viernes, 17 de diciembre de 2021

AÑOS de SEQUÍA - de Robert Connolly




La película tiene un poso clásico muy de agradecer en estos tiempos de películas hipervitaminadas y thrillers ruidosos y huecos. También se muestra agradecida a una gran novela (la primera de Jane Harper) que adapta con enorme consistencia, tanto en el desarrollo de la trama como en la evolución de los personajes.

El comienzo es brutal y marcará el resto de la película. La mujer y la hija de Luke Hadler aparecen asesinadas en su granja, mientras que él mismo es encontrado muerto en el campo. Los indicios hacen pensar que los problemas financieros de Luke con su explotación, tras una década de sequía, le han asfixiado. Pero muy pocos en el pueblo creen esto de verdad, ahora bien, todos están perplejos. Por su parte Aaron Falk (Eric Bana) es un agente federal de Melbourne, experto en delitos financieros, que en su juventud fue el mejor amigo de Luke. Dado que tuvo que salir del pueblo de mala manera no piensa volver ni para el entierro; pero una nota del padre de Luke le obliga a ello:
"Luke mintió. Tú mentiste. Ven al funeral."
El regreso al pueblo provoca en Aaron toda una ebullición de recuerdos de su último verano allí. Luke y él tenían toda la vida por delante y disfrutaban de cada instante con sus amigas, Ellie y Gretchen; pero todo acabó abruptamente cuando Ellie Deacon (Bebe Bettencourt) apareció ahogada en el río. El padre de la chica  siempre acusó a Aaron de la desgracia y le hizo la vida imposible, por eso su padre se lo llevó fuera de allí. Al regresar ahora todo el mundo le mira con recelo, pero los padres de Luke le ruegan que se quede unos días y estudie las cuentas de la granja, para comprobar si había motivo para la desesperación de su hijo. 





El regreso a Kiewarra supone una prueba emocional durísima para Falk, ya que reabre en él viejas heridas. No deja de pensar que las muertes de Luke ahora y de Ellie en el pasado no pueden explicarse como simples suicidios. El agente deberá enfrentarse a los prejuicios en su contra y a la ira reprimida de una comunidad que agoniza por una persistente sequía. La violencia soterrada está a punto de aflorar y en medio de todo esto Falk deberá investigar. Para ello se aliará con el sargento Raco, de la policía local. Ambos quieren rasgar la superficie de esta comunidad hostil y cerrada para descubrir sus secretos y mentiras.

Kiewarra lleva años castigado por la sequía. La economía se ha hundido y la población se ha amargado. El río en el que jugaban de pequeños ahora no es más que una cicatriz de terreno llena de polvo. Este ambiente aislado e inhóspito se convierte en un personaje más de la película, cuya estructura se basa en alternar la investigación actual de Aaron con los recuerdos de aquel infortunado verano de juventud. Las dos épocas acabaron en tragedia y ahora Falk tiene la oportunidad de revelar la turbia verdad que esconde cada muerte.

















Unos personajes heridos y broncos, unido a un escenario inclemente que condiciona sus vidas son los fuertes de la película. El clima extremo y la naturaleza indomable conducen a estas personas a la frustración y la violencia. El padre de Luke resume muy bien el sentirse desplazado:
“Pronto las granjas se automatizarán con máquinas con GPS. Tendremos granjas sin personas”
Richard Connolly conduce la historia con buen pulso, dando tiempo a Falk para empaparse de los miedos y problemas que aquejan a cada personaje. La película se beneficia de una novela muy bien trazada y logra reproducir con precisión el desarrollo de las dos líneas temporales. La realización y las interpretaciones son sobrias y los saltos en el tiempo están perfectamente acompasados. 

Eric Bana cultiva una pose melancólica en su personaje que dota a la cinta de un poso amargo. 



Antes de salir el libro a la venta la productora Bruna Papandrea ya se hizo con los derechos. Es australiana y en 2012 se unió con Reese Witherspoon para fundar Pacific Standard, una productora orientada a la creación de películas y series donde el papel de la mujer sea relevante. Sus dos primeros proyectos fueron Gone Girl y Wild. Aunque en 2016 anunciaron el fin de esta asociación les dio tiempo a concluir la punzante serie Big Little Lies , adaptación de la novela de Liane Moriarty, sobre las turbulentas vidas de cuatro mujeres de clase media, en apariencia apacibles.
En 2017 Papandrea lanzó su actual compañía de producción, Made Up Stories, para dar continuidad a su interés por promocionar el trabajo de las mujeres en el mundo del cine en cualquiera de sus estamentos.

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