domingo, 21 de julio de 2013

STAR TREK: En la oscuridad - J. J. Abrahams



Cuando la tripulación del USS Enterprise vuelve a casa después de evitar la destrucción de un planeta, viven un terrible atentado contra el mismísimo centro neurálgico de la Flota. Identificado su autor, el capitán Kirk dirige una operación de castigo. Nada será fácil puesto que el malvado Khan se refugia en el planeta Klingon. Kirk habrá de luchar contra sus deseos de venganza, pero una vez apresado Khan, el capitán se dará cuenta de que la partida de ajedrez que se ha desatado esconde trampas inesperadas.

Todo es muy espectacular en este segundo capítulo de la nueva serie. Espectacular es la pelea entre Khan y Spock sobre una lanzadera que sobrevuela espectacularmente la ciudad. Son espectaculares las apariciones de la nave USS Enterprise saliendo de debajo del agua en el planeta donde se inicia esta aventura y al final remontando el vuelo entre las nubes. Espectacular sin ninguna duda es el vuelo a pecho descubierto que se marcan Kirk y Khan impulsados desde una nave y aterrizando en otra.















Y espectacular por su imponente presencia ha sido la elección de Benedict Cumberbach como malvado sólido e indestructible.

El trabajo de Roberto Orci y Alex Kurtzman -guionistas compañeros de Abrahams en la estupenda serie Fringe- también es de calidad. Están muy bien trazadas las disputas que afrontan Kirk y Spock, sólidos cimientos de su inquebrantable amistad. También los giros que convierten al enemigo Khan en aliado para la supervivencia. 

El entretenimiento es notable, la aventura absorbente y el juego de traiciones suficiente para mantener la sorpresa. Incluso nos hemos asomado a la tragedia con el capitán Kirk, Spock y la propia nave bordeando su destrucción total. Bueno, se puede decir que hasta Kirk ha estado unos minutos muerto. 

Pero.
Creo que a este jamoncito espectacular y pirotécnico, le falta algo de esa grasilla que redondea el sabor del auténtico jamón pata negra. 

No sé si será porque un parque temático por fastuoso que sea, por sí mismo carece de emoción. O quizás porque no sabemos nada de la sociedad que rodea al Enterprise. Recordemos que en Star Wars había un República que cayó bajo el dominio de un Emperador y que en los bordes del sistema había planetas con traficantes y malhechores. Incluso la tortuosa personalidad del malo repite los esquemas de la primera entrega: el antagonista lo es a pesar suyo. Las circunstancias lo han empujado a su fatal destino.

También está el mantra repetido de que la misión del Enterprise no es militar sino exploradora y que busca la última frontera. Pero sólo por decirlo no se hace realidad. La primera entrega constituyó una venturosa presentación que ligó muy bien los elementos del pasado y del presente para establecer una nueva singladura. Pero esta segunda insiste en una intriga que es interna a la Flota Estelar. Centrados en un circunloquio se nos escamotea la aventura a lo desconocido. El único planeta que se visita es al principio y de un modo muy accesorio. 
¡¡J.J. transpórtanos más allá de Orión!!  

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