde las tres voces se multiplican en capítulos cortos, intensos y muy vívidos.
"Regresó a sus sitios favoritos para leer de nuevo aquel comentario añadido a la última entrada de El Viajero. ¿Era auténtico? ¿Era un timo? ¿Qué decía? Mejor dicho, ¿qué decía en realidad? Se puso a leerlo una y otra vez.
Mi estancia aquí ha sido muy breve. Al final he visto muy poco de vuestro mundo y he comprendido aún menos.Nunca olvidéis que el vuestro es un mundo de gran belleza: las nubes, los árboles, el agua que corre, la caricia del viento. Pero muchos de vosotros no vivís en él; solo estáis de visita y preferís vivir en un mundo de palabras, de teorías."
Esa noche, pensando en el texto de El Viajero, recordó lo que había sentido por la tarde, montado en su bicicleta, lo solo que había estado atravesando el mundo."
La historia de estos tres perdedores marcados por la violencia y el desconcierto resulta inquietante y su desarrollo tiene un fuerte poso psicológico que lleva al lector hasta el borde del abismo. Más que de la investigación de un crimen, esta potente y desgarradora novela trata del misterio y el azar que rige nuestras vidas, así como de los abismos de soledad y desesperación a los que fatalmente nos enfrentamos.
"Salió del baño como de una cueva, parpadeando; al otro lado de la ventana, la luz del día empezaba a dar señales de vida. Vio un autobús deshaciéndose del último cargamento humano de la noche, que emprendió el regreso al hogar, sustituido por los que ahora empezaban su jornada: se preguntó cuántos de ellos estarían pensando en su existencia, en dónde terminarían, en dónde habían empezado, en las curvas de sus respectivos caminos, en el banal misterio de sus desgraciadas vidas."
A pesar de que la novela explora un territorio emocional devastador, su estilo siempre es sobrio y elocuente, como corresponde a un clásico del género negro. En una página se nos refiere lo que un usuario escribió en el blog de El Viajero: "La verdad es algo que únicamente atisbas con el rabillo del ojo; mírala de frente y desaparecerá." Esta es una sentencia que la novela no acata.
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Otra de Lew Griffin en este blog.
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