sábado, 22 de enero de 2022

Sir GAWAIN y EL CABALLERO VERDE - Anónimo




Estamos en la legendaria corte de Camelot durante la fiesta de Año Nuevo que el Rey Arturo celebra con sus caballeros de la Tabla Redonda, cuando un hombre se presenta ante ellos y les lanza un reto. El caballero es gigantesco y portentoso, "ningún hombre, pensaron todos, sería capaz de resistir sus mandobles mortales". Todo él con su vestimenta, pelo y piel, así como su corcel es de un brillante color verde. Entra a caballo en el salón aunque va desarmado, sin peto, cota ni yelmo. Sí ostenta un hacha enorme en una mano y un ramo de acebo en la otra. Dirigiéndose a todos fieramente les explica el desafío: esperará desarmado y a pie firme a que un caballero le aseste un golpe con su propio hacha, pero a cambio ese caballero deberá estar dispuesto a recibir otro golpe sin reparo. 
━Si hay alguno en esta corte que se tenga por espíritu audaz, y de sangre y alma fogosa, y que se atreva a descargar un golpe a cambio de otro, le daré como presente esta hacha costosa; esta hacha, bastante pesada, para que él la utilice a su gusto. Yo esperaré el primer golpe, tan desarmado como voy montado aquí. Si hay algún hombre tan fiero que quiera probar lo que aquí propongo, que venga a mí sin más demora y se haga cargo de esta arma; se la entrego para siempre. Entre tanto, yo aguardaré impasible su golpe, a pie firme, en el mismo suelo, con tal que pueda yo asestarle otro sin reparo. Sin embargo, le concederé el plazo de un año y un día. ¡Así que venga pronto ahora, quienquiera que se atreva a responder!
Los caballeros se quedan desconcertados ante tal envite, lanzado por un ser terrible y de aspecto sobrenatural. Por supuesto el Rey Arturo acepta el reto pero sir Gawain lo considera impropio de su majestad y pide afrontarlo él mismo.
Yo soy el más débil, lo sé; y el menos asistido de sabiduría. En cuanto a mi vida, si la pierdo, será la menos lamentada. Mi único honor está en teneros por tío, y ningún mérito hay en toda mi persona salvo vuestra sangre. Y puesto que este lance es demasiado insensato para que recaiga en vos, y soy yo el primero en solicitarlo, os ruego que me lo concedáis a mí.
Se apresta a ello y de un certero golpe decapita al feroz caballero quien, sin caer ni vacilar, recoge su cabeza y cita a Gawain para que dentro de un año acuda a buscarlo a la Capilla Verde, donde deberá recibir el golpe acordado.



Tal es el comienzo de esta fascinante aventura.
Sir Gawain y el Caballero Verde es un poema caballeresco anónimo que se escribió en inglés a finales del siglo XIV. Se trata de una de las historias más conocidas del ciclo artúrico y sedujo de tal forma a J.R.R. Tolkien que la estudió durante toda su vida y llevó a cabo la edición actualizada de este extraordinario poema. La obra se conserva en un único manuscrito en la British Library de Londres y es conocida con el nombre de Cotton Nero AX, por haberse encontrado en la biblioteca de sir Robert Cotton, cuya colección incluía los Evangelios de Lindisfarne y el único manuscrito superviviente de Beowulf, el cual tenía los bordes chamuscados por un incendio que amenazó con destruirlo todo.  

Cuando se nos presenta Gawain, aún no ha realizado ninguna hazaña importante, todavía vive en casa de su madre Morgana, hermana del Rey Arturo, y espera la oportunidad de mostrar su valía. Después de una presentación tan rotunda y verse inmerso en tan portentoso lance, lo que se presenta ante él es un viaje lleno de pruebas y tentaciones que aquilatarán su espíritu, camino de un destino fatal.






En la segunda parte de las cuatro que consta el poema, Gawain realizará el viaje, en busca de la Capilla Verde, por las tierras inhóspitas de Gales del Norte, "donde había poca gente que viviera en el temor de Dios y el amor de los hombres". El camino lo emprende en solitario -como una penitencia- afrontando múltiples peligros y "luchas mortales con dragones y lobos"; pero su fe en Dios y sus ruegos a Santa María lo llevan hasta un castillo al que llega el mismo día de Noche Buena. Una vez en la fortaleza todo son agasajos y el señor le invita a descansar allí hasta el día de Año Nuevo, cuando le mostrará el camino a la cercana Capilla Verde. 

La estancia en dicho castillo ocupa toda la tercera parte y quizás sea el capítulo principal, por cuanto narra las tentaciones a las que es sometido Gawain para demostrar su honor y lealtad. Apreciando su fatiga por el viaje el señor del castillo le propone que descanse unos días, atendido por su mujer, mientras él sale a cazar, no sin antes suscribir el siguiente trato:  "aquello que yo consiga en el bosque será para vos; a cambio, me daréis lo que vos obtengáis aquí. Juremos hacerlo así, mi buen amigo."

Efectivamente sir Gawain descansa en sus aposentos pero de igual modo que el señor persigue a sus piezas de caza, él es asediado por la señora del castillo con todo tipo de galanterías y armas que el amor cortés dispone. 
Pues sé muy bien que sois sir Gawain, y que todo el mundo os adora dondequiera que vayáis; vuestro honor, vuestra donosura, son objeto de alabanza entre los señores y sus damas, y entre todos cuantos viven. Ahora estáis aquí, a solas conmigo. Mi señor y sus hombres se encuentran muy lejos; los que se han quedado están acostados, y mis doncellas también; la puerta está bien cerrada y segura; y puesto que tengo aquí al caballero que a todos agrada, pasaré el tiempo que pueda en dulce conversación con él. Disponed de mi cuerpo; la necesidad me inclina a ser vuestra sierva, y lo quiero ser.


Los tres días que el señor se va de caza, Gawain es sometido a un cerco de seducción pero, firme y sin perder la gentileza, no deja que la dama le entregue más que un simple beso. Así cuando la primera noche el señor vuelve y le ofrece un ciervo y a la siguiente un gigantesco jabalí, Gawain le responde en cada caso entregándole lo conseguido ese día, un casto beso. Pero el tercer día, del mismo modo que el cazador se enfrenta a un escurridizo zorro, Gawain es sitiado por la dama mejor vestida y enjoyada, dispuesta a ganar su amor e intercambiar una prenda. Gawain cede por fin, pero no por codicia o lujuria, sino para preservar su propia vida, pues toma de ella un sencillo cinturón verde que le ofrece protección. 
    —Os ruego, pues, que no lo toméis a agravio; desistid más bien de este empeño, pues nunca accederé a vuestra pretensión. Con todo, os estoy profundamente agradecido por vuestra disposición hacia mí, y siempre seré vuestro servidor, en la suerte y en la desgracia.
    —¿Rechazáis esta seda —dijo la hermosa dama— por lo humilde que es, y parece en sí misma? Pues bien, es pequeña, y más pequeño su valor. Sin embargo, quienquiera que conozca las virtudes de sus bordados, la tendrá en mayor estima; pues no habrá hombre alguno bajo el cielo capaz de hacer pedazos al caballero que se ciña este cinto verde, ni podrán matar al que lo lleve por ninguno de los medios terrenales.
    Meditó entonces el caballero, se dijo para sus adentros que sería de inmenso valor en la peligrosa prueba a la que debía someterse. Si, cuando llegase a aquella capilla para sufrir su sentencia, lograse escapar sin daño por medio de algún artificio, la estratagema sería en buena lid.
El encuentro definitivo en la Capilla Verde conforma el capítulo 4 y resulta como un espejo del primero, dado que vuelven a enfrentarse sir Gawain y el Caballero Verde. Salvada una última tentación que le ofrece su guía para desertar de su destino, Gawain llega hasta la Capilla Verde donde descubre que el Caballero Verde no es otro que el señor del castillo, sir Bertilak de Hautdesert, a quien la bruja Morgana le Fay ha convertido en un gigante verdoso. Gawain afronta con entereza el golpe mortal pero el hacha se frena ante su cuello, hasta en dos ocasiones, por el hechizo del cinturón verde. Sólo el tercer golpe le deja un leve corte, en señal de la prenda conseguida y no entregada.



Sir Gawain y el Caballero Verde es ante todo una novela de caballerías, donde los nobles viven según elevados ideales. Su protagonista posee todas las características del caballero artúrico ideal: valiente, humilde, cortés y leal. Su moral es incuestionable y su conducta intachable, aunque él mismo no soporte el desliz de haberse guardado la prenda. No obstante tanto sir Bertilak como sus compañeros de la Tabla Redonda se muestran comprensivos con un desliz que es muy humano. 

El propio Rey Arturo valora que este cinturón es un toque de humildad para cualquier caballero e instaura que todos los miembros de la Tabla Redonda  "llevasen cruzada una cinta de verde brillante, en prueba de afecto por aquel caballero". Lo que se considera el antecedente legendario de la Orden de la Jarretera, la más antigua de la corte de Inglaterra, cuyo lema en francés antiguo dice "Honi soit qui mal y pense" (vergüenza el que piense mal de ella). 



Tal y como nos describe Luis Alberto de Cuenca en el prólogo, la obra tiene "movimiento, color, viveza en los detalles: son las características esenciales del autor de Gawain, que demuestra un ingenio y agudeza poco comunes, además de un finísimo sentido del humor."

El poema narra el clásico viaje de un héroe a través del cual se produce su definitiva maduración. Es una aventura fresca y diáfana que encandilará a cualquier lector con sus duelos, damas y decapitaciones; pero también alberga una profunda simbología que invita a una lectura más atenta. Desde el color verde hasta el acebo que porta el Caballero o el cinturón de la dama y el escudo de sir Gawain, todo el relato está preñado de sentidos que remiten a la tradición cristiana y a las leyendas celtas. Sirva como ejemplo la descripción del escudo que porta sir Gawain.

Quiero contaros ahora, aunque esto demore mi historia, por qué ostentaba el pentáculo tan noble príncipe. Es el símbolo que un día concibiera Salomón para anunciar la sagrada verdad, cosa que tal figura podía hacer en justicia, ya que tiene cinco puntas, y cada línea cruza y se une a otra, y es interminable en una y otra dirección; y he oído decir que los ingleses lo llaman, en todas partes, Nudo Sin Fin. De modo que se ajustaba muy bien a este caballero y a sus armas inmaculadas; pues, siendo fiel en cinco cosas, y cinco veces en cada una de ellas, Gawain era tenido por noble, como el oro fino, exento de toda villanía, y adornado con todas las virtudes. Y así, como hombre probado y caballero cumplido, ostentaba el nuevo pentáculo sobre el escudo y la cota que vestía.

28.
Primero, no se le encontraba tacha en sus cinco sentidos; después, jamás falló en sus cinco dedos, y toda su fe tenía puesta en las cinco llagas que Cristo había recibido en la Cruz, como el credo nos enseña. Y cada vez que tomaba parte en alguna batalla, tenía puesto el pensamiento en esto más que en ninguna otra cosa, y todo su valor dependía de los Cinco Gozos puros que la Santa Reina del Cielo recibiera de su hijo. Por ello, el cortés caballero llevaba la imagen de la reina pintada en la cara interior del escudo, a fin de que, viéndola, no desfalleciese su corazón. Las cinco quintas virtudes que este famoso hombre practicaba eran la liberalidad y la bondad, luego la castidad y cortesía, que nunca se corrompieron en él; y como virtud más destacada, la piedad. Estas cinco perfecciones estaban más hondamente arraigadas en él que en hombre alguno"
El valor simbólico del verde se ha analizado como una representación de la naturaleza, su fuerza incontrolable y capacidad de caos. Asimismo el verde, en la tradición cristiana, se vincula a lo maligno y diabólico. Otras interpretaciones apuestan por ver en el Caballero Verde la encarnación de la unión de los opuestos: ferocidad y piedad, las leyes humanas y las leyes de la naturaleza, lo domesticado y lo salvaje. Por otro es notorio que se producen tres tentaciones y tres cacerías que corren en paralelo; además con animales tan totémicos como el ciervo -con su mezcla de virilidad y fertilidad-, el jabalí -que representa la fuerza y la prosperidad) o el zorro -con su inteligencia y astucia-. 

Pero no nos podemos olvidar de que Gawain es un modelo de caballero siempre predispuesto al bien que representa los valores del cristianismo frente al paganismo de Morgana y el Caballero Verde. 

El Prólogo nos acerca al momento histórico en que aparece la obra, contemporánea de los cuentos de Chaucer, y nos explica su relación con otras obras del ciclo artúrico y sus paralelismos con las leyendas celtas. Comparto su conclusión:
"Y el poema no es otra cosa, en mi opinión, que la ordalía de Gawain, su juicio divino. Se purificará en valor y lealtad a lo largo de su aventura. La dama del castillo lo hará rico en templanza. Y al final, de regreso en la corte de Arturo, habrá vencido todos los riesgos, incluso el riesgo de extraviarse en el futuro. Al fin y al cabo, el Caballero Verde no ha sido más que una disculpa para volver a casa renovado."


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.