Esta novela fue publicada en 1903 y supuso el nacimiento de la moderna novela de espías, del mismo modo que se considera a La piedra lunar, de Wilkie Collins, como la inauguración de la novela policial. Se trata de una novela tan realista y detallada que sus revelaciones tuvieron consecuencias reales. Anticipó una posible invasión de Inglaterra en los años de creciente tensión política que precedieron a la Gran Guerra e identificó las debilidades defensivas de la isla. El propio Winston Churchill admitió que esta novela fue una de las que contribuyeron a dar forma a un estado de opinión en cuanto al peligro militar alemán, lo que llevó al Almirantazgo a establecer nuevas bases en el Mar del Norte (como Scapa Flow o Invergordon).
El funcionario Charles Carruthers acepta la invitación de su amigo Arthur Davies para realizar un viaje de placer en su yate recorriendo las islas Frisias, mientras practican la caza de patos. Pero cuando llega al barco se da cuenta de que allí no cabe el deleite ni el entretenimiento. Las comodidades del balandro son espartanas y los intereses de Davies están lejos de las playas y los campos de caza. Pronto tendrá que confesar a su amigo sus verdaderos planes: investigar a un traidor inglés que está ayudando a los alemanes y explorar el territorio de las islas alemanas en el Mar del Norte para revelar los preparativos secretos de una posible invasión.
Carruthers y Davies son unos personajes muy british, amigos desde sus tiempos de juventud en Oxford; el primero es un aburrido funcionario del Foreign Office y el segundo un excéntrico fanático de la navegación como lo era el propio Childers. Trabajaba durante el día en la Cámara de los Comunes y por la noche se afanaba en esta novela, a la que agregó una subtrama romántica (Carruthers se enamora precisamente de la hija del traidor inglés) por sugerencia de su hermana Dulcibella. Como homenaje a ella ése es el nombre que luce el yate de la aventura.
Se puede decir que es un relato apasionante montado sobre elementos mínimos. Se trata de una exploración a campo abierto en territorio enemigo por lo que cada encuentro con otro barco o cada acechanza a un puerto supone una amenaza y un peligro. Davies sólo tiene sospechas pero acaba reuniendo suficientes indicios que le conducen a revelar el complot.
"Por lo general estábamos completamente solos, pero de cuando en cuando nos encontrábamos con galeotas como el Johannes, que bordeaban entre las arenas, y un par de veces descubrimos una flota de esas embarcaciones ancladas en un paso, esperando la marea. Sus bodegas cargadas tenían seis o siete pies; la nuestra, sólo cuatro, sin la orza de deriva, pero tomábamos su calado medio como criterio de todas nuestras observaciones. Es decir, tratábamos de averiguar cuándo y cómo podía navegar por las arenas un barco de seis pies y medio de calado." pág. 172
Para dar mayor veracidad a sus hipótesis, la novela se presenta como una experiencia real de "Carruthers" y "Davies", los cuales piden ayuda a Erskine Childers para dar forma al relato de sus averiguaciones. Así lo expresa el Prefacio del Autor:
"Me pidieron ayuda y yo se la di al instante. Se acordó que yo escribiera el libro; que "Carruthers" me diera su diario y me contara con más detalle y desde su propio punto de vista, todas las fases de la "búsqueda", tal como solían llamarla; que míster "Davies", se reuniera conmigo con sus mapas y cartas de navegación e hiciese lo mismo, y que toda la historia se escribiese tal como saliera de labios del primero, con sus extravagancias y errores, con su lado claro y su lado misterioso."
Islas Frisias |
La obra pretende una veracidad geográfica tan grande que muchas de sus páginas tienen la apariencia de un informe náutico y topográfico, con abundancia de datos sobre la profundidad de los canales y su navegabilidad, las mareas y corrientes o las posibilidades de atraque. Los detalles e informes son tan concienzudos que a menudo saturan y ralentizan la narración.
"Parecía conocer todos los buques de memoria. Tuve que hacerle volver al tema. -Pues bien, piensa en Alemania como en una nueva potencia naval -prosiguió-. Y la siguiente cuestión es: ¿Cómo es su línea costera? Muy extraña, como sabes. Dinamarca la divide en dos, la mayor parte queda al este de este país y da al Báltico, que prácticamente es un mar interior con la entrada bloqueada por las islas danesas. Para eludir ese obstáculo, el Káiser Guillermo construyó el canal de gran calado que va desde Kiel al Elba; sin embargo puede destruirse fácilmente en tiempo de guerra. La zona más importante de la línea costera es la que está la oeste de Dinamarca y que da al Mar del Norte. Ahí es donde Alemania saca la cabeza al mar abierto por decirlo así. Ahí es donde nos hace frente a nosotros y a Francia, las dos grandes potencias navales de Europa occidental, y ahí es donde están sus puertos mayores y su comercio más rico.
Pero enseguida te parecerá que es ridículamente pequeña comparada con el enorme país que se extiende a sus espaldas. Desde Borkum al Elba sólo hay setenta millas en línea recta. Añade a eso la costa oeste de Schleswig, unas ciento veinte millas; en total, digamos, doscientas. Compáralo con la costa de Francia e Inglaterra. ¿No es lógico que cada centímetro de ella sea importante?" Pág. 114.
Dado que transcurre en su mayor parte a bordo de un barco el relato desgrana puntualmente los hechos como si de un cuaderno de bitácora se tratara, ofreciéndonos todo tipo de datos, planos, cartas de navegación y singladuras. El estilo está más enfocado a la precisión geográfica que al entretenimiento, aunque la expectativa de descubrir tanto al traidor como el secreto del complot y la pasión del narrador mantienen la tensión en todo lo alto. Los protagonistas llevan a cabo acciones encubiertas que nos mantienen en vilo como arribar a un pequeño puerto en medio de la noche sin que se note que son extranjeros, abordar furtivamente un barco para conocer su procedencia o sorprender una conversación subrepticia en una taberna escondida.
Se podría decir que la novela tiene una combustión lenta. Las técnicas y datos de navegación que lastran su ritmo en la parte central desaparecen en un último tercio donde la acción se acelera y nuestros protagonistas deben arriesgarse a jugar al ratón y el gato con los alemanes; lo que nos lleva en volandas hasta un final fascinante.
Aunque El enigma de las arenas fue un éxito de ventas instantáneo, Childers nunca escribió otra novela. Se dedicó a redactar manuales de estrategia militar antes de ingresar en política y convertirse en un ferviente nacionalista irlandés.
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La apasionante vida de Childers añade un escalofrío a la lectura de este libro pionero. Podemos reconocer al autor en el protagonista de esta aventura y conmovernos ante sus valerosas acciones en defensa de su país ahora que sabemos que Childers murió siendo considerado un traidor por el gobierno británico. La paradoja definitiva nos la ofrece su muerte, ya que fue ejecutado en 1922 por orden del Estado Libre de Irlanda al que entregó su lealtad. Childers llegó a un punto en el que los irlandeses lo veían como un maldito inglés, mientras que para los británicos era un perfecto traidor.
Robert Erskine Childers era hijo del erudito orientalista británico Robert Caesar Childers y fue el padre del cuarto presidente de Irlanda, Erskine Hamilton Childers. Nació en Londres pero creció en Irlanda donde con los años se convirtió en un ferviente nacionalista defensor de la independencia de Irlanda.
Childers pasó de ser un entusiasta partidario del Imperio Británico, sirviendo en la Guerra de los Bóers y siendo condecorado en la Primera Guerra Mundial; a ser un vehemente partidario de la independencia irlandesa y miembro del IRA. Fue amigo íntimo de Michael Collins, el líder nacionalista irlandés. Su compromiso con la causa llevó a Childers a practicar el contrabando de armas, con su yate de vela Asgard, para nutrir de armamento y munición a los Voluntarios Irlandeses. Esas armas se usaron más tarde en el Levantamiento de Pascua en 1916 que declaró unilateralmente la independencia de Irlanda.
En 1921 se firmó el Tratado Anglo-Irlandés que puso fin a la guerra e instauró el Estado Libre Irlandés. El tratado dividió profundamente a los irlandeses y Childers se opuso a él vehementemente situándose en tierra de nadie y siendo vigilado tanto por irlandeses como por ingleses. Finalmente fue arrestado por las fuerzas del Estado Libre por portar un arma de fuego que, irónicamente, había sido un regalo de Michael Collins. Fue acusado ante un tribunal y sentenciado a muerte.
El día de su ejecución Childers estrechó la mano de cada miembro del pelotón de fusilamiento. Incluso bromeó con uno de ellos: "Da un paso o dos hacia adelante, muchacho. Será más fácil de esa manera". Le ordenó a su hijo que estrechara la mano de cada uno de los hombres que firmaron su sentencia de muerte. También le estimuló a dedicarse a la política irlandesa. En 1973, Erskine Hamilton Childers Jr. fue elegido cuarto presidente de Irlanda. Lamentablemente murió en el cargo un año más tarde.
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