La ensoñación, que es al pensamiento lo que la nebulosa a la estrella, bordea el sueño y se refiere a él como a su frontera. Una atmósfera habitada por transparencias vivas: allí está el comienzo de lo desconocido. Pero más allá se abre lo Posible, inmenso. Otros seres, otros hechos, están allí. Nada sobrenatural, sólo la continuación oculta de la naturaleza infinita... El dormir está en contacto con lo Posible, que también llamamos lo improbable. El mundo de la noche es un mundo. La noche, como noche, es un universo... Las obscuras cosas del mundo desconocido se vuelven vecinas del hombre, sea por verdadera comunicación o por una ampliación visionaria de las distancias del abismo... y el que duerme, sin ver del todo, no del todo inconsciente, vislumbra extrañas animalidades, raras vegetaciones, palideces terribles o radiantes, fantasmas, máscaras, figuras, hidras, confusiones, claros de Luna sin Luna, obscuras destrucciones de milagros, crecimientos y desapariciones dentro de una lóbrega profundidad, formas que flotan en la sombra, todo el misterio al que denominamos Soñar, y que no es otra cosa que el acercamiento de una realidad invisible. El sueño es el acuario de la Noche.
Víctor Hugo
Les Travailleurs de la mer
Esta hermosa cita encabeza el capítulo 7 de
"La rueda celeste" de Úrsula K. Le Guin
y constituye una poética glosa de esta novela.
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